¡Ay, mae! La neta que esto golpea duro. Lynda Díaz, la Lynda de antes de la tele y los escenarios, soltó la bomba ayer en sus redes sociales: falleció su exesposo, Gary Austin. Un señor que le dio hartas risas y también unos buenos sustos, pa' ser honesto, viendo cómo cambiaba el mundo y ellos tratando de mantener las cosas en orden.
Para los que no andamos metidos en el cotilleo de famosos, Gary y Lynda estuvieron juntitos por más de veinte años, desde el 2002 hasta el 2010. Se formaron una familia bien bonita, con esos mellis que ahora tienen ya raicillas puestas. Imagínate, dos décadas construyendo recuerdos, peleándose por el control remoto y criando chamacos... eso no se borra así nomás.
En su publicación, Lynda, con toda la sinceridad que se le da, expresó su dolor. "Con profundo dolor en nuestra familia, hoy se despidió de nosotros un ser tan especial, dejando un vacío inmenso en el corazón de quienes lo amaron", escribió. No te digo, ahí hay sentimiento puro, esa Lynda nunca ha sido de andar con rodeos ni de esconder las cartas bajo la manga.
Y vaya que Gary fue un papá de lujo. Según Lynda, él siempre puso a sus hijos primero, aunque la relación entre ellos ya no fuera como antes. Lo importante era que la vaina estuviera echada pa' lante, que los niños tuvieran estabilidad y cariño, pese a los cambios de la vida. Eso sí que es madurez, ¡qué carga!, reconocer que a veces lo mejor es dejar ir para que todos puedan seguir adelante felices.
Lo interesante de todo este rollo es ver cómo, después de tanto tiempo separados, lograron mantener una relación cordial y basada en el respeto. Ya no eran esposos, claro, pero seguían siendo familia, cómplices en la crianza y apoyándose mutuamente. Demostraron que no todas las separaciones tienen que terminar en bronca y resentimientos, sino que pueden convertirse en un nuevo capítulo donde la madurez manda.
Lynda resaltó que, a pesar de las diferencias y los altibajos, siempre hubo amor por sus hijos. “A pesar de las circunstancias, siempre prevaleció la madurez y el amor por los hijos, rompiendo barreras y demostrando que una familia puede mantenerse unida incluso después de los cambios de la vida”. ¡Digo yo!, esa es la clave, poner a los chamacos en primer lugar y dejar atrás el egoísmo. Esa vaina de ponerle gallos a alguien por tonterías… ¡qué torta!
Por el momento, no sabemos qué pasó exactamente. Las autoridades no han dado ninguna información sobre las causas del fallecimiento. Algunos dicen que fue por complicaciones relacionadas con la edad – Gary tenía 84 años, cumplido – pero nada concreto. Esperemos que pronto salga la verdad, y que podamos darle cristiana despedida a este señor con toda la tranquilidad del caso.
Bueno, pues acá termina esta nota. Una historia de amor, de familia y de superación. Pero me pregunto, ¿creen ustedes que es posible mantener una relación sana y respetuosa con tu exesposo o exesposa, especialmente cuando hay hijos de por medio? Déjenme sus opiniones en los comentarios, ¡quisiera saber qué piensan al respecto!
Para los que no andamos metidos en el cotilleo de famosos, Gary y Lynda estuvieron juntitos por más de veinte años, desde el 2002 hasta el 2010. Se formaron una familia bien bonita, con esos mellis que ahora tienen ya raicillas puestas. Imagínate, dos décadas construyendo recuerdos, peleándose por el control remoto y criando chamacos... eso no se borra así nomás.
En su publicación, Lynda, con toda la sinceridad que se le da, expresó su dolor. "Con profundo dolor en nuestra familia, hoy se despidió de nosotros un ser tan especial, dejando un vacío inmenso en el corazón de quienes lo amaron", escribió. No te digo, ahí hay sentimiento puro, esa Lynda nunca ha sido de andar con rodeos ni de esconder las cartas bajo la manga.
Y vaya que Gary fue un papá de lujo. Según Lynda, él siempre puso a sus hijos primero, aunque la relación entre ellos ya no fuera como antes. Lo importante era que la vaina estuviera echada pa' lante, que los niños tuvieran estabilidad y cariño, pese a los cambios de la vida. Eso sí que es madurez, ¡qué carga!, reconocer que a veces lo mejor es dejar ir para que todos puedan seguir adelante felices.
Lo interesante de todo este rollo es ver cómo, después de tanto tiempo separados, lograron mantener una relación cordial y basada en el respeto. Ya no eran esposos, claro, pero seguían siendo familia, cómplices en la crianza y apoyándose mutuamente. Demostraron que no todas las separaciones tienen que terminar en bronca y resentimientos, sino que pueden convertirse en un nuevo capítulo donde la madurez manda.
Lynda resaltó que, a pesar de las diferencias y los altibajos, siempre hubo amor por sus hijos. “A pesar de las circunstancias, siempre prevaleció la madurez y el amor por los hijos, rompiendo barreras y demostrando que una familia puede mantenerse unida incluso después de los cambios de la vida”. ¡Digo yo!, esa es la clave, poner a los chamacos en primer lugar y dejar atrás el egoísmo. Esa vaina de ponerle gallos a alguien por tonterías… ¡qué torta!
Por el momento, no sabemos qué pasó exactamente. Las autoridades no han dado ninguna información sobre las causas del fallecimiento. Algunos dicen que fue por complicaciones relacionadas con la edad – Gary tenía 84 años, cumplido – pero nada concreto. Esperemos que pronto salga la verdad, y que podamos darle cristiana despedida a este señor con toda la tranquilidad del caso.
Bueno, pues acá termina esta nota. Una historia de amor, de familia y de superación. Pero me pregunto, ¿creen ustedes que es posible mantener una relación sana y respetuosa con tu exesposo o exesposa, especialmente cuando hay hijos de por medio? Déjenme sus opiniones en los comentarios, ¡quisiera saber qué piensan al respecto!