¡Ay, Dios mío! Quién lo iba a decir, ¿verdad? Virginia Calzada, la jueza que todos conocimos, ahora quiere ir por la silla de ministra. Después de tanto tiempo alejada del ojo público, aparece de repente metiéndose en la contienda política con el Centro Democrático y Social. Un movimiento que, díganlo en voz baja, ha sacudido un poquito la olla.
Para ponerlos al día, el Centro Democrático y Social lleva quince añitos luchando por hacerse notar, pero nunca habían tenido una candidata con el peso de Calzada. Ella es pura casta, máster en derecho constitucional, familiar y ambiental. Se graduó en España, ¡de toda manera! Pero lo que realmente la puso en el mapa fue su paso por la Sala Constitucional, donde fue la primera mujer en ocupar un puesto de magistrada y hasta la dirigió en tres ocasiones. Una currículum, breves.
Ahora bien, ¿por qué Calzada se apunta a esta carrera? Según ella misma, es porque cree firmemente en la paridad de género y en que las mujeres tenemos que tener las mismas oportunidades que los hombres en todos lados. También dice que los jueces tenemos una responsabilidad enorme como guardianes de los derechos humanos y de la democracia. No sé ustedes, pero yo creo que esos son principios sólidos, aunque siempre hay gente que va a criticar, diay.
Pero no todo es miel sobre hojuelas, ¿eh? Algunos analistas políticos ya han empezado a cuestionar si Calzada, con sus 72 años, tiene la energía suficiente para llevar adelante un país como el nuestro. Y otros, más críticos aún, señalan que su pasado en el Poder Judicial podría generar controversias, especialmente teniendo en cuenta algunos casos polémicos que se manejaron durante su gestión. ¡Una vaca sagrada!, eso parece.
Lo cierto es que Calzada llega a estas elecciones con una imagen muy sólida, construida a lo largo de décadas de trayectoria en el ámbito jurídico. Su nombre es sinónimo de rigor, independencia y compromiso con la justicia. Eso sí, tendrá que demostrar que puede conectar con la gente común, con aquellos que no saben ni dónde está la Constitución, pero que sí quieren un país mejor. Ese es el reto, ¡y no es sencillo!
Y hablando de retos, ¿cómo se compara Calzada con los demás candidatos? Bueno, digamos que es diferente. Mientras que algunos apuestan por discursos populistas y promesas vacías, ella prefiere hablar de reformas estructurales y de fortalecer las instituciones. Tal vez eso no les guste mucho a todos, pero es un enfoque serio y responsable. Ojalá y funcione, porque necesitamos ideas frescas y propuestas innovadoras para sacar adelante este país.
Este lanzamiento de Calzada ha abierto un nuevo capítulo en la política nacional. Ahora veremos cómo reacciona la ciudadanía, cuáles serán sus propuestas concretas y si podrá capitalizar su experiencia y credibilidad para ganar terreno en las encuestas. Por supuesto, habrá campañas sucias, ataques personales y acusaciones cruzadas. ¡Eso es parte del juego!, pero esperemos que prevalezca el respeto y la honestidad intelectual.
En fin, Virginia Calzada llegó para quedarse, al menos por ahora. Con su candidatura, ha inyectado dinamismo a las elecciones del 2026 y ha obligado a los demás partidos a replantearse sus estrategias. Pero la pregunta que queda flotando en el aire es: ¿Logrará Virginia Calzada romper el techo de cristal y convertirse en la primera mujer presidenta de Costa Rica, o será otra historia más que se une a la larga lista de sueños políticos frustrados? ¡Dígame usted, compa! ¿Cree que Virginia tiene lo que se necesita para llegar a la Casa Amarilla?
Para ponerlos al día, el Centro Democrático y Social lleva quince añitos luchando por hacerse notar, pero nunca habían tenido una candidata con el peso de Calzada. Ella es pura casta, máster en derecho constitucional, familiar y ambiental. Se graduó en España, ¡de toda manera! Pero lo que realmente la puso en el mapa fue su paso por la Sala Constitucional, donde fue la primera mujer en ocupar un puesto de magistrada y hasta la dirigió en tres ocasiones. Una currículum, breves.
Ahora bien, ¿por qué Calzada se apunta a esta carrera? Según ella misma, es porque cree firmemente en la paridad de género y en que las mujeres tenemos que tener las mismas oportunidades que los hombres en todos lados. También dice que los jueces tenemos una responsabilidad enorme como guardianes de los derechos humanos y de la democracia. No sé ustedes, pero yo creo que esos son principios sólidos, aunque siempre hay gente que va a criticar, diay.
Pero no todo es miel sobre hojuelas, ¿eh? Algunos analistas políticos ya han empezado a cuestionar si Calzada, con sus 72 años, tiene la energía suficiente para llevar adelante un país como el nuestro. Y otros, más críticos aún, señalan que su pasado en el Poder Judicial podría generar controversias, especialmente teniendo en cuenta algunos casos polémicos que se manejaron durante su gestión. ¡Una vaca sagrada!, eso parece.
Lo cierto es que Calzada llega a estas elecciones con una imagen muy sólida, construida a lo largo de décadas de trayectoria en el ámbito jurídico. Su nombre es sinónimo de rigor, independencia y compromiso con la justicia. Eso sí, tendrá que demostrar que puede conectar con la gente común, con aquellos que no saben ni dónde está la Constitución, pero que sí quieren un país mejor. Ese es el reto, ¡y no es sencillo!
Y hablando de retos, ¿cómo se compara Calzada con los demás candidatos? Bueno, digamos que es diferente. Mientras que algunos apuestan por discursos populistas y promesas vacías, ella prefiere hablar de reformas estructurales y de fortalecer las instituciones. Tal vez eso no les guste mucho a todos, pero es un enfoque serio y responsable. Ojalá y funcione, porque necesitamos ideas frescas y propuestas innovadoras para sacar adelante este país.
Este lanzamiento de Calzada ha abierto un nuevo capítulo en la política nacional. Ahora veremos cómo reacciona la ciudadanía, cuáles serán sus propuestas concretas y si podrá capitalizar su experiencia y credibilidad para ganar terreno en las encuestas. Por supuesto, habrá campañas sucias, ataques personales y acusaciones cruzadas. ¡Eso es parte del juego!, pero esperemos que prevalezca el respeto y la honestidad intelectual.
En fin, Virginia Calzada llegó para quedarse, al menos por ahora. Con su candidatura, ha inyectado dinamismo a las elecciones del 2026 y ha obligado a los demás partidos a replantearse sus estrategias. Pero la pregunta que queda flotando en el aire es: ¿Logrará Virginia Calzada romper el techo de cristal y convertirse en la primera mujer presidenta de Costa Rica, o será otra historia más que se une a la larga lista de sueños políticos frustrados? ¡Dígame usted, compa! ¿Cree que Virginia tiene lo que se necesita para llegar a la Casa Amarilla?
