Rodrigo Carazo habr
Corrijanme si me equivoco pero Carazo no se cago en el pais? Y que tiene que ver Carazo con lo de la bronca en la UCR??Rodrigo Carazo habria llamado a no destruir los logros.
Escrito por Yamileth González García (Rectora UCR)
Decía Rodrigo Carazo Odio aquel 7 de setiembre de 1998, en que le entregamos con admiración y orgullo el Premio Rodrigo Facio, que había llegado el momento de iniciar la globalización de la solidaridad, quizás la única globalización que verdaderamente valga la pena.
Su recorrido por la historia de nuestra pequeña y esforzada nación, la claridad de los conceptos, su mirada abierta al azul verdoso de la esperanza, su gesto afable y convencido, sus ideas progresistas y valientes resuenan una y otra vez en el recuerdo.
El discurso que pronunció ese día fue magistral. Un discurso propio de un estadista, de un político estudioso, de un economista consciente, de una mente brillante, de un conocedor del contexto, de un hombre crítico y ético, de un visionario capaz de mirar hacia los lados, de una persona digna, valiente, íntegra, intuitiva y generosa.
Sus sabias palabras traen ecos a mi mente. Las de ese día y muchas otras desperdigadas en la prensa, en sus escritos, en sus planteamientos televisivos y en las veces que tuve la dicha de compartir con él una reunión polémica, un café amistoso, una clase, una reunión de cátedra, un diálogo académico.
Porque Rodrigo Carazo Odio fue un universitario de la pura cepa, de esos que sintieron cerca el Alma Máter aunque se encontraran lejos. Empezó a estudiar en la Facultad de Ciencias Económicas, allá en pleno San José y le tocó trasladarse a estrenar la Ciudad Universitaria en San Pedro del Mojón, cuando todavía los cafetales daban fruto y las construcciones levantaban el polvo.
Trabajó como asistente y secretario de Rodrigo Facio, como funcionario y como profesor de varias cátedras, como ponente, conferencista y participante en comisiones, en diferentes momentos de su vida. Aunque podría asegurar que la Cátedra que más amó fue la que compartimos como compañeros, la de Historia de las Instituciones de Costa Rica.
Hijo de una familia rural cartaga de por allá lejos –donde solo dos chicos tenían zapatos y se los ponían cerquita de la escuela para no ensuciarlos-, hijo de una maestra que admiraba profundamente a José Martí – ella estudió en La Habana-; amante de la música, de la comida, de las conversaciones y el rosario y de un padre agricultor que siempre apreció la siembra y el nacimiento de la vida, el niño disfruta y conoce la naturaleza y la vida tranquila del campo.
Alumno de una escuela unidocente donde no se podía ir siempre -porque quedaba lejos, Rodrigo crece en un medio conservador de tradiciones, sano en las costumbres y riguroso en la urbanidad, en un medio al que el mundo externo interpela.
En nuestro programa radial, En Primera Persona, el mismo don Rodrigo comentaba en una de las últimas entrevistas realizadas, que de niño y muy joven lo impactó fuertemente la Guerra Civil Española y sus horrores, la muerte del doctor Moreno Cañas, la trifulca cuando el Gobierno de Costa Rica le declara la guerra al eje ( Alemania, Italia y Japón, ) y cuando, en la Guerra de 1948, todo costarricense con apellido alemán o italiano que encontraran iba a dar al campo de concentración.
Recuerda la emoción frente a una ópera en la radio o participando en el Coro en el Teatro Nacional, las enseñanzas de los profesores, las rebeldías, los ejemplos de un Omar Dengo, un Joaquín García Monge, un Pepe Figueres o un Billo Zeledón.
El Macho Carazo, como siempre se le conoció, fue un enamorado del amor, enamorado de una Estrella que atrapó con las manos siendo un adolescente y lo acompañó – como en los cuentos de final feliz- para siempre.
Enamorado de sus hijos Rodrigo, Mario, Álvaro, Rolando y Jorge tuvo que esperar la otra generación para tener una niña, su primera nieta, Carolina, que hoy es nuestra sobresaliente Directora de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva. Nietas y nietos y bisnietos y muchos hijos e hijas prestados en el transcurrir de sus cortos 82 años.
