¡Ay, Dios mío, qué movida! Resulta que los gringos, pa' colmo, le dieron duro a una embarcación en medio del Pacífico, y eso dejó cuatro muertos. El Comando Sur de Estados Unidos confirmó la jugada, diciendo que era una operación pa' combatir el narcotráfico, pero esto pinta pa’ un brete bien grande, especialmente con Venezuela.
Según dicen, la operación la realizó la Fuerza de Tareas Conjuntas Southern Spear, unos comandos especiales que andan patrullando esas aguas. Dicen que la embarcación era utilizada por una organización terrorista designada – esos nombres siempre suenan a película –, y que llevaba droga hasta arriba. Lo que nadie explica bien es cómo supieron exactamente qué hacía esa nave y por qué tuvieron que mandar misiles pa' detenerla. Un poco exagerado, ¿no creen?
Las imágenes que mandaron del incidente son impactantes: una lancha navegando tranquila y, de repente, ¡bum!, una explosión enorme. Dicen que no hubo bajas americanas, gracias a Dios, pero cuatro vidas se fueron al traste. Claro, los de allá lo presentan como una victoria en la guerra contra las drogas, pero aquí nos quedan las preguntas flotando en el aire: ¿cuál es la legalidad de estas operaciones en aguas internacionales? ¿Y quién garantiza que no estaban haciendo otra cosa?
Para rematar, justo el día de la explosión, el presidente Trump estaba dando un discurso sobre seguridad, drogas y migración. Se jactó de haber reducido en un 94% el ingreso de drogas al país, lo cual suena bastante a cuento chino, si me permiten decirlo. Vincula directamente el ataque con su política, claro, pero la verdad es que parece más una forma de justificar sus acciones y seguirle apretando las tuercas a Venezuela.
Porque ahí viene el otro problemón: la relación entre Estados Unidos y Venezuela sigue hirviendo. Desde hace buen rato, Trump no reconoce a Maduro como presidente legítimo, y ahora, con estos ataques frecuentes a embarcaciones sospechosas, la cosa se pone más tensa. Maduro, obviamente, lo ha tomado como una provocación y ha dicho que va a enviar barcos militares a escoltar sus petroleros. ¡Uy, uy, uy! Esto podría acabar en un lío serio, mánguez.
Organizaciones internacionales y grupos de derechos humanos ya están levantando la ceja. Muchos consideran que estos ataques son una violación al derecho internacional y que podrían estar equivalentes a ejecuciones extrajudiciales, porque no hay juicio previo ni garantías procesales. Esto no es ningún juego, muchachos. Estamos hablando de vidas humanas y de romper las reglas de la convivencia internacional.
Si sumamos todos los incidentes de los últimos meses, según cálculos no oficiales, ¡hay al menos 80 muertos en estas operaciones! Eso es una barbaridad. Y mientras tanto, Estados Unidos dice que solo está cumpliendo con su deber de combatir el narcotráfico. La verdad, aquí no hay blanco y negro, hay muchísimas zonas grises y decisiones difíciles que tomar. Parece que prefieren actuar primero y preguntar después, y eso nunca termina bien.
Con todo este panorama, uno se queda pensando: ¿hasta dónde llegará el gobierno de Trump en su cruzada contra el narcotráfico y las organizaciones criminales? ¿Estamos ante el inicio de una escalada militar en América Latina? ¿O simplemente estamos viendo el reflejo de una política exterior agresiva y sin escrúpulos? Díganme ustedes, compas: ¿creen que estas acciones justifican el costo humano y la inestabilidad regional? ¿Cuál debería ser la respuesta de la comunidad internacional frente a estas prácticas?
Según dicen, la operación la realizó la Fuerza de Tareas Conjuntas Southern Spear, unos comandos especiales que andan patrullando esas aguas. Dicen que la embarcación era utilizada por una organización terrorista designada – esos nombres siempre suenan a película –, y que llevaba droga hasta arriba. Lo que nadie explica bien es cómo supieron exactamente qué hacía esa nave y por qué tuvieron que mandar misiles pa' detenerla. Un poco exagerado, ¿no creen?
Las imágenes que mandaron del incidente son impactantes: una lancha navegando tranquila y, de repente, ¡bum!, una explosión enorme. Dicen que no hubo bajas americanas, gracias a Dios, pero cuatro vidas se fueron al traste. Claro, los de allá lo presentan como una victoria en la guerra contra las drogas, pero aquí nos quedan las preguntas flotando en el aire: ¿cuál es la legalidad de estas operaciones en aguas internacionales? ¿Y quién garantiza que no estaban haciendo otra cosa?
Para rematar, justo el día de la explosión, el presidente Trump estaba dando un discurso sobre seguridad, drogas y migración. Se jactó de haber reducido en un 94% el ingreso de drogas al país, lo cual suena bastante a cuento chino, si me permiten decirlo. Vincula directamente el ataque con su política, claro, pero la verdad es que parece más una forma de justificar sus acciones y seguirle apretando las tuercas a Venezuela.
Porque ahí viene el otro problemón: la relación entre Estados Unidos y Venezuela sigue hirviendo. Desde hace buen rato, Trump no reconoce a Maduro como presidente legítimo, y ahora, con estos ataques frecuentes a embarcaciones sospechosas, la cosa se pone más tensa. Maduro, obviamente, lo ha tomado como una provocación y ha dicho que va a enviar barcos militares a escoltar sus petroleros. ¡Uy, uy, uy! Esto podría acabar en un lío serio, mánguez.
Organizaciones internacionales y grupos de derechos humanos ya están levantando la ceja. Muchos consideran que estos ataques son una violación al derecho internacional y que podrían estar equivalentes a ejecuciones extrajudiciales, porque no hay juicio previo ni garantías procesales. Esto no es ningún juego, muchachos. Estamos hablando de vidas humanas y de romper las reglas de la convivencia internacional.
Si sumamos todos los incidentes de los últimos meses, según cálculos no oficiales, ¡hay al menos 80 muertos en estas operaciones! Eso es una barbaridad. Y mientras tanto, Estados Unidos dice que solo está cumpliendo con su deber de combatir el narcotráfico. La verdad, aquí no hay blanco y negro, hay muchísimas zonas grises y decisiones difíciles que tomar. Parece que prefieren actuar primero y preguntar después, y eso nunca termina bien.
Con todo este panorama, uno se queda pensando: ¿hasta dónde llegará el gobierno de Trump en su cruzada contra el narcotráfico y las organizaciones criminales? ¿Estamos ante el inicio de una escalada militar en América Latina? ¿O simplemente estamos viendo el reflejo de una política exterior agresiva y sin escrúpulos? Díganme ustedes, compas: ¿creen que estas acciones justifican el costo humano y la inestabilidad regional? ¿Cuál debería ser la respuesta de la comunidad internacional frente a estas prácticas?
