¡Ay, Dios mío, qué vaina! Resulta que la Contraloría General de la República le ha dado duro a la Setena, la Secretaría Técnica Nacional Ambiental, y no precisamente para decirles “qué lindo” las cosas. Han sacado a relucir un informe de auditoría que pinta feo, muy feo, porque parece que la forma en que Setena da luz verde a proyectos podría estar llena de resorteras, digo, riesgos de corrupción.
Para ponerle contextito a la cosa, Setena es la encargada de revisar si esos proyectos que quieren construir – ya sean centros comerciales, carreteras, o hasta ranitas ecológicas– no van a hacerle daño al ambiente ni a la gente que vive cerca. Su trabajo es crucial, vamos, decide si podemos seguir construyendo sin destruir todo lo que nos rodea, pero al parecer, ahí hay algo turbio en cómo lo están haciendo.
Según el informe, la gestión de riesgos de corrupción en Setena está más floja que café frío. No que no exista, claro, pero sí que es débil, inoportuna, y no llega a cubrir todas las áreas donde debería. Las alarmas deberían sonar a todo volumen, porque dicen que los controles para verificar que la información que usan sea verdadera y confiable son como papel mojado. Además, señalan que no involucran a toda la gente que participa en el proceso, dejando huecos peligrosos.
Lo más preocupante es que Setena parece reaccionar solo cuando alguien les reclama. En lugar de estar al tanto de lo que pasa y supervisar activamente los proyectos, esperan a que un desarrollador o algún vecino molesto se queje. ¡Imagínate!, esperar a que la vaca esté preñada para darle un chequeo. Esto abre la puerta a que se hagan cositas raras y se puedan pasar por alto daños ambientales graves. Parece que están más tranquilos viendo telenovelas que cuidando nuestros ríos y bosques.
Y para rematar, los números son escalofriantes. Dicen que casi el 74% de las evaluaciones de impacto ambiental que revisaron tenían problemas, ojitos abiertos. ¡Eso es muchísima falla! Pero eso no es todo, también encontraron que el 90% de los proyectos fueron aprobados sin siquiera ir a verlos en persona. ¡Sin pisarle al barro! Y el 60% de las veces que sí querían ir, nunca llegaban. ¡Qué barbaridad!
Como si fuera poco, descubrieron que apenas una cuarta parte de estos estudios se publican en la página web de Setena. ¿A dónde quieren llegar? ¿Esconder información para que nadie vea qué está pasando? ¡Esto huele a trampa, mae! El caso de Quepos, con 16 incumplimientos detectados, es la prueba de que estas fallas pueden tener consecuencias reales para el medio ambiente y las comunidades.
Ante este panorama, el ente contralor ya mandó cartas al Ministerio de Ambiente y a Setena, diciéndoles que corrijan la onda y pongan sus casas en orden. Hay que fortalecer los controles, supervisar más de cerca los proyectos y asegurarse de que todo se haga transparentemente. Esperemos que esta vez escuchen y tomen cartas en el asunto, porque estamos hablando del futuro de nuestro país, ¡y no queremos acabar con un desastre ambiental!
Ahora dime, ¿crees que esto es un problema aislado o es señal de algo más profundo en cómo gestionamos el desarrollo en Costa Rica? ¿Deberíamos exigir una revisión completa de todos los procesos de aprobación de proyectos ambientales, o crees que Setena puede arreglarlo internamente?
Para ponerle contextito a la cosa, Setena es la encargada de revisar si esos proyectos que quieren construir – ya sean centros comerciales, carreteras, o hasta ranitas ecológicas– no van a hacerle daño al ambiente ni a la gente que vive cerca. Su trabajo es crucial, vamos, decide si podemos seguir construyendo sin destruir todo lo que nos rodea, pero al parecer, ahí hay algo turbio en cómo lo están haciendo.
Según el informe, la gestión de riesgos de corrupción en Setena está más floja que café frío. No que no exista, claro, pero sí que es débil, inoportuna, y no llega a cubrir todas las áreas donde debería. Las alarmas deberían sonar a todo volumen, porque dicen que los controles para verificar que la información que usan sea verdadera y confiable son como papel mojado. Además, señalan que no involucran a toda la gente que participa en el proceso, dejando huecos peligrosos.
Lo más preocupante es que Setena parece reaccionar solo cuando alguien les reclama. En lugar de estar al tanto de lo que pasa y supervisar activamente los proyectos, esperan a que un desarrollador o algún vecino molesto se queje. ¡Imagínate!, esperar a que la vaca esté preñada para darle un chequeo. Esto abre la puerta a que se hagan cositas raras y se puedan pasar por alto daños ambientales graves. Parece que están más tranquilos viendo telenovelas que cuidando nuestros ríos y bosques.
Y para rematar, los números son escalofriantes. Dicen que casi el 74% de las evaluaciones de impacto ambiental que revisaron tenían problemas, ojitos abiertos. ¡Eso es muchísima falla! Pero eso no es todo, también encontraron que el 90% de los proyectos fueron aprobados sin siquiera ir a verlos en persona. ¡Sin pisarle al barro! Y el 60% de las veces que sí querían ir, nunca llegaban. ¡Qué barbaridad!
Como si fuera poco, descubrieron que apenas una cuarta parte de estos estudios se publican en la página web de Setena. ¿A dónde quieren llegar? ¿Esconder información para que nadie vea qué está pasando? ¡Esto huele a trampa, mae! El caso de Quepos, con 16 incumplimientos detectados, es la prueba de que estas fallas pueden tener consecuencias reales para el medio ambiente y las comunidades.
Ante este panorama, el ente contralor ya mandó cartas al Ministerio de Ambiente y a Setena, diciéndoles que corrijan la onda y pongan sus casas en orden. Hay que fortalecer los controles, supervisar más de cerca los proyectos y asegurarse de que todo se haga transparentemente. Esperemos que esta vez escuchen y tomen cartas en el asunto, porque estamos hablando del futuro de nuestro país, ¡y no queremos acabar con un desastre ambiental!
Ahora dime, ¿crees que esto es un problema aislado o es señal de algo más profundo en cómo gestionamos el desarrollo en Costa Rica? ¿Deberíamos exigir una revisión completa de todos los procesos de aprobación de proyectos ambientales, o crees que Setena puede arreglarlo internamente?