Mae, hay días en que la política tica parece un guion de telenovela mala, y esta vara que les voy a contar es prueba de ello. Imagínense la escena: una asamblea de partido político, todo el mundo intentando ponerse de acuerdo, y de repente, se arma el despiche. Pero no entre ellos, no. Esta vez, una dirigente del partido Pueblo Soberano (el famoso PPSO) decidió que su enemigo no era la oposición, sino el pobre fiscal del Tribunal Supremo de Elecciones que solo estaba ahí, calladito, haciendo su brete.
La protagonista de nuestro drama es Virginia Rocío Corrales Bonilla, vocal del PPSO. Resulta que la señora no estaba nada contenta con el reporte de un fiscal del TSE. ¿La razón? El funcionario, cumpliendo con su deber, había anotado en el acta de una asamblea anterior (la del 24 de agosto, para ser exactos) un encontronazo que Corrales tuvo con otro delegado, un tal Carlos Vázquez. Diay, al parecer a doña Virginia no le gustó ni medio que su pelea quedara registrada para la posteridad y, en lugar de manejarlo por las vías legales, decidió que la mejor estrategia era ir a encarar al fiscal en la siguiente reunión.
Y aquí es donde la vara se pone color de hormiga. Según el acta oficial del TSE, a las 10:33 a.m. del pasado domingo, mientras se recogían firmas, Corrales se le acercó al fiscal y, en "tono amenazante", le reclamó por haber consignado el pleito. Pero agárrense, porque el argumento que usó es de otro nivel. La dirigente acusó al funcionario del TSE de ejercer "violencia de género" contra ella por el simple hecho de haber escrito lo que vio. O sea, según esta lógica, reportar un hecho donde una de las partes es mujer, es violencia de género. ¡Qué torta!
Por supuesto, los fiscales del TSE, que seguro ya han visto de todo en esta vida, manejaron la situación con una calma admirable. En lugar de engancharse en la bronca, le dijeron con todas las letras que si tenía alguna queja, existían canales formales para presentarla, y que ese no era ni el lugar ni el tono para un reclamo. Básicamente, un "ubíquese, señora" con el debido respeto institucional. Lo más irónico de todo es que, al jalarse esta torta, lo único que logró Corrales fue que los fiscales, de nuevo cumpliendo su trabajo, dejaran constancia de esta nueva confrontación en el informe. O sea, por reclamar que la anotaron en un acta, ¡la volvieron a anotar en otra!
Al final, todo este zafarrancho deja un sabor de boca amargo. Demuestra una falta de respeto preocupante hacia las instituciones que garantizan la democracia en este país, como lo es el TSE. Una cosa es la pasión política y los debates acalorados dentro de un partido, y otra muy distinta es intentar amedrentar a un funcionario público que solo está cumpliendo con su deber. Pero diay, maes, aquí queda la pregunta en el aire: ¿Se vale usar el argumento de "violencia de género" para intentar intimidar a un funcionario que solo está haciendo su brete? ¿O este tipo de jugadas más bien le hacen un flaco favor a la lucha real contra la violencia hacia las mujeres? Los leo en los comentarios.
La protagonista de nuestro drama es Virginia Rocío Corrales Bonilla, vocal del PPSO. Resulta que la señora no estaba nada contenta con el reporte de un fiscal del TSE. ¿La razón? El funcionario, cumpliendo con su deber, había anotado en el acta de una asamblea anterior (la del 24 de agosto, para ser exactos) un encontronazo que Corrales tuvo con otro delegado, un tal Carlos Vázquez. Diay, al parecer a doña Virginia no le gustó ni medio que su pelea quedara registrada para la posteridad y, en lugar de manejarlo por las vías legales, decidió que la mejor estrategia era ir a encarar al fiscal en la siguiente reunión.
Y aquí es donde la vara se pone color de hormiga. Según el acta oficial del TSE, a las 10:33 a.m. del pasado domingo, mientras se recogían firmas, Corrales se le acercó al fiscal y, en "tono amenazante", le reclamó por haber consignado el pleito. Pero agárrense, porque el argumento que usó es de otro nivel. La dirigente acusó al funcionario del TSE de ejercer "violencia de género" contra ella por el simple hecho de haber escrito lo que vio. O sea, según esta lógica, reportar un hecho donde una de las partes es mujer, es violencia de género. ¡Qué torta!
Por supuesto, los fiscales del TSE, que seguro ya han visto de todo en esta vida, manejaron la situación con una calma admirable. En lugar de engancharse en la bronca, le dijeron con todas las letras que si tenía alguna queja, existían canales formales para presentarla, y que ese no era ni el lugar ni el tono para un reclamo. Básicamente, un "ubíquese, señora" con el debido respeto institucional. Lo más irónico de todo es que, al jalarse esta torta, lo único que logró Corrales fue que los fiscales, de nuevo cumpliendo su trabajo, dejaran constancia de esta nueva confrontación en el informe. O sea, por reclamar que la anotaron en un acta, ¡la volvieron a anotar en otra!
Al final, todo este zafarrancho deja un sabor de boca amargo. Demuestra una falta de respeto preocupante hacia las instituciones que garantizan la democracia en este país, como lo es el TSE. Una cosa es la pasión política y los debates acalorados dentro de un partido, y otra muy distinta es intentar amedrentar a un funcionario público que solo está cumpliendo con su deber. Pero diay, maes, aquí queda la pregunta en el aire: ¿Se vale usar el argumento de "violencia de género" para intentar intimidar a un funcionario que solo está haciendo su brete? ¿O este tipo de jugadas más bien le hacen un flaco favor a la lucha real contra la violencia hacia las mujeres? Los leo en los comentarios.