La depresión: una crisis mundial
Carlos Sandoval Chacón M.Sc.
Psicólogo clínico, CCSS, Hospital Nacional Psiquiátrico
En el marco de la vigésima celebración del Día Mundial de la Salud Mental, conviene realizar una reflexión en torno al tema convocado por la Federación Mundial de Salud Mental (FMSM) y auspiciado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en este caso a saber: “La depresión, una crisis mundial”.
Según cifras de la OMS (2001, 2008 ) se estima que en la actualidad la depresión afecta a más de 350 millones de personas de todas las edades y culturas. Así mismo, las proyecciones son realmente preocupantes pues se prevé que para el 2020 ésta problemática ocuparía el segundo lugar como causa principal de incapacidad y para el 2030, será la principal responsable de la carga global de enfermedad, un indicador que mide los años de vida con discapacidad y problemas de funcionamiento, en otras palabras años con calidad de vida disminuida o afectada.
En Costa Rica, no hay estudios que señalen cuántas personas la padecen, no obstante, durante el 2011 la CCSS emitió 40.779 boletas de incapacidad por trastornos del humor entre los cuales la depresión figura como uno de los principales, constituyéndose como la segunda causa de incapacidad en el país.
Se debe distinguir esta problemática de la tristeza normal. Todas las personas podemos estar tristes en algún momento de nuestras vidas, no obstante, en la depresión, la tristeza profunda y el llanto es apenas un síntoma, al cual se le acompañan una pérdida del interés en actividades que antes eran gratificantes para la persona, sumándose una falta de energía para llevar a cabo las actividades diarias, problemas para dormir, alimentarse y concentrarse, sentimientos de baja autoestima, ansiedad y en los casos más severos ideas de muerte y de daño hacia sí mismo para la persona que la sufre. En los (as) niños (as) y adolescentes también puede evidenciarse un comportamiento irritable además de los síntomas mencionados.
Con relación con la causa de la depresión, las explicaciones actuales se relacionan a variables de tipo biológico-hereditario, psicosocial y ambiental.
En nuestros países latinoamericanos, la violencia y la crisis socioeconómica asociada a la desigualdad, juegan un papel relevante en la aparición de crisis psicosociales marcadas por el estrés, el trauma y las necesidades de orden básico. Así mismo, en las capas medias la sobrecarga laboral y demanda de sobre productividad personal, en función de un estilo de vida marcado por el consumo de bienes y necesidades creadas por la sociedad moderna pone en detrimento la dedicación al tiempo libre y a un estilo de vida saludable.
Se debe destacar que la depresión es una problemática tratable. No obstante, en la actualidad la brecha de tratamiento es sumamente desigual, estimándose que menos del 25% (y en algunos países menos del 10%) reciben un tratamiento adecuado. La explicación de esto la atribuyen a factores estructurales de los sistemas de salud.
Los hallazgos científicos y las líneas internacionales en torno al tratamiento adecuado de la depresión sugieren un abordaje de carácter interdisciplinario en dos ejes fundamentales. Uno de ellos en la atención primaria tradicional en salud por un lado y un abordaje preventivo comunitario por otro.
En la primera instancia, la medicación para los cuadros evaluados de moderada a grave intensidad, debe ir acompañada de intervención psicoterapéutica breve y estructurada desde los enfoques psicológicos disponibles y avalados empíricamente (manejo combinado). Dicha oferta es bastante limitada y parcial en nuestro contexto, si partimos de que el grueso de los profesionales en psicología que trabajan en el sistema de salud se encuentran en su mayoría en hospitales de tercer nivel y clínicas de segundo nivel, siendo los menos en los Equipos Básicos Atención Integral en Salud (EBAIS), lo que hace que en su mayoría se recurra a la medicación como única medida, siendo pocos los casos que se abordan de forma combinada.
Por otra parte, el eje preventivo comunitario como alternativa, debe de enfatizar el cambio hacia una visión promotora en los sistemas de salud actuales que introduzcan otro tipo de recursos humanos relacionados con la salud mental y del comportamiento, que trabajen a nivel de base comunitaria, aumentando el grado de información a las personas sobre las causas y consecuencias de este padecimiento, programas de intervención desde la infancia que puedan potenciar los factores de protección que aumenten el grado de auto cuidado, fortaleza y resiliencia contra el estrés psicosocial y ambiental al que puede verse expuesta población.
En esta coyuntura, el país hoy más que nunca, precisa de profesionales en psicología en conjunto con otro tipo de recursos profesionales que puedan desarrollar procesos de intervención en comunidad de amplio impacto afines a estilos de vida, de vinculación, alimentación, ocio, recreación, equilibrio y respeto con la naturaleza y cultura preventiva del riesgo y los desastres.
Pautas que se aproximen progresivamente a un abordaje de una salud mental como producto social, dónde las personas sean copartícipes en conjunto con el sistema de salud y otras organizaciones sociales, en la construcción de ambientes de relación seguros y saludables, potenciadores de una salud basada en la autorrealización y el bienestar de las personas, lejos de un reduccionismo biológico centrado tan solo en la salud del cuerpo vista como ausencia de enfermedad, veamos la salud desde una perspectiva biopsicosocial.
