¡Ay, Dios mío! Aquí seguimos batallando con el tema del presupuesto educativo. El compañero Ariel Robles, candidato del Frente Amplio, le metió duro en el debate del Colypro y la Universidad Nacional, defendiendo a capa y espada el famoso 8% del PIB para la educación. Parece que algunos quieren echarle la culpa a él de cualquier problema, pero el mae este salió con toda la artillería.
Resulta que, según Robles, esa cifra no salió de la manga, sino que viene de un estudio técnico serio hecho entre 2006 y 2010. El exministro de Educación en ese momento, preparó el terreno para establecer ese porcentaje como mínimo indispensable para darle un respiro al sistema educativo. Se habló hasta de llegar al 10%, pero al final, el 8% se quedó como un acuerdo, ¿me entienden?, un pacto social histórico, como bien lo puso el candidato.
Y ahí entró el cabezazo, porque Robles hizo hincapié en que meterse con el 8% es meterse directamente con la Constitución Política. Lo comparó con la autonomía universitaria, ambos pilares fundamentales de nuestra democracia. Eso suena fuerte, ¿verdad? Porque dice que cuestionar estos compromisos es abrir la puerta a debilitar nuestras instituciones y a alimentar esos ataques constantes contra la democracia que tanto nos preocupan.
Pero ojo, no todo es tan fácil. Robles también reconoció que alcanzar ese 8% va a ser un brete, como dicen acá. Necesitamos una transición gradual, porque conseguir los recursos de golpe es complicado y el MEP, pobre de él, no puede absorber de repente un cambio drástico en el presupuesto. Plantea un crecimiento anual del 0,38%, lo que tomaría unos 12 añitos para volver al 8%, pero asegura que vale la pena el esfuerzo.
Lo que me sacó de quicio es que recuerde que antes no se incluía la inversión del INA ni la educación preescolar dentro del presupuesto educativo, lo que hace que la cifra actual parezca más grande de lo que realmente es. Es como si estuvieran hinchando los números para hacer creer que estamos invirtiendo mucho más, cuando no es así. ¡Qué barbaridad!
Resulta que, según Robles, esa cifra no salió de la manga, sino que viene de un estudio técnico serio hecho entre 2006 y 2010. El exministro de Educación en ese momento, preparó el terreno para establecer ese porcentaje como mínimo indispensable para darle un respiro al sistema educativo. Se habló hasta de llegar al 10%, pero al final, el 8% se quedó como un acuerdo, ¿me entienden?, un pacto social histórico, como bien lo puso el candidato.
Y ahí entró el cabezazo, porque Robles hizo hincapié en que meterse con el 8% es meterse directamente con la Constitución Política. Lo comparó con la autonomía universitaria, ambos pilares fundamentales de nuestra democracia. Eso suena fuerte, ¿verdad? Porque dice que cuestionar estos compromisos es abrir la puerta a debilitar nuestras instituciones y a alimentar esos ataques constantes contra la democracia que tanto nos preocupan.
Pero ojo, no todo es tan fácil. Robles también reconoció que alcanzar ese 8% va a ser un brete, como dicen acá. Necesitamos una transición gradual, porque conseguir los recursos de golpe es complicado y el MEP, pobre de él, no puede absorber de repente un cambio drástico en el presupuesto. Plantea un crecimiento anual del 0,38%, lo que tomaría unos 12 añitos para volver al 8%, pero asegura que vale la pena el esfuerzo.
Lo que me sacó de quicio es que recuerde que antes no se incluía la inversión del INA ni la educación preescolar dentro del presupuesto educativo, lo que hace que la cifra actual parezca más grande de lo que realmente es. Es como si estuvieran hinchando los números para hacer creer que estamos invirtiendo mucho más, cuando no es así. ¡Qué barbaridad!
