¡Ay, Dios mío, qué batallón se armó en esta elección! Álvaro Ramos, el candidato liberacionista, ha prendido la mecha de la guerra verbal con Laura Fernández, la contendiente oficialista. El mae, amparado en unas encuestas que, bueno, ya saben cómo andan esas, declaró tajantemente que la contienda presidencial se reduce a una pelea exclusiva entre ellos dos. ¡Parece que mandó todo pa' abajo!
La cosa pinta recontra interesante porque Ramos, buscando afianzarse como la opción anti-gobierno, ha lanzado un ataque frontal contra Fernández, acusándola de huir del debate público y de tener una agenda que, según él, nos quiere quitar hasta el derecho a respirar tranquilo. Parece que quiere sembrar el miedo, ¿eh?
Y ojo, que Ramos no se quedó ahí. Sacó pecho hablando de que Fernández quiere "encerrarnos en la casa otra vez", haciendo referencia a supuestas medidas autoritarias. ¡Imagínense la reacción del pueblo! Él, por supuesto, se presenta como el salvador de la patria, prometiendo que va a encerrar a los delincuentes y dejarnos a nosotros tranquilos paseando por la calle. Un planazo, si me preguntan.
Pero la jugada maestra de Ramos parece ser la insistencia en que Fernández no asiste a los debates. Ha ido llamándola por su nombre, casi como un ultimátum: “Laura, vente a debatir conmigo”. Claro, así se gana puntos con aquellos que creen que la transparencia es importante, aunque algunos digan que esos debates no valen ni la pena.
Fernández, por su lado, sigue firme en su estrategia de evitar los escenarios públicos masivos. Dice que son cosas de poca monta, que prefieren enfocarse en el trabajo directo con la gente, en las comunidades. Una maniobra astuta para evitar exponerse a posibles metidas de pata en vivo. ¡Veremos si les funciona el truco!
Ahora, claro, la prensa anda que echa humo tratando de analizar quién tiene razón. Algunos dicen que Ramos está desesperado por recuperar terreno en las encuestas, mientras que otros aseguran que Fernández sabe lo que hace y prefiere controlar el mensaje desde su propia plataforma. La verdad es que, con este panorama, cualquiera puede pasar. ¡Esta elección está más picante que chile habanero!
Y hablando de eso, no podemos olvidarnos de las otras opciones, como Claudia Dobles y Fabricio Alvarado. Ramos, con su declaración, prácticamente los puso en el banquillo de los suplentes. Ya nadie habla de ellos, parece que la atención mediática se la lleva toda Ramos y Fernández. ¡Qué pena por los demás, pero así es la política, diay!
En fin, la campaña está que arde y las tensiones aumentan a diario. Lo cierto es que Costa Rica necesita soluciones reales a problemas urgentes, como las largas filas en los EBAIS y el reclutamiento de jóvenes por parte del crimen organizado. Pero ahora parece que todo se resume en un choque de egos y estrategias políticas. Entonces, ¿creen que esta polarización extrema es lo que necesita el país para tomar una decisión informada, o estamos ante una distracción que nos aleja de los temas esenciales?
La cosa pinta recontra interesante porque Ramos, buscando afianzarse como la opción anti-gobierno, ha lanzado un ataque frontal contra Fernández, acusándola de huir del debate público y de tener una agenda que, según él, nos quiere quitar hasta el derecho a respirar tranquilo. Parece que quiere sembrar el miedo, ¿eh?
Y ojo, que Ramos no se quedó ahí. Sacó pecho hablando de que Fernández quiere "encerrarnos en la casa otra vez", haciendo referencia a supuestas medidas autoritarias. ¡Imagínense la reacción del pueblo! Él, por supuesto, se presenta como el salvador de la patria, prometiendo que va a encerrar a los delincuentes y dejarnos a nosotros tranquilos paseando por la calle. Un planazo, si me preguntan.
Pero la jugada maestra de Ramos parece ser la insistencia en que Fernández no asiste a los debates. Ha ido llamándola por su nombre, casi como un ultimátum: “Laura, vente a debatir conmigo”. Claro, así se gana puntos con aquellos que creen que la transparencia es importante, aunque algunos digan que esos debates no valen ni la pena.
Fernández, por su lado, sigue firme en su estrategia de evitar los escenarios públicos masivos. Dice que son cosas de poca monta, que prefieren enfocarse en el trabajo directo con la gente, en las comunidades. Una maniobra astuta para evitar exponerse a posibles metidas de pata en vivo. ¡Veremos si les funciona el truco!
Ahora, claro, la prensa anda que echa humo tratando de analizar quién tiene razón. Algunos dicen que Ramos está desesperado por recuperar terreno en las encuestas, mientras que otros aseguran que Fernández sabe lo que hace y prefiere controlar el mensaje desde su propia plataforma. La verdad es que, con este panorama, cualquiera puede pasar. ¡Esta elección está más picante que chile habanero!
Y hablando de eso, no podemos olvidarnos de las otras opciones, como Claudia Dobles y Fabricio Alvarado. Ramos, con su declaración, prácticamente los puso en el banquillo de los suplentes. Ya nadie habla de ellos, parece que la atención mediática se la lleva toda Ramos y Fernández. ¡Qué pena por los demás, pero así es la política, diay!
En fin, la campaña está que arde y las tensiones aumentan a diario. Lo cierto es que Costa Rica necesita soluciones reales a problemas urgentes, como las largas filas en los EBAIS y el reclutamiento de jóvenes por parte del crimen organizado. Pero ahora parece que todo se resume en un choque de egos y estrategias políticas. Entonces, ¿creen que esta polarización extrema es lo que necesita el país para tomar una decisión informada, o estamos ante una distracción que nos aleja de los temas esenciales?