¡Ay, Dios mío! Aquí seguimos con las novelas políticas, pero ahora con toques de humor involuntario. Resulta que nuestro querido presidente Rodrigo Chaves, en medio de sus declaraciones sobre la situación diplomática con Estados Unidos y Catalina Crespo, se mandó una bochornosa – perdón, ¡una torta! –, confundiendo al señor Gustavo Román Jacobo, del TSE, con la mismísima empresa Román MegaVallas. Diay, parece que la visibilidad de las vallas publicitarias del país ya llegó hasta la cabeza del ejecutivo, y eso que no es poca cosa.
Para ponerlos en onda, recuerden que todo esto sucedió mientras el presidente respondía preguntas sobre la citación de la embajadora Crespo ante el Congreso de Estados Unidos para tratar el tema de su inmunidad. En medio de la explicación, Chaves comenzó a hablar sobre Gustavo Román, mencionando esas dos becas completas con goce de salario que supuestamente recibió en España. Ahí fue donde la cosa se puso interesante, porque de repente el nombre “Román” pareció transformarse en “MegaVallas”. ¡Qué sal!
Y no es para sorprenderse mucho, pues Román MegaVallas se ha consolidado como la número uno en publicidad exterior en Costa Rica, con más de 250 vallas y un montón de landmarks estratégicamente ubicados. Están por toda la carretera, en los centros comerciales... ¡hasta en sueños! No es casualidad que hayan llegado a este nivel de exposición; sus campañas son creativas, sus formatos son impactantes y su estrategia de marketing ha sido más efectiva que un buen café tico por la mañana.
La reacción fue inmediata, como era de esperarse. Primero, los periodistas presentes aguantaron la risa a duras penas, tratando de mantener la compostura. Luego, las redes sociales explotaron con memes y comentarios ingeniosos. Desde “Chaves viendo vallas MegaVallas en su mente subconsciente” hasta “Ahora entiendo por qué el país está tan colorido”. Hasta yo, que les escribo esto, me quedé pensando si alguna vez le había pasado algo parecido. ¡Imagínate confundir al Ministro de Hacienda con una tienda de víveres!
Más allá del factor cómico, este episodio plantea una reflexión importante sobre la omnipresencia de la publicidad en nuestra sociedad. Llegamos a un punto en que las marcas, especialmente aquellas con tanta visibilidad como Román MegaVallas, se infiltran en nuestro inconsciente colectivo. Ya ni nos damos cuenta de cuántos anuncios vemos cada día, y eso puede afectar nuestra percepción de la realidad, hasta llevar al presidente a confundir personas con empresas. ¡Una carga!
Claro, algunos podrían decir que esto es simplemente un error humano, y que cualquiera podría equivocarse. Pero la verdad es que este desliz presidencial sirve para resaltar el poder de la comunicación visual y la importancia de prestar atención a los detalles, sobre todo cuando estás hablando delante de cámaras. Imaginen si hubiera dicho otra cosa... ¡qué brete!
Volviendo a la telenovela diplomática, la convocatoria de Estados Unidos a la embajadora Crespo sigue siendo el tema central del debate político. Pero, indudablemente, la escena del presidente confundiendo a Román con MegaVallas quedará grabada en la memoria colectiva como el momento más divertido (y vergonzoso) de la semana. Un clásico para contarle a los nietos, o al menos para compartirlo con los amigos en WhatsApp.
En fin, entre temas de Estado y confusiones presidenciales, la vida en Costa Rica sigue su curso. Ahora bien, queridos lectores, ¿creen que este incidente refleja un problema mayor de atención en nuestros líderes políticos, o simplemente fue un resbalón inofensivo causado por la excesiva publicidad que nos rodea? ¡Déjenme saber su opinión en los comentarios!
Para ponerlos en onda, recuerden que todo esto sucedió mientras el presidente respondía preguntas sobre la citación de la embajadora Crespo ante el Congreso de Estados Unidos para tratar el tema de su inmunidad. En medio de la explicación, Chaves comenzó a hablar sobre Gustavo Román, mencionando esas dos becas completas con goce de salario que supuestamente recibió en España. Ahí fue donde la cosa se puso interesante, porque de repente el nombre “Román” pareció transformarse en “MegaVallas”. ¡Qué sal!
Y no es para sorprenderse mucho, pues Román MegaVallas se ha consolidado como la número uno en publicidad exterior en Costa Rica, con más de 250 vallas y un montón de landmarks estratégicamente ubicados. Están por toda la carretera, en los centros comerciales... ¡hasta en sueños! No es casualidad que hayan llegado a este nivel de exposición; sus campañas son creativas, sus formatos son impactantes y su estrategia de marketing ha sido más efectiva que un buen café tico por la mañana.
La reacción fue inmediata, como era de esperarse. Primero, los periodistas presentes aguantaron la risa a duras penas, tratando de mantener la compostura. Luego, las redes sociales explotaron con memes y comentarios ingeniosos. Desde “Chaves viendo vallas MegaVallas en su mente subconsciente” hasta “Ahora entiendo por qué el país está tan colorido”. Hasta yo, que les escribo esto, me quedé pensando si alguna vez le había pasado algo parecido. ¡Imagínate confundir al Ministro de Hacienda con una tienda de víveres!
Más allá del factor cómico, este episodio plantea una reflexión importante sobre la omnipresencia de la publicidad en nuestra sociedad. Llegamos a un punto en que las marcas, especialmente aquellas con tanta visibilidad como Román MegaVallas, se infiltran en nuestro inconsciente colectivo. Ya ni nos damos cuenta de cuántos anuncios vemos cada día, y eso puede afectar nuestra percepción de la realidad, hasta llevar al presidente a confundir personas con empresas. ¡Una carga!
Claro, algunos podrían decir que esto es simplemente un error humano, y que cualquiera podría equivocarse. Pero la verdad es que este desliz presidencial sirve para resaltar el poder de la comunicación visual y la importancia de prestar atención a los detalles, sobre todo cuando estás hablando delante de cámaras. Imaginen si hubiera dicho otra cosa... ¡qué brete!
Volviendo a la telenovela diplomática, la convocatoria de Estados Unidos a la embajadora Crespo sigue siendo el tema central del debate político. Pero, indudablemente, la escena del presidente confundiendo a Román con MegaVallas quedará grabada en la memoria colectiva como el momento más divertido (y vergonzoso) de la semana. Un clásico para contarle a los nietos, o al menos para compartirlo con los amigos en WhatsApp.
En fin, entre temas de Estado y confusiones presidenciales, la vida en Costa Rica sigue su curso. Ahora bien, queridos lectores, ¿creen que este incidente refleja un problema mayor de atención en nuestros líderes políticos, o simplemente fue un resbalón inofensivo causado por la excesiva publicidad que nos rodea? ¡Déjenme saber su opinión en los comentarios!