¡Ay, Dios mío! La Asamblea Legislativa parece que anda a paso de tortuga con el tema de las jornadas 4-3. Ya van como tres meses desde que pusieron el tema en vía rápida y seguimos dando vueltas como pez en cacholeta. Parece que la paciencia de algunos diputados se está terminando, pero bueno, esto es política, ¿qué vamos a hacer?
Si les contamos, la cosa empezó el 7 de julio, con la promesa de agilizar el trámite. Pero luego vino la marea de mociones, ¡más de dos mil y media! Y encima, otras dos mil y media de enmiendas de revisión... ¡Una verdadera torta! Desde entonces, las sesiones han sido un ir y venir constante, con quórums rotos y recesos inesperados. La verdad, da qué pensar cómo podemos avanzar así.
Este miércoles retomaron el debate, y aunque al principio parecía que iban a echarle empeño –votaron 11 mociones seguidas–, pronto se empantanaron de nuevo. Entre rompimientos de quorum y problemas técnicos, la sesión se fue arrastrando. Al final, tuvimos nueve quórums caídos y un par de recesos, uno pedido por el PLN y otro por la Presidencia del Directorio para arreglar cositas. Uno se pregunta si realmente quieren llegar a una conclusión o si prefieren mantenernos así, eternamente debatiendo.
Para darle más sabor al brete, hay que recordar que quedan aún 1.910 mociones por votar. ¡Sí, leyeron bien! Casi dos mil mociones pendientes. Y eso sin contar las enmiendas de revisión, que siguen acumulándose. Algunos dicen que los diputados deberían trabajar más duro, dedicarle más tiempo, pero otros argumentan que ya están agotados. Lo cierto es que el tema se va a extender, probablemente hasta los primeros meses del próximo año. ¡Qué carga!
Y ni hablar de lo que pasa ahora que termina el período de sesiones ordinarias. El 30 de octubre cerramos con eso y a partir del 3 de noviembre entra en juego el Poder Ejecutivo, quien marcará la pauta. Es muy probable que quieran mantener las jornadas 4-3 como prioridad, lo cual significa que seguiremos viendo debates y votaciones por mucho tiempo. Los pobres diputados no tendrán respiro, y nosotros, los ciudadanos, tendremos que seguir esperando… y comentando, claro.
Muchos analistas políticos señalan que este proceso lento y lleno de obstáculos refleja la polarización existente en la Asamblea Legislativa. Cada partido defiende sus intereses y busca modificar el proyecto original, lo que dificulta llegar a un acuerdo. Además, la complejidad del tema –la necesidad de equilibrar los derechos laborales con las necesidades de las empresas– hace que surjan diferentes puntos de vista y propuestas. Pero, ay, la realidad es que necesitamos una solución, y rápido, porque los trabajadores necesitan certeza y las empresas necesitan poder planificar.
Algunos incluso bromean diciendo que deberíamos contratar un chamán para que levante la “mala vara” que pesa sobre el tema. Porque sinceramente, parece que estamos atrapados en un bucle infinito de mociones y enmiendas. Otros sugieren que se debería considerar una alternativa diferente, como buscar un consenso más amplio entre todos los partidos políticos y sectores involucrados. La verdad, cualquier idea es válida a estas alturas. De hecho, algunos expertos opinan que la falta de comunicación entre el gobierno y la oposición ha contribuido a este estancamiento.
Bueno, compas, ya saben la historia. Las jornadas 4-3 siguen atascadas en el Congreso, y parece que no hay luz al final del túnel. Con tantas mociones pendientes y la incertidumbre sobre el futuro, me pregunto: ¿creemos que los diputados lograrán aprobar este proyecto antes de fin de año, o nos espera un largo y tedioso debate durante los primeros meses del 2024?
Si les contamos, la cosa empezó el 7 de julio, con la promesa de agilizar el trámite. Pero luego vino la marea de mociones, ¡más de dos mil y media! Y encima, otras dos mil y media de enmiendas de revisión... ¡Una verdadera torta! Desde entonces, las sesiones han sido un ir y venir constante, con quórums rotos y recesos inesperados. La verdad, da qué pensar cómo podemos avanzar así.
Este miércoles retomaron el debate, y aunque al principio parecía que iban a echarle empeño –votaron 11 mociones seguidas–, pronto se empantanaron de nuevo. Entre rompimientos de quorum y problemas técnicos, la sesión se fue arrastrando. Al final, tuvimos nueve quórums caídos y un par de recesos, uno pedido por el PLN y otro por la Presidencia del Directorio para arreglar cositas. Uno se pregunta si realmente quieren llegar a una conclusión o si prefieren mantenernos así, eternamente debatiendo.
Para darle más sabor al brete, hay que recordar que quedan aún 1.910 mociones por votar. ¡Sí, leyeron bien! Casi dos mil mociones pendientes. Y eso sin contar las enmiendas de revisión, que siguen acumulándose. Algunos dicen que los diputados deberían trabajar más duro, dedicarle más tiempo, pero otros argumentan que ya están agotados. Lo cierto es que el tema se va a extender, probablemente hasta los primeros meses del próximo año. ¡Qué carga!
Y ni hablar de lo que pasa ahora que termina el período de sesiones ordinarias. El 30 de octubre cerramos con eso y a partir del 3 de noviembre entra en juego el Poder Ejecutivo, quien marcará la pauta. Es muy probable que quieran mantener las jornadas 4-3 como prioridad, lo cual significa que seguiremos viendo debates y votaciones por mucho tiempo. Los pobres diputados no tendrán respiro, y nosotros, los ciudadanos, tendremos que seguir esperando… y comentando, claro.
Muchos analistas políticos señalan que este proceso lento y lleno de obstáculos refleja la polarización existente en la Asamblea Legislativa. Cada partido defiende sus intereses y busca modificar el proyecto original, lo que dificulta llegar a un acuerdo. Además, la complejidad del tema –la necesidad de equilibrar los derechos laborales con las necesidades de las empresas– hace que surjan diferentes puntos de vista y propuestas. Pero, ay, la realidad es que necesitamos una solución, y rápido, porque los trabajadores necesitan certeza y las empresas necesitan poder planificar.
Algunos incluso bromean diciendo que deberíamos contratar un chamán para que levante la “mala vara” que pesa sobre el tema. Porque sinceramente, parece que estamos atrapados en un bucle infinito de mociones y enmiendas. Otros sugieren que se debería considerar una alternativa diferente, como buscar un consenso más amplio entre todos los partidos políticos y sectores involucrados. La verdad, cualquier idea es válida a estas alturas. De hecho, algunos expertos opinan que la falta de comunicación entre el gobierno y la oposición ha contribuido a este estancamiento.
Bueno, compas, ya saben la historia. Las jornadas 4-3 siguen atascadas en el Congreso, y parece que no hay luz al final del túnel. Con tantas mociones pendientes y la incertidumbre sobre el futuro, me pregunto: ¿creemos que los diputados lograrán aprobar este proyecto antes de fin de año, o nos espera un largo y tedioso debate durante los primeros meses del 2024?
