Bueno, tapadito, vamos a platicar de un problemón que nos afecta a todos los josefinos, y es que nuestra capital parece haberle perdido el ritmo al asunto de la basura. Más allá de los baches y el tráfico eterno, hay otro brete que nos está royendo el bolsillo y hasta la salud: la gestión de residuos sólidos. Resulta que, aunque la municipalidad se esté esforzando (o eso dicen), estamos yéndonos al traste en este tema.
Según el Plan Municipal de Gestión Integral de Residuos Sólidos 2026-2031, que ya salió a discusión pública, la realidad pinta fea. ¡Imagínate!, seis de cada diez negocios no separan su basura. Sí, señor, así como lo leen. Un 65,3% de los comercios, incluso aquellos que tienen el servicio de recolección diferenciada cerca, simplemente hacen caso omiso. Esto significa más camiones llenos de basura camino al relleno sanitario y menos oportunidades de recuperar algo útil. Las campañas de concientización, por mucho que las hayan hecho coloridas, no han logrado mover ni una ceja a este sector que genera montones de desechos y debería dar el ejemplo.
Y no crean que el problema es solo de los comerciantes, porque el panorama general es todavía más agridulce. A pesar de tener recolección diferenciada formal, apenas un 2% de nuestros residuos se logra valorizar. ¡Un dos por ciento! En 2025 fue aún peor, apenas 1,6%. ¡Eso es prácticamente nada, mae! Es el reflejo de un sistema con fallas estructurales: la contaminación de los materiales dificulta el proceso, los precios son inestables, hay pocos gestores autorizados y los costos operativos se comen cualquier ganancia posible. La municipalidad no se anda con rodeos: reciclar no genera beneficios suficientes para mantenerse; se paga con nuestras tasas y eso, digámoslo clarito, duele al bolsillo.
El resultado de todo esto es simple: San José se está ensuciando a pasos agigantados. Y nosotros, los ciudadanos, pagamos la factura doblemente: con impuestos y con una ciudad llena de basura que ni siquiera se procesa como debería. Ya no es cuestión de ser “verdes” o andar predcando ecología barata, es un tema de gestión pública eficiente. Cuando solo se aprovecha el 2% de los residuos, la conversación ya no gira en torno al medio ambiente, sino a cómo se está gestionando administrativamente todo este caos.
El nuevo plan intenta darle un giro diferente a la jugada, jerarquizando el manejo de residuos y priorizando la prevención de su generación, la reducción del consumo y la extensión de la vida útil de los productos. Además, promete sanciones más duras para quienes no cumplan las normas, tecnología para rastrear los residuos, compostaje, aprovechamiento energético y colaboraciones con empresas privadas y la ciudadanía. Aunque todavía está en discusión y no sabemos cuándo arrancará, al menos reconoce algo que debimos aceptar hace mucho: reciclar no basta si nadie separa la basura y el sistema no es sostenible.
Pero, bueno, aquí viene el punto clave: San José no puede seguir funcionando en modo piloto automático. Los comerciantes tienen que asumir su parte de responsabilidad y la municipalidad necesita convertir el diagnóstico en acciones reales, con vigilancia y consecuencias claras. Porque la capital se lo merece, mijo. Merece un modelo que funcione, que nos quite el estrés de ver tanta basura por doquier y nos permita respirar aire limpio (aunque sea un poco).
La verdad es que veo muchas promesas vacías, muchos planes bonitos en papel, pero poca voluntad política para aplicar medidas realmente efectivas. Hemos visto tantas iniciativas que se van al traste... ¡qué sal! Uno ya se queda pensando si alguna vez vamos a salir de esta torta. La falta de control, la permisividad y la burocracia son barreras difíciles de superar, pero no imposibles. Tenemos que exigir a nuestros representantes que hagan cumplir las leyes y que inviertan en soluciones sostenibles, no solo en parches temporales.
