¡Ay, mae! Aquí seguimos dando la vuelta al sol, y este 2026 no es la excepción. Pero parece que el expresidente Miguel Ángel Rodríguez le dio una buena reflexión a todos sobre esos propósitos de fin de año que nos prometemos religiosamente cada primero de enero. Ya saben, la dieta, el gimnasio, aprender francés... todo ese rollo que, honestamente, a veces se va al traste antes de febrero.
En sus sabias palabras, Rodríguez nos recordó que esa tradición del cambio de almanaque es mucho más que simplemente comprar un calendario nuevo. Es un momento para pararnos un ratito a reflexionar sobre el año que pasó, analizar dónde metimos la pata y, lo más importante, comprometernos a hacer las cosas diferentes en el venidero. Un examen de conciencia, vamos, como dicen por ahí, pa’ ver si estamos mamados o no.
Y ojo, no se trata solo de pedir perdón por las broncas y las equivocaciones. Según el exmandatario, lo importante es realmente *aprender* de esas experiencias. Como dice él, “el pesar por nuestros errores nos da paz”. ¡Uf, qué profundo, verdad?! Me imagino a don Miguel sentado tranquilamente con su café, reflexionando sobre cómo dirigir el país mientras disfruta de la vista desde su balcón.
Ahora, claro, todos sabemos que cumplir esos propósitos es más difícil que subir el Cerro Pelado caminando. Uno empieza con los mejores intenciones, se compra ropa deportiva que nunca usa y termina pidiendo pizza a medianoche. Pero Rodríguez nos anima a seguir intentándolo, aunque fallemos mil veces. Porque, según él, incluso intentar mejorar ya es un acto positivo.
Lo interesante de su discurso es cómo vincula los propósitos personales con el bienestar social. Él plantea que una mentalidad optimista, enfocada en la mejora continua, es fundamental para construir una sociedad mejor. “Si no puedo ser mejor, ¿por qué me voy a ocupar en mejorar?”, nos dice. ¡Un llamado a la acción para todos nosotros, chunches!
Y es que tiene razón, diay. En tiempos tan convulsos como los que vivimos, con tantas cargas y preocupaciones, aferrarnos a una visión positiva de la vida es más importante que nunca. No podemos andar con la mosca detrás de la oreja pensando que todo está perdido. Tenemos que creer que podemos marcar la diferencia, aunque sea pequeña.
Además, Rodríguez no deja pasar la oportunidad de recordar que, como costarricenses, tenemos la responsabilidad de moldear el futuro de nuestro país. “Somos libres, y dentro de nuestras limitaciones… podemos moldear el futuro de nuestra sociedad”, enfatizó. Y añadió que deberíamos comprometernos a trabajar por un Costa Rica y un mundo mejores, viviendo con amor y colaboración.
Así que ya lo saben, compas. Este 2026, pongámonos las pilas. Propongámonos mejorar, tanto a nivel personal como colectivo. Aunque nos salgamos del camino unas cuantas veces, lo importante es levantarnos y seguir adelante. Ahora dime, ¿cuál es ese propósito de fin de año que llevás rondando en la cabeza y que te atreves a cumplir este 2026, aunque seas un poco escéptico?
En sus sabias palabras, Rodríguez nos recordó que esa tradición del cambio de almanaque es mucho más que simplemente comprar un calendario nuevo. Es un momento para pararnos un ratito a reflexionar sobre el año que pasó, analizar dónde metimos la pata y, lo más importante, comprometernos a hacer las cosas diferentes en el venidero. Un examen de conciencia, vamos, como dicen por ahí, pa’ ver si estamos mamados o no.
Y ojo, no se trata solo de pedir perdón por las broncas y las equivocaciones. Según el exmandatario, lo importante es realmente *aprender* de esas experiencias. Como dice él, “el pesar por nuestros errores nos da paz”. ¡Uf, qué profundo, verdad?! Me imagino a don Miguel sentado tranquilamente con su café, reflexionando sobre cómo dirigir el país mientras disfruta de la vista desde su balcón.
Ahora, claro, todos sabemos que cumplir esos propósitos es más difícil que subir el Cerro Pelado caminando. Uno empieza con los mejores intenciones, se compra ropa deportiva que nunca usa y termina pidiendo pizza a medianoche. Pero Rodríguez nos anima a seguir intentándolo, aunque fallemos mil veces. Porque, según él, incluso intentar mejorar ya es un acto positivo.
Lo interesante de su discurso es cómo vincula los propósitos personales con el bienestar social. Él plantea que una mentalidad optimista, enfocada en la mejora continua, es fundamental para construir una sociedad mejor. “Si no puedo ser mejor, ¿por qué me voy a ocupar en mejorar?”, nos dice. ¡Un llamado a la acción para todos nosotros, chunches!
Y es que tiene razón, diay. En tiempos tan convulsos como los que vivimos, con tantas cargas y preocupaciones, aferrarnos a una visión positiva de la vida es más importante que nunca. No podemos andar con la mosca detrás de la oreja pensando que todo está perdido. Tenemos que creer que podemos marcar la diferencia, aunque sea pequeña.
Además, Rodríguez no deja pasar la oportunidad de recordar que, como costarricenses, tenemos la responsabilidad de moldear el futuro de nuestro país. “Somos libres, y dentro de nuestras limitaciones… podemos moldear el futuro de nuestra sociedad”, enfatizó. Y añadió que deberíamos comprometernos a trabajar por un Costa Rica y un mundo mejores, viviendo con amor y colaboración.
Así que ya lo saben, compas. Este 2026, pongámonos las pilas. Propongámonos mejorar, tanto a nivel personal como colectivo. Aunque nos salgamos del camino unas cuantas veces, lo importante es levantarnos y seguir adelante. Ahora dime, ¿cuál es ese propósito de fin de año que llevás rondando en la cabeza y que te atreves a cumplir este 2026, aunque seas un poco escéptico?