Don Rodrigo como el Cid Campeador tomó la lanza y, enamorado eterno de su joven dama, se lanzó por los desafiantes caminos de la profesión y de la política que deja tantos sinsabores cuando no logra torcernos el brazo, ni arrodillarnos ni aplacar el grito soberano. Fue Director del Banco Central, Diputado, Presidente de la Asamblea Legislativa, candidato por el Partido Renovación Democrática y Presidente de la República (1978-82).
Bautizado como Rodrigo José Ramón Francisco de Jesús tuvo muchos nombres y una sola cara que mostró con la frente en alto e hidalguía en la mirada cuando trataron de que renunciara a su deber como Presidente, que disminuyera los servicios sociales, que vendiera el país, que perjudicara a nuestro pueblo.
Su gobierno fue difícil rodeado de militares en la región centroamericana y solo él con guayabera; con un país fronterizo en guerra y el defendiendo la paz; con una amenaza – o algo más- de invasión y el gobierno de Reagan presionando al país.
Su gobierno fue complejo con una crisis petrolera imparable y precios bajos para el café y un bloqueo externo; una fuerte oposición del capital, una Asamblea Legislativa que no cedía, una prensa crítica, un Fondo Monetario y un Banco Mundial prepotentes y claros de sus consignas globalizadoras y amenazantes. Fue problemático enfrentar y desacatar las órdenes del FMI y difícil para la gente la devaluación de la moneda, las restricciones impuestas desde fuera, el aumento de los precios y presión de los oponentes.
El reto fue grande y valiente la respuesta. Valiente, honesta y digna aunque en el momento a muchos les fue difícil reconocerlo. Con los años la historia le ha hecho justicia.
Rodrigo luchó contra la corrupción, contra el soborno y la amenaza, contra la compra del país por inversionistas extranjeros. Peleó a favor de la autodeterminación, la libertad de decidir, la democracia participativa, los derechos humanos, la protección ambiental. Y sobre todo luchó por la inclusión, la equidad, el respeto a la diferencia y la paz. Crea la Universidad de la Paz de la que tiempo después es Rector.
En su gobierno, el Ministerio de Cultura a cargo de nuestros académicos y amigos Marina Volio y Rodrigo Madrigal Montealegre, cambió a un Ministerio de Promoción Humana.
Pasó de una concepción elitista de la cultura como bellas artes a otra más antropológica, donde todos deben participar activamente, donde todos y todas tienen derecho a la expresión. Por eso abrió Casas de la Cultura y formó promotores culturales. El teatro estuvo al aire libre, viajó por los pueblos y estimuló la participación.
El “Macho” Carazo, blanco y bien parecido, elegante y caballeroso, cuando era sujeto de caricaturas, siempre destacaba su flamante y agradable sonrisa.
Rodrigo Carazo Odio fue un hombre especial, buen amigo, abuelo, hombre público, conversador, académico, compañero y padre. Un hombre integral, lleno de facetas interesantes y valores sólidos. Por eso, estuvo siempre vigente.
Por eso sus desafíos académicos no murieron con su jubilación, sus retos políticos no se diluyeron con los años y siguió en la palestra en las discusiones sobre el TLC y el referéndum, siguió en el Consejo de Defensa de la institucionalidad, siguió reuniéndose con las personas inquietas, progresistas, dignas, que buscaron en distintos grupos una salida honesta para Costa Rica.
Rodrigo Carazo ha estado en nuestra mente y en nuestro corazón en estos amargos días en que las fuerzas represivas intervinieron nuestro campus, en estos días en que luchamos por un presupuesto para poder seguir sirviéndole a los y las costarricenses, en estos días en que la autonomía fue puesta en tela de duda.
Ha estado en nuestra mente porque habría sido el primero en alzar su voz y decirle al país una vez más que no destruya los logros y que defienda sus valores. Estaría diciéndole al país que llegó la hora de iniciar una globalización solidaria, la única que valdría la pena…
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