En fin, señoras y señores, la pelota está en el tejado de la municipalidad y de todos nosotros. ¿Será que finalmente veremos un cambio real en la gestión de residuos de San José, o seguiremos viendo nuestra ciudad hundirse cada vez más en la basura? Díganme, compas, ¿cuál creen que será el próximo movimiento para sacarnos de este brete?
Según el Plan Municipal de Gestión Integral de Residuos Sólidos 2026-2031, que ya salió a discusión pública, la realidad pinta fea. ¡Imagínate!, seis de cada diez negocios no separan su basura. Sí, señor, así como lo leen. Un 65,3% de los comercios, incluso aquellos que tienen el servicio de recolección diferenciada cerca, simplemente hacen caso omiso. Esto significa más camiones llenos de basura camino al relleno sanitario y menos oportunidades de recuperar algo útil. Las campañas de concientización, por mucho que las hayan hecho coloridas, no han logrado mover ni una ceja a este sector que genera montones de desechos y debería dar el ejemplo.
Y no crean que el problema es solo de los comerciantes, porque el panorama general es todavía más agridulce. A pesar de tener recolección diferenciada formal, apenas un 2% de nuestros residuos se logra valorizar. ¡Un dos por ciento! En 2025 fue aún peor, apenas 1,6%. ¡Eso es prácticamente nada, mae! Es el reflejo de un sistema con fallas estructurales: la contaminación de los materiales dificulta el proceso, los precios son inestables, hay pocos gestores autorizados y los costos operativos se comen cualquier ganancia posible. La municipalidad no se anda con rodeos: reciclar no genera beneficios suficientes para mantenerse; se paga con nuestras tasas y eso, digámoslo clarito, duele al bolsillo.
El resultado de todo esto es simple: San José se está ensuciando a pasos agigantados. Y nosotros, los ciudadanos, pagamos la factura doblemente: con impuestos y con una ciudad llena de basura que ni siquiera se procesa como debería. Ya no es cuestión de ser “verdes” o andar predcando ecología barata, es un tema de gestión pública eficiente. Cuando solo se aprovecha el 2% de los residuos, la conversación ya no gira en torno al medio ambiente, sino a cómo se está gestionando administrativamente todo este caos.
El nuevo plan intenta darle un giro diferente a la jugada, jerarquizando el manejo de residuos y priorizando la prevención de su generación, la reducción del consumo y la extensión de la vida útil de los productos. Además, promete sanciones más duras para quienes no cumplan las normas, tecnología para rastrear los residuos, compostaje, aprovechamiento energético y colaboraciones con empresas privadas y la ciudadanía. Aunque todavía está en discusión y no sabemos cuándo arrancará, al menos reconoce algo que debimos aceptar hace mucho: reciclar no basta si nadie separa la basura y el sistema no es sostenible.
Pero, bueno, aquí viene el punto clave: San José no puede seguir funcionando en modo piloto automático. Los comerciantes tienen que asumir su parte de responsabilidad y la municipalidad necesita convertir el diagnóstico en acciones reales, con vigilancia y consecuencias claras. Porque la capital se lo merece, mijo. Merece un modelo que funcione, que nos quite el estrés de ver tanta basura por doquier y nos permita respirar aire limpio (aunque sea un poco).
La verdad es que veo muchas promesas vacías, muchos planes bonitos en papel, pero poca voluntad política para aplicar medidas realmente efectivas. Hemos visto tantas iniciativas que se van al traste... ¡qué sal! Uno ya se queda pensando si alguna vez vamos a salir de esta torta. La falta de control, la permisividad y la burocracia son barreras difíciles de superar, pero no imposibles. Tenemos que exigir a nuestros representantes que hagan cumplir las leyes y que inviertan en soluciones sostenibles, no solo en parches temporales.
En fin, señoras y señores, la pelota está en el tejado de la municipalidad y de todos nosotros. ¿Será que finalmente veremos un cambio real en la gestión de residuos de San José, o seguiremos viendo nuestra ciudad hundirse cada vez más en la basura? Díganme, compas, ¿cuál creen que será el próximo movimiento para sacarnos de este brete?