Cuando leí las cartas de renuncia de los miembros del Tribunal Disciplinario, Adolfo Hernández (presidente) y German Paniagua (miembro), sentí asombro que muy pronto se transformó en asco.
Y no por ellos, a quienes no tengo el gusto de conocer pero me enteré que son abogados a toda prueba. Me asqueó lo que denuncian, lo que dejan entrever de nuestro futbol, pues tras la lectura de sus dimisiones no cabe de la menor duda de que estamos mal.
Y mal es solo un piropo. Usted puede comprobar lo que dijo con solo revisar la edición digital de esta columna, pues ahí encontrará las cartas de renuncia.
Ellos sostienen que recibieron presiones para permitir que los tres jugadores sancionados de Liberia pudieran jugar contra Saprissa el pasado domingo.
No soy saprissista, todos saben que el equipo de mis amores es mi adorada Universidad. Así que no me ataquen con que defiendo intereses malsanos.
Pero que tres personas, una del mismo Disciplinario (María Martha Rojas), un expresidente de la Unafut (Joaquín Hernández, quien regresó al puesto) y Jorge Romero (también de la Unafut) hayan ejercido presión –según denuncian los dimitentes– es inaudito.
Más lo es que Rojas, en media sesión del Disciplinario, llamara a Hernández y Romero para que ellos confirmaran, en altavoz, que deseaban que los castigos a los pamperos quedaran sin efecto.
Lo es también que se violara el artículo 4, según el cual no cabe apelación por tarjetas amarillas (solo por cartulina roja y si el castigo es por tres o más partidos).
Indigna además que el presidente del Tricoa, Marvin Cubero, diga que no sepa qué clase de recurso presentó Liberia, pues él fue uno de los que lo resolvió.
No se queda atrás que, antes que el Tricoa tomara posición, se reunieran Rojas, Cubero y personeros de un club implicado.
Y lo peor, que el Tricoa estudiara un recurso de apelación si antes no fue presentado al Disciplinario, como reza el artículo 89.
La “joya” de las denuncias de Hernández y Paniagua es que el Tricoa no tiene facultad para tomar la decisión que tomó, pues esta facultad solo le compete al Comité Director de la Unafut.
Independientemente de cuándo y quiénes jueguen la final del Verano, no cabe duda de que este torneo está manchado.
Lo triste es que lo ensuciaron los de pantalón largo. Lo bueno es que todavía hay gente decente, como Hernández y Paniagua.