¡Ay, Dios mío! La Zona Norte amaneció empapada y con una bronca gorda. Las lluvias de este miércoles fueron una torta, dejando a varios pueblos a medio hundir y a la gente buscando dónde meterse. San Carlos amaneció como un río, con carros varados y familias enteras sacándose los pelos tratando de salvar sus cosas.
Desde temprano, la Cruz Roja y Bomberos andaban moviéndose como hormigas, atendiendo llamadas de auxilio y rescatando a familias atrapadas en sus casas. Se habla de 57 incidentes en total, una cifra que te deja helao, imagine. La verdad, esto pinta feo y nadie esperaba que las cosas se pusieran así tan rápido. Parece que el clima nos quiere poner a prueba, diay.
Según Gabriel Quirós, el coordinador operativo de la Cruz Roja, las zonas más afectadas son San Luis y Sucre, especialmente Pénjamo y Ronrón. Ahí la cosa está bien fea, con calles totalmente inundadas y algunas casas ya con goteras enormes, pa' que no digan que no les avisamos. El agua entró con tanta fuerza que literalmente arrastró todo a su paso, parece película de catástrofes.
Y ni hablar de los que perdieron todo. Familias enteras tuvieron que dejar sus casas con lo puesto, buscando refugio en un albergue improvisado en Pénjamo de Florencia. Imagínese el susto de los nenes, tener que salir corriendo de su cama a media noche porque el agua ya estaba entrando por la ventana... ¡qué carga!
Las autoridades, aunque moviéndose, no han dado muchas soluciones concretas. Hay monitoreo constante, sí, pero la gente necesita ayuda urgente: comida, ropa, materiales para reconstruir lo que quedó. Algunos vecinos dicen que esto pasa todos los años, y que siempre es lo mismo: mucha promesa y poca acción. Espero que esta vez sí hagan algo diferente, mae.
Lo que más preocupa ahora es qué va a pasar si llueve otra vez. Se dice que hay pronósticos de más aguaceros para esta semana, y si eso sucede, la situación podría empeorar aún más. Las quebradas podrían desbordarse, provocar más deslizamientos y afectar a otras comunidades. La verdad, la cosa está apretada y necesitamos que el cielo nos dé un respiro, por favor.
Ahora, más allá de los esfuerzos de emergencia, toca pensar en cómo prevenir estas tragedias en el futuro. ¿Será que estamos construyendo demasiado cerca de ríos y quebradas? ¿Se están haciendo los estudios técnicos necesarios antes de autorizar proyectos? Estas son preguntas que debemos hacernos como sociedad, y exigir respuestas a nuestros representantes. No podemos seguir viviendo así, esperando a que llegue la tormenta para empezar a movernos.
En fin, la Zona Norte está pasando por momentos difíciles, pero también ha demostrado una gran capacidad de resistencia y solidaridad. El pueblo se ha unido para ayudar a los necesitados, compartiendo comida, ropa y refugio. Pero la pregunta que me queda es: ¿Qué medidas concretas vamos a tomar desde hoy para evitar que esta tragedia se repita en el futuro? ¿Estamos dispuestos a invertir en prevención y planificación territorial, o seguiremos reaccionando una y otra vez ante la furia de la naturaleza?
Desde temprano, la Cruz Roja y Bomberos andaban moviéndose como hormigas, atendiendo llamadas de auxilio y rescatando a familias atrapadas en sus casas. Se habla de 57 incidentes en total, una cifra que te deja helao, imagine. La verdad, esto pinta feo y nadie esperaba que las cosas se pusieran así tan rápido. Parece que el clima nos quiere poner a prueba, diay.
Según Gabriel Quirós, el coordinador operativo de la Cruz Roja, las zonas más afectadas son San Luis y Sucre, especialmente Pénjamo y Ronrón. Ahí la cosa está bien fea, con calles totalmente inundadas y algunas casas ya con goteras enormes, pa' que no digan que no les avisamos. El agua entró con tanta fuerza que literalmente arrastró todo a su paso, parece película de catástrofes.
Y ni hablar de los que perdieron todo. Familias enteras tuvieron que dejar sus casas con lo puesto, buscando refugio en un albergue improvisado en Pénjamo de Florencia. Imagínese el susto de los nenes, tener que salir corriendo de su cama a media noche porque el agua ya estaba entrando por la ventana... ¡qué carga!
Las autoridades, aunque moviéndose, no han dado muchas soluciones concretas. Hay monitoreo constante, sí, pero la gente necesita ayuda urgente: comida, ropa, materiales para reconstruir lo que quedó. Algunos vecinos dicen que esto pasa todos los años, y que siempre es lo mismo: mucha promesa y poca acción. Espero que esta vez sí hagan algo diferente, mae.
Lo que más preocupa ahora es qué va a pasar si llueve otra vez. Se dice que hay pronósticos de más aguaceros para esta semana, y si eso sucede, la situación podría empeorar aún más. Las quebradas podrían desbordarse, provocar más deslizamientos y afectar a otras comunidades. La verdad, la cosa está apretada y necesitamos que el cielo nos dé un respiro, por favor.
Ahora, más allá de los esfuerzos de emergencia, toca pensar en cómo prevenir estas tragedias en el futuro. ¿Será que estamos construyendo demasiado cerca de ríos y quebradas? ¿Se están haciendo los estudios técnicos necesarios antes de autorizar proyectos? Estas son preguntas que debemos hacernos como sociedad, y exigir respuestas a nuestros representantes. No podemos seguir viviendo así, esperando a que llegue la tormenta para empezar a movernos.
En fin, la Zona Norte está pasando por momentos difíciles, pero también ha demostrado una gran capacidad de resistencia y solidaridad. El pueblo se ha unido para ayudar a los necesitados, compartiendo comida, ropa y refugio. Pero la pregunta que me queda es: ¿Qué medidas concretas vamos a tomar desde hoy para evitar que esta tragedia se repita en el futuro? ¿Estamos dispuestos a invertir en prevención y planificación territorial, o seguiremos reaccionando una y otra vez ante la furia de la naturaleza?