Va Samuel al banco y pregunta si puede pedir un crédito. En ventanilla lo miran asombrado: Samuel es un buen cliente pero nunca pide créditos, más bien hace suculentos depósitos.
El cajero le pregunta —cuánto necesita, Samuel?
—Cien pesos— responde samuel.
—Hmm, no, imposible— le dice el cajero— no ofrecemos líneas de crédito por ese monto.
—Yo quiero un crédito por cien pesos!— dice Samuel, ante lo cual el cajero llama al gerente de préstamos del banco, que lo hace pasar, lo sienta y le explica que, aunque Samuel es uno de sus mejores clientes, no disponen de créditos por esa cantidad.
Samuel insiste, y es más, dice que quiere un crédito prendario por 100 pesos a un año de plazo, y que va a dejar su Mercedes Benz como garantía.
Ya asombrado, el gerente dice:
—Vea Samuel, como se trata de usted, no se preocupe— y saca la billetera— yo le presto los 100 pesos y ...
—No no no— interrumpe Samuel—: Yo no quiero que usted me de cien pesos, dejarle el Mercedes en una bóveda de seguridad por un año, firmar donde haya que firmar y si usted insiste en que eso es imposible, voy a cancelar mi cuenta corriente de 8 millones de dólares, retirar mañana mis plazos fijos por 14 millones, cancerlar mis cajas de ahorro, y buscar otro banco.
Ante tamaña amenaza, el gerente accede, le dá el crédito prendario, firman todo, meten el auto en la bóveda, y Samuel regresa satisfecho a su casa.
—Rebeca!!— dice Samuel a su esposa al llegar—. Ya nos podemos ir a Europa tranquilos por este año, conseguí una cochera baratita!!