¡Pura vida, compas! Aquí les traigo un temón que está dando vuelta en el mundo científico y nos toca a nosotros, los bien informados del Foro de Costa Rica, echarle ojo. Resulta que unos gringos de la Universidad del Sur de California han sacado unas cosas interesantes sobre el ayuno y cómo puede darle una patada al sistema inmunitario.
La vaina es que estos investigadores, liderados por el profe Longo, se dieron cuenta de que si te privas de comida por tres días – 72 horas pa’ ser exactos – el cuerpo entra en un modo de ahorro extremo. Se le acaba el azúcar, la grasa... básicamente se pone en modo supervivencia. Pero eso, lejos de ser malo, parece activar un proceso de limpieza interna que ni se imaginan.
Imagínense esto: mientras estás ahí nomás, sin atiborrarte de gallito y arroz con frijoles, el cuerpo empieza a deshacerse de células dañadas, de esos desechos metabólicos que se acumulan con el tiempo, hasta de algunas toxinas. ¡Una verdadera depuración a fondo! Y luego, cuando te echas unas buenas papas con pollo, ¡boom!, el cuerpo enciende un motor de reconstrucción.
Lo más interesante es que el cuerpo manda señales a las células madre para que empiecen a fabricar nuevos glóbulos blancos. ¿Y qué hacen esos glóbolos blancos, mae? Pues defenderte de virus, bacterias, enfermedades… ¡todo lo malo! Lo llaman “reinicio inmunológico”, y lo vieron tanto en ratones como en humanos, incluyendo gente que ya había pasado por sesiones de quimio.
Pero espérese, porque acá viene el detalle técnico: resulta que durante el ayuno, se apaga un gen llamado PKA. Ese gen normalmente controla cómo crecen las células y cómo usan la energía. Al pausarlo, las células madre entran en modo regenerativo, limpia todo lo viejo y chatarra del sistema inmunológico y empiezan a producir células nuevas y frescas. ¡Como si le dieran un cambio de aceite completo al cuerpo!
Ahora, no me hagan sacar conclusiones precipitadas, porque esto no es pa’ irse a casa a hacer ayunos de tres días sin consultar al médico. Especialmente si tienes problemas de salud, como diabetes, trastornos alimenticios o alguna enfermedad crónica. Esto es información para educarnos, ¿ok? No vayan a jalársela una torta pensando que ahora pueden meterse cualquier cosa que venga a la mente.
Pero, fíjense ustedes, esto abre un montón de puertas. Podría ser útil para gente que tiene el sistema inmunológico débil por la edad, por tratamientos contra el cáncer o por otras enfermedades autoinmunes. Imaginen poder complementar los tratamientos médicos con ayunos controlados para reducir la inflamación, mejorar el metabolismo y fortalecer las defensas. Un brete, ¿no?
Bueno, compas, queda clarito que la ciencia sigue sorprendiéndonos con estas vainas. El cuerpo humano es una máquina increíble, capaz de curarse a sí mismo si le damos las herramientas adecuadas. Ahora, la pregunta que tengo para ustedes: ¿Se animarían a experimentar con ayunos intermitentes bajo supervisión médica para ver si les funciona? ¡Dejen sus opiniones en el foro y vamos a debatir sobre esto! ”,
La vaina es que estos investigadores, liderados por el profe Longo, se dieron cuenta de que si te privas de comida por tres días – 72 horas pa’ ser exactos – el cuerpo entra en un modo de ahorro extremo. Se le acaba el azúcar, la grasa... básicamente se pone en modo supervivencia. Pero eso, lejos de ser malo, parece activar un proceso de limpieza interna que ni se imaginan.
Imagínense esto: mientras estás ahí nomás, sin atiborrarte de gallito y arroz con frijoles, el cuerpo empieza a deshacerse de células dañadas, de esos desechos metabólicos que se acumulan con el tiempo, hasta de algunas toxinas. ¡Una verdadera depuración a fondo! Y luego, cuando te echas unas buenas papas con pollo, ¡boom!, el cuerpo enciende un motor de reconstrucción.
Lo más interesante es que el cuerpo manda señales a las células madre para que empiecen a fabricar nuevos glóbulos blancos. ¿Y qué hacen esos glóbolos blancos, mae? Pues defenderte de virus, bacterias, enfermedades… ¡todo lo malo! Lo llaman “reinicio inmunológico”, y lo vieron tanto en ratones como en humanos, incluyendo gente que ya había pasado por sesiones de quimio.
Pero espérese, porque acá viene el detalle técnico: resulta que durante el ayuno, se apaga un gen llamado PKA. Ese gen normalmente controla cómo crecen las células y cómo usan la energía. Al pausarlo, las células madre entran en modo regenerativo, limpia todo lo viejo y chatarra del sistema inmunológico y empiezan a producir células nuevas y frescas. ¡Como si le dieran un cambio de aceite completo al cuerpo!
Ahora, no me hagan sacar conclusiones precipitadas, porque esto no es pa’ irse a casa a hacer ayunos de tres días sin consultar al médico. Especialmente si tienes problemas de salud, como diabetes, trastornos alimenticios o alguna enfermedad crónica. Esto es información para educarnos, ¿ok? No vayan a jalársela una torta pensando que ahora pueden meterse cualquier cosa que venga a la mente.
Pero, fíjense ustedes, esto abre un montón de puertas. Podría ser útil para gente que tiene el sistema inmunológico débil por la edad, por tratamientos contra el cáncer o por otras enfermedades autoinmunes. Imaginen poder complementar los tratamientos médicos con ayunos controlados para reducir la inflamación, mejorar el metabolismo y fortalecer las defensas. Un brete, ¿no?
Bueno, compas, queda clarito que la ciencia sigue sorprendiéndonos con estas vainas. El cuerpo humano es una máquina increíble, capaz de curarse a sí mismo si le damos las herramientas adecuadas. Ahora, la pregunta que tengo para ustedes: ¿Se animarían a experimentar con ayunos intermitentes bajo supervisión médica para ver si les funciona? ¡Dejen sus opiniones en el foro y vamos a debatir sobre esto! ”,
