¡Ay, Dios mío! La educación pública en Limón está dando patadas al aire. Resulta que 45 centros educativos en la provincia llanera enfrentan el fantasma del cierre total, todo por culpa de una infraestructura que parece salida de un documental de National Geographic… ¡pero en versión post-apocalíptica! Las órdenes sanitarias de categoría roja se amontonan, evidenciando un problema crónico que parece no tener solución a la vista.
Según datos de la Dirección de Infraestructura Educativa (DIE), la situación es crítica. El Caribe es la zona del país con más instituciones educativas pidiendo gritos de ayuda urgente. Parece que alguien olvidó que las escuelas son el corazón de nuestras comunidades y que invertir en ellas es sembrar futuro. Pero bueno, ahí estamos, viendo cómo nuestros niños y niñas estudian entre goteras y paredes agrietadas... ¡qué torta!
Para ponerle número a este drama, Limón ocupa el tercer lugar a nivel nacional en órdenes sanitarias, con un total de 198. Solo Puntarenas y Alajuela tienen peor panorama, aunque ni ellos suman tantos cierres totales. Se han movido unos ¢42.837 millones desde 2022 para arreglar estas situaciones a lo largo del país, pero la DIE no nos dice cuánto de esa lana llegó a Limón, la provincia que más lo necesita. ¡Digan la verdad, por favor!
Y hablando de verdades, los diputados limonenses no se andan con rodeos. Geison Valverde, del PLN, soltó que “ha habido un abandono total y completo”. Dice que hace 12, 15 o hasta 20 años que no construyen nada nuevo decente y que se han perdido las prácticas básicas de mantenimiento preventivo. ¡Parece mentira, pero resulta que dejaron que todo se vaya al traste!
Y no solo él opina igual. Yonder Salas, de Nueva República, afirma que la Asamblea Legislativa ha hecho lo posible por apoyar, mencionando presupuestos y créditos internacionales. Incluso, apuntó al préstamo de 700 millones de dólares destinado a obras en riesgo, que incluía algunos colegios. ¡Pero a ver si esos fondos llegan de verdad y no se pierden en papeleo!
María Marta Carballo, del PUSC, enfatizó que tenemos una deuda enorme con Limón en materia de infraestructura educativa. Menciona escuelas como Villa del Mar, Colina y Río Banano, donde las necesidades son más que urgentes. Reconoce haber apoyado recursos para la escuela de Limoncito, pero admite que “persiste un abandono evidente” en otras partes.
Katherine Moreira, también del PLN, arremetió contra el gobierno actual, señalando una “falta de acción y de compromiso”. Afirma que no puede ser una coincidencia que Limón lidere la tabla de cierres totales. ¡Realmente da qué pensar! Parece que en San José viven en otra galaxia y no ven la realidad que vivimos nosotros acá en el Caribe. Una verdadera carga esto, diay.
La situación es clara: Limón clama por atención y soluciones. Hemos visto promesas, hemos escuchado discursos, pero la realidad sigue siendo la misma: escuelas en ruinas y estudiantes afectados. Entonces, amigos y amigas, la pregunta es: ¿Cómo podemos exigir responsabilidades a quienes toman decisiones y asegurar que la educación en Limón reciba la inversión y el cuidado que merece?
	
		
			
		
		
	
				
			Según datos de la Dirección de Infraestructura Educativa (DIE), la situación es crítica. El Caribe es la zona del país con más instituciones educativas pidiendo gritos de ayuda urgente. Parece que alguien olvidó que las escuelas son el corazón de nuestras comunidades y que invertir en ellas es sembrar futuro. Pero bueno, ahí estamos, viendo cómo nuestros niños y niñas estudian entre goteras y paredes agrietadas... ¡qué torta!
Para ponerle número a este drama, Limón ocupa el tercer lugar a nivel nacional en órdenes sanitarias, con un total de 198. Solo Puntarenas y Alajuela tienen peor panorama, aunque ni ellos suman tantos cierres totales. Se han movido unos ¢42.837 millones desde 2022 para arreglar estas situaciones a lo largo del país, pero la DIE no nos dice cuánto de esa lana llegó a Limón, la provincia que más lo necesita. ¡Digan la verdad, por favor!
Y hablando de verdades, los diputados limonenses no se andan con rodeos. Geison Valverde, del PLN, soltó que “ha habido un abandono total y completo”. Dice que hace 12, 15 o hasta 20 años que no construyen nada nuevo decente y que se han perdido las prácticas básicas de mantenimiento preventivo. ¡Parece mentira, pero resulta que dejaron que todo se vaya al traste!
Y no solo él opina igual. Yonder Salas, de Nueva República, afirma que la Asamblea Legislativa ha hecho lo posible por apoyar, mencionando presupuestos y créditos internacionales. Incluso, apuntó al préstamo de 700 millones de dólares destinado a obras en riesgo, que incluía algunos colegios. ¡Pero a ver si esos fondos llegan de verdad y no se pierden en papeleo!
María Marta Carballo, del PUSC, enfatizó que tenemos una deuda enorme con Limón en materia de infraestructura educativa. Menciona escuelas como Villa del Mar, Colina y Río Banano, donde las necesidades son más que urgentes. Reconoce haber apoyado recursos para la escuela de Limoncito, pero admite que “persiste un abandono evidente” en otras partes.
Katherine Moreira, también del PLN, arremetió contra el gobierno actual, señalando una “falta de acción y de compromiso”. Afirma que no puede ser una coincidencia que Limón lidere la tabla de cierres totales. ¡Realmente da qué pensar! Parece que en San José viven en otra galaxia y no ven la realidad que vivimos nosotros acá en el Caribe. Una verdadera carga esto, diay.
La situación es clara: Limón clama por atención y soluciones. Hemos visto promesas, hemos escuchado discursos, pero la realidad sigue siendo la misma: escuelas en ruinas y estudiantes afectados. Entonces, amigos y amigas, la pregunta es: ¿Cómo podemos exigir responsabilidades a quienes toman decisiones y asegurar que la educación en Limón reciba la inversión y el cuidado que merece?