No se puede amar, lo que no se nos ha enseñado que debemos amar.
Esto es una máxima universal que lo podriamos aplicar a todo.
Nada más denle vueltas al asunto y comprenderán que ahora amamos lo que antes ni siquiera nos importaba. ( no quiero entrar a filosofar que entonces muchas de las cosas que antes amabamos ahora ya no nos importan, eso es otro asunto )
El asunto aquí es: educación. Debemos concientizar a las nuevas generaciones para que dejemos de ser una orda de bárbaros con títulos universitarios debajo del brazo y tomemos una actitud de verdadero compromiso con las otras especies.
Mi caso con los animales, en especial los perros, es un redescubrimiento en el amor gracias a mi esposa, ya que fue ella la gestora y fundadora de lo que ahora considero mi tribu: cinco perras ( zaguatas adoptadas todas ), ella y yo. Ahora he llegado a comprender lo negligente que fui en mi pasado, y trato de compensarlo con mis hijas caninas, y algún otro desafortunado perro que vea por ahí.
Yo era uno de esos que antes no sacaban ni ¢ 100 para comprarle un paquete de galletas a un perro, pero ahora ando alimento en el carro, un poco de recipientes y una botella de Big Cola con agua, por aquello de que alguno se vaya a atragantar con el alimento seco.
Ahora ya no me " duele " gastar en veterinarios, incluso hace un poco más de un año sometimos a una de nuestras perras ( Zultan, si es nombre másculino, pero diay que se va hacer si ese era el que traía ) a quimioterapia ( con una sustancia llamada Bincristina, o algo así ) debido a que como era una perrita callejera había contraido el tumor de Sticker, este es un temor venéreo, que al parecer se lo pegó otro perro callejero que lo portaba, quien con ayuda de unos peones de construcción ( no diré nacionalidades ) se confabularon para violar a la pobre Zultan. El perro la saltaba mientras los peones la sostenían ( orda de hijueputas ) para que no se pudiera ir.
Para no cansarlos con el cuento, entre medicamentos, suplementos vitamínicos, seciones de quimio y todo lo demás, se gastó su buen dinerillo, pero valió hasta el último colón, ya que es ella una de las más apegadas a mi. Y como le pasa a Lucho, ellas tambien duermen en nuestro cuarto, no en la cama ( aunque eso es lo que desearía mi esposa ) sino en almohadones que hemos pagado a hacer, pero siempre pegaditas a la cama. Vieran lo que es tratar de tener una noche de lujuria cuando usted sabe que hay cinco pares de ojos atentos al más mínimo movimiento.
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