¡Ay, Dios mío! Esto sí que nos golpeó duro, raza. Una niña pequeña, apenas con siete añitos, falleció esperando un traslado aéreo urgente. Imagínatelo, once horas… ¡once horas! Esperando que le permitieran llegar al Hospital Nacional de Niños. ¿Se imaginan la angustia de sus padres?
La historia es así: la nena estaba en condición grave en Liberia y necesitaba ser trasladada al HNN en San José. El problema empezó porque necesitaban un vuelo humanitario, pero tardaron una eternidad en autorizarlo. Resulta que la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) metió una circular que prohíbe los vuelos nocturnos bajo ciertas reglas, y eso complicó las cosas. Parece que quería ponerle orden, pero terminó causando una tragedia evitable.
Según Ricardo Hernández, del Soporte Asistido Aéreo y Terrestre (SAAT), fue un verdadero desastre administrativo. Le dijeron que el aeropuerto de Alajuela estaba cerrado por clima, lo mandaron de vuelta a Liberia, y luego, cuando parecía que sí iba a salir, otra vez le dijeron que no podían. ¡Un correcorre que agobió a la pobre niña y a toda su familia!
Y ahí fue cuando se puso feísimo. Después de doce horas de espera, lograron moverla al HNN, pero ya era demasiado tarde. Tres horas después de llegar, la nena falleció. ¡Imagínate! Diez horas tiradas, luchando por agarrarse a la vida, y todo por culpa de unos trámites burocráticos y unas regulaciones que, parece ser, no contemplaron las urgencias médicas.
Ahora, claro, todos andamos hablando de esto. Ya hemos visto casos de vuelos humanitarios aprobados, como el de la bebé en Talamanca, o el rescate de esas personas heridas después de una caída. Pero este caso nos recuerda lo frágil que es todo y la importancia de tener sistemas eficientes y ágiles en situaciones de emergencia. Necesitamos que las autoridades agarren la posta y revisen estas regulaciones urgentemente.
Lo que está pasando es que, según una carta que los controladores de tráfico aéreo le enviaron al director de Aviación Civil, la gran mayoría de estos traslados urgentes ocurren de noche, entre las 11 de la noche y las tres de la mañana. Ahí te digo, ¡diay! Es obvio que necesitan operar las 24 horas para poder salvar vidas. Que si no, qué sentido tiene tener pistas iluminadas si no se puede volar por la noche, ¿eh?
La gente está furiosa con esta prohibición. Dicen que es absurda, que restringe las operaciones en lugares donde la propia DGAC ha invertido en iluminación. Además, el aeropuerto de Pavas, donde suelen estar las ambulancias aéreas, también está afectado. Y ahora, encima, estamos en temporada alta, cuando seguramente habrá muchos turistas que necesiten asistencia urgente. ¡Qué despiche!
En fin, este caso nos deja muchas preguntas flotando en el aire. ¿Cómo podemos mejorar la coordinación entre las diferentes instituciones involucradas en los traslados aéreos? ¿Deberíamos reconsiderar la prohibición de vuelos nocturnos, tal como sugieren los controladores aéreos? ¿Estamos realmente priorizando la vida y la salud de nuestros ciudadanos por encima de cualquier otra regulación? ¡Compas, díganme qué piensan ustedes! ¿Qué medidas deberían tomarse para evitar que una tragedia como esta vuelva a ocurrir?
La historia es así: la nena estaba en condición grave en Liberia y necesitaba ser trasladada al HNN en San José. El problema empezó porque necesitaban un vuelo humanitario, pero tardaron una eternidad en autorizarlo. Resulta que la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) metió una circular que prohíbe los vuelos nocturnos bajo ciertas reglas, y eso complicó las cosas. Parece que quería ponerle orden, pero terminó causando una tragedia evitable.
Según Ricardo Hernández, del Soporte Asistido Aéreo y Terrestre (SAAT), fue un verdadero desastre administrativo. Le dijeron que el aeropuerto de Alajuela estaba cerrado por clima, lo mandaron de vuelta a Liberia, y luego, cuando parecía que sí iba a salir, otra vez le dijeron que no podían. ¡Un correcorre que agobió a la pobre niña y a toda su familia!
Y ahí fue cuando se puso feísimo. Después de doce horas de espera, lograron moverla al HNN, pero ya era demasiado tarde. Tres horas después de llegar, la nena falleció. ¡Imagínate! Diez horas tiradas, luchando por agarrarse a la vida, y todo por culpa de unos trámites burocráticos y unas regulaciones que, parece ser, no contemplaron las urgencias médicas.
Ahora, claro, todos andamos hablando de esto. Ya hemos visto casos de vuelos humanitarios aprobados, como el de la bebé en Talamanca, o el rescate de esas personas heridas después de una caída. Pero este caso nos recuerda lo frágil que es todo y la importancia de tener sistemas eficientes y ágiles en situaciones de emergencia. Necesitamos que las autoridades agarren la posta y revisen estas regulaciones urgentemente.
Lo que está pasando es que, según una carta que los controladores de tráfico aéreo le enviaron al director de Aviación Civil, la gran mayoría de estos traslados urgentes ocurren de noche, entre las 11 de la noche y las tres de la mañana. Ahí te digo, ¡diay! Es obvio que necesitan operar las 24 horas para poder salvar vidas. Que si no, qué sentido tiene tener pistas iluminadas si no se puede volar por la noche, ¿eh?
La gente está furiosa con esta prohibición. Dicen que es absurda, que restringe las operaciones en lugares donde la propia DGAC ha invertido en iluminación. Además, el aeropuerto de Pavas, donde suelen estar las ambulancias aéreas, también está afectado. Y ahora, encima, estamos en temporada alta, cuando seguramente habrá muchos turistas que necesiten asistencia urgente. ¡Qué despiche!
En fin, este caso nos deja muchas preguntas flotando en el aire. ¿Cómo podemos mejorar la coordinación entre las diferentes instituciones involucradas en los traslados aéreos? ¿Deberíamos reconsiderar la prohibición de vuelos nocturnos, tal como sugieren los controladores aéreos? ¿Estamos realmente priorizando la vida y la salud de nuestros ciudadanos por encima de cualquier otra regulación? ¡Compas, díganme qué piensan ustedes! ¿Qué medidas deberían tomarse para evitar que una tragedia como esta vuelva a ocurrir?