¡Ay, Dios mío! La cosa está que arde en el Patronato Nacional de la Infancia (PANI). El Sindicato de Empleados del Patronato (SEPI), esos que siempre andan ojo avizor, soltó un comunicado que dejó a más de uno con la boca abierta. Parece que no les ha sentado nada bien la onda con cómo están llevando las pesquisas por el video de la hija de Álvaro Ramos, el aspirante a la Presidencia. ¡Qué torta!
Para ponerlos al tanto, la vaina empezó con la circulación de un video donde se veía a la hija del candidato metida en lo que parece una actividad de campaña. Ahí fue cuando el PANI dijo que iba a investigar, pero el SEPI no quedó muy convencido. Argumentan que sí, claro, que le dan buenos puntos a la institución actuar rápido cuando se trata de defender los derechos de los ninos, pero que este caso huele a chamaco… a chamaco político, pa' ser precisos.
Y es que el SEPI señala que, ¿dónde quedamos? Que cuando se trata de figuras públicas, el PANI reacciona a toda velocidad, con comunicados y apariciones en todos lados. Pero, díganme ustedes, ¿qué pasa con los cientos de casos que se quedan olvidados? Niños y adolescentes en la calle, sufriendo hambre y abandono, exponiéndose a mil y un peligros, y el PANI anda con velas encendidas solo cuando hay cámara. ¡Qué pena ajena!
No solo eso, sino que también sacaron a relucir las cosas feas que pasan dentro de los propios albergues del PANI. Violencia, falta de espacio, carencias materiales… Un brete de problemas estructurales que hacen ver que la atención a estos casos de alto perfil es solo un show, una estrategia para quedar bien ante la galería. ¡Tremendo!
El sindicato va directo al grano: exigen que se aplique el principio del “interés superior de la persona menor de edad” de manera igualitaria. Nada de medias tintas, nada de tratar diferente a un niño porque su papá quiere llegar a Casa Amarilla. Se acabó el jueguito, dicen ellos. Hay que dejar de lado las influencias políticas y mediáticas y enfocarse en proteger a los más vulnerables, sin importar quién esté involucrado.
Este caso, además, pone encima de la mesa la necesidad urgente de revisar la legislación actual sobre protección infantil. ¿Hasta qué punto están permitiendo que los menores sean utilizados en campañas políticas? ¿Qué mecanismos tenemos para evitarlo? Definitivamente, esto amerita un debate serio y profundo, no solo entre los políticos, sino entre toda la sociedad costarricense. Porque al final, estamos hablando del futuro de nuestros hijos.
Muchos se preguntan si esta movida del SEPI es pura oportunismo, una forma de meterle presión a la institución o al candidato Ramos. Otros creen que es una voz legítima que busca exigir transparencia y justicia. Lo cierto es que el tema ya está dando de qué hablar y no se espera que se calme pronto. Veremos qué sale de esta, pero una cosa es segura: el PANI tendrá que dar muchas explicaciones.
En fin, parece que la precampaña presidencial llegó hasta los rincones más oscuros de la protección infantil. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Estamos dispuestos a sacrificar el bienestar de nuestros niños y adolescentes en aras de intereses políticos? ¡Dígame usted, qué piensa al respecto?
Para ponerlos al tanto, la vaina empezó con la circulación de un video donde se veía a la hija del candidato metida en lo que parece una actividad de campaña. Ahí fue cuando el PANI dijo que iba a investigar, pero el SEPI no quedó muy convencido. Argumentan que sí, claro, que le dan buenos puntos a la institución actuar rápido cuando se trata de defender los derechos de los ninos, pero que este caso huele a chamaco… a chamaco político, pa' ser precisos.
Y es que el SEPI señala que, ¿dónde quedamos? Que cuando se trata de figuras públicas, el PANI reacciona a toda velocidad, con comunicados y apariciones en todos lados. Pero, díganme ustedes, ¿qué pasa con los cientos de casos que se quedan olvidados? Niños y adolescentes en la calle, sufriendo hambre y abandono, exponiéndose a mil y un peligros, y el PANI anda con velas encendidas solo cuando hay cámara. ¡Qué pena ajena!
No solo eso, sino que también sacaron a relucir las cosas feas que pasan dentro de los propios albergues del PANI. Violencia, falta de espacio, carencias materiales… Un brete de problemas estructurales que hacen ver que la atención a estos casos de alto perfil es solo un show, una estrategia para quedar bien ante la galería. ¡Tremendo!
El sindicato va directo al grano: exigen que se aplique el principio del “interés superior de la persona menor de edad” de manera igualitaria. Nada de medias tintas, nada de tratar diferente a un niño porque su papá quiere llegar a Casa Amarilla. Se acabó el jueguito, dicen ellos. Hay que dejar de lado las influencias políticas y mediáticas y enfocarse en proteger a los más vulnerables, sin importar quién esté involucrado.
Este caso, además, pone encima de la mesa la necesidad urgente de revisar la legislación actual sobre protección infantil. ¿Hasta qué punto están permitiendo que los menores sean utilizados en campañas políticas? ¿Qué mecanismos tenemos para evitarlo? Definitivamente, esto amerita un debate serio y profundo, no solo entre los políticos, sino entre toda la sociedad costarricense. Porque al final, estamos hablando del futuro de nuestros hijos.
Muchos se preguntan si esta movida del SEPI es pura oportunismo, una forma de meterle presión a la institución o al candidato Ramos. Otros creen que es una voz legítima que busca exigir transparencia y justicia. Lo cierto es que el tema ya está dando de qué hablar y no se espera que se calme pronto. Veremos qué sale de esta, pero una cosa es segura: el PANI tendrá que dar muchas explicaciones.
En fin, parece que la precampaña presidencial llegó hasta los rincones más oscuros de la protección infantil. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Estamos dispuestos a sacrificar el bienestar de nuestros niños y adolescentes en aras de intereses políticos? ¡Dígame usted, qué piensa al respecto?