Colegio Profesional de Psicologos de Costa Rica
- El 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental
Carlos Sandoval Chacón M.Sc.
Psicólogo clínico, CCSS, Hospital Nacional Psiquiátrico
En el marco de la vigésima celebración del Día Mundial de la Salud Mental, conviene realizar una reflexión en torno al tema convocado por la Federación Mundial de Salud Mental (FMSM) y auspiciado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en este caso a saber: “La depresión, una crisis mundial”.
Según cifras de la OMS (2001, 2008 ) se estima que en la actualidad la depresión afecta a más de 350 millones de personas de todas las edades y culturas. Así mismo, las proyecciones son realmente preocupantes pues se prevé que para el 2020 ésta problemática ocuparía el segundo lugar como causa principal de incapacidad y para el 2030, será la principal responsable de la carga global de enfermedad, un indicador que mide los años de vida con discapacidad y problemas de funcionamiento, en otras palabras años con calidad de vida disminuida o afectada.
En Costa Rica, no hay estudios que señalen cuántas personas la padecen, no obstante, durante el 2011 la CCSS emitió 40.779 boletas de incapacidad por trastornos del humor entre los cuales la depresión figura como uno de los principales, constituyéndose como la segunda causa de incapacidad en el país.
Se debe distinguir esta problemática de la tristeza normal. Todas las personas podemos estar tristes en algún momento de nuestras vidas, no obstante, en la depresión, la tristeza profunda y el llanto es apenas un síntoma, al cual se le acompañan una pérdida del interés en actividades que antes eran gratificantes para la persona, sumándose una falta de energía para llevar a cabo las actividades diarias, problemas para dormir, alimentarse y concentrarse, sentimientos de baja autoestima, ansiedad y en los casos más severos ideas de muerte y de daño hacia sí mismo para la persona que la sufre. En los (as) niños (as) y adolescentes también puede evidenciarse un comportamiento irritable además de los síntomas mencionados.
Con relación con la causa de la depresión, las explicaciones actuales se relacionan a variables de tipo biológico-hereditario, psicosocial y ambiental.
En nuestros países latinoamericanos, la violencia y la crisis socioeconómica asociada a la desigualdad, juegan un papel relevante en la aparición de crisis psicosociales marcadas por el estrés, el trauma y las necesidades de orden básico. Así mismo, en las capas medias la sobrecarga laboral y demanda de sobre productividad personal, en función de un estilo de vida marcado por el consumo de bienes y necesidades creadas por la sociedad moderna pone en detrimento la dedicación al tiempo libre y a un estilo de vida saludable.
Se debe destacar que la depresión es una problemática tratable. No obstante, en la actualidad la brecha de tratamiento es sumamente desigual, estimándose que menos del 25% (y en algunos países menos del 10%) reciben un tratamiento adecuado. La explicación de esto la atribuyen a factores estructurales de los sistemas de salud.
Los hallazgos científicos y las líneas internacionales en torno al tratamiento adecuado de la depresión sugieren un abordaje de carácter interdisciplinario en dos ejes fundamentales. Uno de ellos en la atención primaria tradicional en salud por un lado y un abordaje preventivo comunitario por otro.
En la primera instancia, la medicación para los cuadros evaluados de moderada a grave intensidad, debe ir acompañada de intervención psicoterapéutica breve y estructurada desde los enfoques psicológicos disponibles y avalados empíricamente (manejo combinado). Dicha oferta es bastante limitada y parcial en nuestro contexto, si partimos de que el grueso de los profesionales en psicología que trabajan en el sistema de salud se encuentran en su mayoría en hospitales de tercer nivel y clínicas de segundo nivel, siendo los menos en los Equipos Básicos Atención Integral en Salud (EBAIS), lo que hace que en su mayoría se recurra a la medicación como única medida, siendo pocos los casos que se abordan de forma combinada.
Por otra parte, el eje preventivo comunitario como alternativa, debe de enfatizar el cambio hacia una visión promotora en los sistemas de salud actuales que introduzcan otro tipo de recursos humanos relacionados con la salud mental y del comportamiento, que trabajen a nivel de base comunitaria, aumentando el grado de información a las personas sobre las causas y consecuencias de este padecimiento, programas de intervención desde la infancia que puedan potenciar los factores de protección que aumenten el grado de auto cuidado, fortaleza y resiliencia contra el estrés psicosocial y ambiental al que puede verse expuesta población.
En esta coyuntura, el país hoy más que nunca, precisa de profesionales en psicología en conjunto con otro tipo de recursos profesionales que puedan desarrollar procesos de intervención en comunidad de amplio impacto afines a estilos de vida, de vinculación, alimentación, ocio, recreación, equilibrio y respeto con la naturaleza y cultura preventiva del riesgo y los desastres.
Pautas que se aproximen progresivamente a un abordaje de una salud mental como producto social, dónde las personas sean copartícipes en conjunto con el sistema de salud y otras organizaciones sociales, en la construcción de ambientes de relación seguros y saludables, potenciadores de una salud basada en la autorrealización y el bienestar de las personas, lejos de un reduccionismo biológico centrado tan solo en la salud del cuerpo vista como ausencia de enfermedad, veamos la salud desde una perspectiva biopsicosocial.
Colegio Profesional de Psicologos de Costa Rica
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