¡Ay, Dios mío, qué torta! Resulta que el Sindicato Nacional de Enfermería y Afines (Sinae Afines) soltó la bomba: no hay plata pa' pagar las licencias de cuidado a esas familias que tienen a sus seres queridos gravemente enfermos. Imagínate el estrés de estar cuidando a mamá o a papá y encima tener que lidiar con eso... ¡Un brete!
La vaina es que este programa de subsidios, que debería echarle un hombro a quienes necesitan tiempo para cuidar de sus familiares, se quedó secito de fondos. Lenin Hernández, el secretario general del Sindicato, no se anduvo con rodeos: acusó al gobierno de Chaves de demostrar una y otra vez que les da igual la gente humilde y los programas sociales. "Es que no entienden, mae", diría mi abu.
Y la Caja, con la cara colorada, tuvo que admitir que hay 600 licencias pendientes de pago, y dicen que para finales de año podrían llegar a duplicarse, ¡casi 1200 familias apuradas! El agujero en la billetera estatal asciende a unos ¢2.700 millones. Se supone que la DESAF pasa la lana a la CCSS, pero parece que ahí hubo un maje que no calculó bien las cosas.
Lo peor es que la CCSS no puede taparle el ojo de la aguja con sus propios billetes, porque la ley lo prohíbe. Ya saben cómo son las cosas, trabas burocráticas allá por donde se mire. "No es cuestión de números, es falta de corazón", sentenció Hernández, clavándole la mirada a la tele. Uno no puede negar que tiene razón, diay.
La ley, que al final siempre tiene la última palabra, dice que esos subsidios deberían financiarse con un 0,5% de los recursos del FODESAF. Pero este año, el Ministerio de Trabajo le puso ¢3.952 millones y eso se fue rapidísimo, sin pensar que la demanda iba a subir tanto. Parece que alguien anda medio distraído planificando el presupuesto, ¡qué despiste!
El sindicato está echando humo, exigiendo a gritos que el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Hacienda se pongan las pilas y transfieran una lana extra urgente para sacar a estas familias del apuro. "Esto no es un juego, es la seguridad económica de muchísimas personas", enfatizó el líder sindical. Al final, entre papeleos y reuniones, hay familias sufriendo, y eso es lo que realmente importa.
Imagínate tú, trabajador de la salud, dando todo en el hospital, cuidando de otros, y luego teniendo que preocuparte por no poder costear el cuidado de tu propio padre enfermo. ¡Qué sal! Un verdadero drama que se vive en miles de hogares costarricenses. No es justo que el Estado, que supuestamente nos protege, nos deje tirados así, justificándose con tecnicismos y presupuestos mal hechos.
La verdad, esto me deja pensando... ¿Hasta cuándo vamos a permitir que la falta de planificación y sensibilidad gubernamental afecte directamente a las familias más vulnerables de nuestro país? ¿Será que necesitamos un cambio radical en la forma en que se manejan los recursos públicos, o seguiremos viendo cómo se va al traste la tranquilidad de miles de personas?
La vaina es que este programa de subsidios, que debería echarle un hombro a quienes necesitan tiempo para cuidar de sus familiares, se quedó secito de fondos. Lenin Hernández, el secretario general del Sindicato, no se anduvo con rodeos: acusó al gobierno de Chaves de demostrar una y otra vez que les da igual la gente humilde y los programas sociales. "Es que no entienden, mae", diría mi abu.
Y la Caja, con la cara colorada, tuvo que admitir que hay 600 licencias pendientes de pago, y dicen que para finales de año podrían llegar a duplicarse, ¡casi 1200 familias apuradas! El agujero en la billetera estatal asciende a unos ¢2.700 millones. Se supone que la DESAF pasa la lana a la CCSS, pero parece que ahí hubo un maje que no calculó bien las cosas.
Lo peor es que la CCSS no puede taparle el ojo de la aguja con sus propios billetes, porque la ley lo prohíbe. Ya saben cómo son las cosas, trabas burocráticas allá por donde se mire. "No es cuestión de números, es falta de corazón", sentenció Hernández, clavándole la mirada a la tele. Uno no puede negar que tiene razón, diay.
La ley, que al final siempre tiene la última palabra, dice que esos subsidios deberían financiarse con un 0,5% de los recursos del FODESAF. Pero este año, el Ministerio de Trabajo le puso ¢3.952 millones y eso se fue rapidísimo, sin pensar que la demanda iba a subir tanto. Parece que alguien anda medio distraído planificando el presupuesto, ¡qué despiste!
El sindicato está echando humo, exigiendo a gritos que el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Hacienda se pongan las pilas y transfieran una lana extra urgente para sacar a estas familias del apuro. "Esto no es un juego, es la seguridad económica de muchísimas personas", enfatizó el líder sindical. Al final, entre papeleos y reuniones, hay familias sufriendo, y eso es lo que realmente importa.
Imagínate tú, trabajador de la salud, dando todo en el hospital, cuidando de otros, y luego teniendo que preocuparte por no poder costear el cuidado de tu propio padre enfermo. ¡Qué sal! Un verdadero drama que se vive en miles de hogares costarricenses. No es justo que el Estado, que supuestamente nos protege, nos deje tirados así, justificándose con tecnicismos y presupuestos mal hechos.
La verdad, esto me deja pensando... ¿Hasta cuándo vamos a permitir que la falta de planificación y sensibilidad gubernamental afecte directamente a las familias más vulnerables de nuestro país? ¿Será que necesitamos un cambio radical en la forma en que se manejan los recursos públicos, o seguiremos viendo cómo se va al traste la tranquilidad de miles de personas?