¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, la cosa se puso turbia rapidito. Randall Zúñiga, el jefe del OIJ, salió volando temporalmente de su brete, sí señor, por tres meses con su sueldo entero. Esto llegó luego de la quinta denuncia, ¿se imaginan? Una cascada de acusaciones que han sacudido hasta los cimientos de la policía judicial. Parece que esto ya no es un simple problema administrativo, parece que alguien quiere darle un golpe bien duro.
Todo empezó con unas denuncias, vamos, cosillas que iban saliendo a la luz poco a poco. Pero la quinta, ¡bam!, fue la que hizo saltar todas las alarmas. La Fiscalía de Género la recibió y ahí la Corte Plena no dudó ni un segundo: suspension temporal, pa’ que la Inspección Judicial y el Ministerio Público hagan su trabajo sin que nadie les ande pisando los talones. Michael Soto, el subdirector, ahora estará a cargo mientras tanto. Un giro inesperado, ¿verdad?
Zúñiga, claro, no se quedó callado. “¡Esto ya es un ataque político!”, gritaba, defendiéndose con uñas y dientes. Dice que tiene pruebas, evidencias que van a demostrar que todo es mentira. Está seguro de que le quieren hacer daño, que hay gente detrás tratando de tumbarlo. ¿Será cierto? Uno nunca sabe con estos políticos... siempre hay intereses ocultos moviéndose entre bambalinas.
La Corte explicó que esta suspensión no es un castigo definitivo, sino una medida precautoria. Que él sigue siendo inocente hasta que se demuestre lo contrario, lo cual es lógico, ¿no? Además, por ley, tienen que seguirle pagando el sueldo. Eso a algunos les puede parecer injusto, pero así son las cosas, dice el reglamento. El objetivo es asegurar que la investigación se haga con toda la limpieza y transparencia posibles, sin que Zúñiga pueda influir en nada.
Ahora, hablemos de los cargos. No son mermeladitas, señores. Se le acusa de violación, de contagio venéreo, ¡y encima de faltarle el respeto a la dignidad de las personas! Un historial bastante serio que complica mucho su situación. El Ministerio Público anda tramitando varias causas en su contra, buscando pruebas, interrogando testigos… un verdadero chinchorreo de papeles y testimonios.
Pero Zúñiga se mantiene firme, diciendo que una denuncia no es condena. Que hay que darle oportunidad a que dé su versión, a que se defienda. Tiene razón, claro, todos tenemos derecho a defender nuestra inocencia. Pero con tanta acusación tan grave, la cosa se pone difícil, muy difícil. La gente está hablando, comentando, especulando… ¡qué vara más complicada!
Y así estamos, con un OIJ liderado por un interino, con Zúñiga suspendido y defendiéndose a capa y espada, y con una ciudadanía entera esperando ver cómo termina este mamotreto. La Corte evaluará nuevamente los avances de la investigación dentro de esos tres meses. Podrían dejarlo volver, despedirlo o extender la suspensión. Dependerá de lo que encuentre la Inspección Judicial. Ya saben, el caso está abierto y prometemos mantenerlos informados de cualquier novedad que surja. ¡Qué chiripa de situación!
Con todo este revuelo, ¿creen ustedes que la suspensión con goce de salario es justo? ¿Deberían haberlo destituido inmediatamente o esperan a que termine la investigación? Déjenme sus opiniones en los comentarios, ¡quiero saber qué piensa el pueblo!
Todo empezó con unas denuncias, vamos, cosillas que iban saliendo a la luz poco a poco. Pero la quinta, ¡bam!, fue la que hizo saltar todas las alarmas. La Fiscalía de Género la recibió y ahí la Corte Plena no dudó ni un segundo: suspension temporal, pa’ que la Inspección Judicial y el Ministerio Público hagan su trabajo sin que nadie les ande pisando los talones. Michael Soto, el subdirector, ahora estará a cargo mientras tanto. Un giro inesperado, ¿verdad?
Zúñiga, claro, no se quedó callado. “¡Esto ya es un ataque político!”, gritaba, defendiéndose con uñas y dientes. Dice que tiene pruebas, evidencias que van a demostrar que todo es mentira. Está seguro de que le quieren hacer daño, que hay gente detrás tratando de tumbarlo. ¿Será cierto? Uno nunca sabe con estos políticos... siempre hay intereses ocultos moviéndose entre bambalinas.
La Corte explicó que esta suspensión no es un castigo definitivo, sino una medida precautoria. Que él sigue siendo inocente hasta que se demuestre lo contrario, lo cual es lógico, ¿no? Además, por ley, tienen que seguirle pagando el sueldo. Eso a algunos les puede parecer injusto, pero así son las cosas, dice el reglamento. El objetivo es asegurar que la investigación se haga con toda la limpieza y transparencia posibles, sin que Zúñiga pueda influir en nada.
Ahora, hablemos de los cargos. No son mermeladitas, señores. Se le acusa de violación, de contagio venéreo, ¡y encima de faltarle el respeto a la dignidad de las personas! Un historial bastante serio que complica mucho su situación. El Ministerio Público anda tramitando varias causas en su contra, buscando pruebas, interrogando testigos… un verdadero chinchorreo de papeles y testimonios.
Pero Zúñiga se mantiene firme, diciendo que una denuncia no es condena. Que hay que darle oportunidad a que dé su versión, a que se defienda. Tiene razón, claro, todos tenemos derecho a defender nuestra inocencia. Pero con tanta acusación tan grave, la cosa se pone difícil, muy difícil. La gente está hablando, comentando, especulando… ¡qué vara más complicada!
Y así estamos, con un OIJ liderado por un interino, con Zúñiga suspendido y defendiéndose a capa y espada, y con una ciudadanía entera esperando ver cómo termina este mamotreto. La Corte evaluará nuevamente los avances de la investigación dentro de esos tres meses. Podrían dejarlo volver, despedirlo o extender la suspensión. Dependerá de lo que encuentre la Inspección Judicial. Ya saben, el caso está abierto y prometemos mantenerlos informados de cualquier novedad que surja. ¡Qué chiripa de situación!
Con todo este revuelo, ¿creen ustedes que la suspensión con goce de salario es justo? ¿Deberían haberlo destituido inmediatamente o esperan a que termine la investigación? Déjenme sus opiniones en los comentarios, ¡quiero saber qué piensa el pueblo!