¡Paté! Aquí la cosa se puso interesante ayer en el Colegio de Periodistas. Álvaro Ramos, el candidato del PLN, le echó ganas a una reunión con los colegas de la pluma y prometió hasta las ranas por defender la libertad de prensa si llega a Casa Amarilla. Dicen algunos que es pura campaña, otros que realmente quiere cambiarle el chip a este gobierno que ha dado más que qué hablar últimamente.
Como bien saben, la relación entre el poder ejecutivo y los medios ha sido tensa, especialmente desde que empezaron a salir a la luz algunas cositas turbias. Los señalamientos de censura, el acceso a información vetada… han creado un ambiente de desconfianza generalizada. Muchos periodistas andan con el corazón en la boca, temiendo represalias o, peor aún, perder sus fuentes. Esto afecta directamente nuestra capacidad de informar con veracidad y objetividad, y eso no es bueno para nadie, mucho menos para la democracia.
Pero Ramos llegó con toda la actitud, asegurando que, bajo su mandato, ni loco se tocará la autonomía de los medios. Prometió que las radios y televisoras no serán utilizadas como palanca política ni como instrumento de venganza contra quienes no piensen igual. Dijo textualmente que “nunca los periodistas deben ser intimidados”. Suena bonito, ¿verdad?
Sin embargo, muchos nos preguntamos si estas promesas tienen futuro o si simplemente son arengas para captar votos. Recordemos que ya hemos escuchado discursos similares en otras campañas, y al final, la realidad suele ser otra. ¿Cómo garantizará realmente la independencia de la prensa? ¿Qué medidas concretas tomará para proteger a los periodistas que denuncian casos de corrupción o abuso de poder?
Lo cierto es que la promesa de Ramos llega en un momento crucial. En medio de un panorama electoral incierto y polarizado, la libertad de prensa es un pilar fundamental para asegurar elecciones justas y transparentes. Si los ciudadanos no tienen acceso a información confiable e imparcial, cómo pueden tomar decisiones informadas? La respuesta es simple: no pueden. Y eso abre la puerta a la manipulación y al fraude.
Más allá de las declaraciones grandilocuentes, lo importante ahora será observar las acciones. Veremos si Ramos cumple con lo dicho durante la campaña, si nombra funcionarios comprometidos con la transparencia y si crea mecanismos efectivos para denunciar y sancionar cualquier intento de intimidación o censura. Porque al final del día, lo que cuenta no son las palabras, sino los hechos. Y el pueblo lo sabe bien.
Algunos analistas políticos sugieren que esta jugada de Ramos busca apelar a un sector indeciso del electorado, aquellos que valoran la libertad de expresión y la rendición de cuentas. Otros creen que simplemente está tratando de neutralizar las críticas que ha recibido por su cercanía con ciertos grupos de interés. Sea cual sea la razón, lo que queda claro es que la prensa está en el centro de la escena política, y su futuro dependerá en gran medida de quién gane las próximas elecciones. Es una vara importante, sin lugar a dudas.
Ahora, dígame usted, ¿cree que las promesas de Ramos son sinceras o es solo estrategia de campaña para ganarse el cariño de los periodistas? ¿Qué medidas concretas debería implementar un gobierno para garantizar la libertad de prensa en Costa Rica y evitar que se repitan situaciones como las que hemos vivido en el pasado? Deje su opinión abajo, ¡me interesa saber qué piensa!
Como bien saben, la relación entre el poder ejecutivo y los medios ha sido tensa, especialmente desde que empezaron a salir a la luz algunas cositas turbias. Los señalamientos de censura, el acceso a información vetada… han creado un ambiente de desconfianza generalizada. Muchos periodistas andan con el corazón en la boca, temiendo represalias o, peor aún, perder sus fuentes. Esto afecta directamente nuestra capacidad de informar con veracidad y objetividad, y eso no es bueno para nadie, mucho menos para la democracia.
Pero Ramos llegó con toda la actitud, asegurando que, bajo su mandato, ni loco se tocará la autonomía de los medios. Prometió que las radios y televisoras no serán utilizadas como palanca política ni como instrumento de venganza contra quienes no piensen igual. Dijo textualmente que “nunca los periodistas deben ser intimidados”. Suena bonito, ¿verdad?
Sin embargo, muchos nos preguntamos si estas promesas tienen futuro o si simplemente son arengas para captar votos. Recordemos que ya hemos escuchado discursos similares en otras campañas, y al final, la realidad suele ser otra. ¿Cómo garantizará realmente la independencia de la prensa? ¿Qué medidas concretas tomará para proteger a los periodistas que denuncian casos de corrupción o abuso de poder?
Lo cierto es que la promesa de Ramos llega en un momento crucial. En medio de un panorama electoral incierto y polarizado, la libertad de prensa es un pilar fundamental para asegurar elecciones justas y transparentes. Si los ciudadanos no tienen acceso a información confiable e imparcial, cómo pueden tomar decisiones informadas? La respuesta es simple: no pueden. Y eso abre la puerta a la manipulación y al fraude.
Más allá de las declaraciones grandilocuentes, lo importante ahora será observar las acciones. Veremos si Ramos cumple con lo dicho durante la campaña, si nombra funcionarios comprometidos con la transparencia y si crea mecanismos efectivos para denunciar y sancionar cualquier intento de intimidación o censura. Porque al final del día, lo que cuenta no son las palabras, sino los hechos. Y el pueblo lo sabe bien.
Algunos analistas políticos sugieren que esta jugada de Ramos busca apelar a un sector indeciso del electorado, aquellos que valoran la libertad de expresión y la rendición de cuentas. Otros creen que simplemente está tratando de neutralizar las críticas que ha recibido por su cercanía con ciertos grupos de interés. Sea cual sea la razón, lo que queda claro es que la prensa está en el centro de la escena política, y su futuro dependerá en gran medida de quién gane las próximas elecciones. Es una vara importante, sin lugar a dudas.
Ahora, dígame usted, ¿cree que las promesas de Ramos son sinceras o es solo estrategia de campaña para ganarse el cariño de los periodistas? ¿Qué medidas concretas debería implementar un gobierno para garantizar la libertad de prensa en Costa Rica y evitar que se repitan situaciones como las que hemos vivido en el pasado? Deje su opinión abajo, ¡me interesa saber qué piensa!