¡Imagínate la escena! Moody’s, esos señores gringos que andan calando ojo a nuestra economía, decidieron dar un respingo positivo este miércoles. Subieron la calificación crediticia del país, de Ba3 a Ba2, ¡y hasta cambiaron la perspectiva de ‘positiva’ a ‘estable’! Esto quiere decir, a balazos, que nos ven más confiables para pedir prestado y manejar nuestro brete financiero. Uno pensaba que esto nunca llegaría, después de tanto batallar con la deuda.
Como saben, el tema de la deuda pública ha sido un dolor de cabeza constante. En 2021 llegó a niveles peligrosos, casi el 68% del Producto Interno Bruto (PIB). Pero parece que las medidas que le hemos ido metiendo, como apretarnos el cinturón y buscar más plata con la reforma fiscal del 2018, sí dieron sus frutos. Ahora, dicen, estamos alrededor del 59%, y la idea es bajarla aún más. ¡Un alivio, diay!
Lo interesante es que Moody’s también destaca que estamos manejando mejor la deuda. Por ejemplo, la tasa de interés que pagamos por nuestros préstamos ha bajado considerablemente durante este año. Incluso pudimos extender el tiempo que tenemos para pagar algunos de estos créditos, lo cual es un buen golpe para las finanzas del Estado. Antes estábamos sudando frío pensando cómo íbamos a taparle el oyo al agujero.
Y no es solo por la rebaja de tasas. Según Moody’s, ahora somos capaces de generar más dinero con lo que ya tenemos, gracias a esos superávits primarios que vamos logrando año tras año. Eso significa que, aunque todavía hay cosas que ajustar, estamos encaminados a tener unas finanzas más sanas. El ministro Lücke no se quedó callado, claro, y salió a celebrar el respaldo internacional que esto representa.
El ministro, con toda la razón del mundo, dice que esto es fruto de la disciplina fiscal y de la buena administración de la deuda. Aunque siempre hay que ponerle un poco de aguacate al pito, es cierto que estamos tomando las cosas con más seriedad. De hecho, el gobierno insiste en que necesitamos diversificar nuestras fuentes de financiamiento, y ahí viene el rol de los eurobonos que están buscando aprobar en la Asamblea. Vaya que necesitan el apoyo legislativo para poder avanzar.
Pero ojo, que no todo es miel sobre hojuelas. Moody’s también nos pone algunas alertas. Nos recuerdan que todavía tenemos una carga tributaria relativamente baja – apenas el 13.5% del PIB–, lo que limita nuestra capacidad para crecer económicamente y aprovechar al máximo estas bonanzas. Además, seguimos dependiendo demasiado de Estados Unidos, así que cualquier problema que tenga la economía gringa nos puede afectar directo. Ya vimos el impacto del arancel que les pusieron recientemente... qué sal!
Ahora bien, ¿qué significa esto para nosotros, los ciudadanos comunes? Pues, a corto plazo, quizás no veamos cambios drásticos. Pero a largo plazo, una mejor calificación crediticia puede significar menores tasas de interés para los préstamos hipotecarios y comerciales, lo que impulsaría la inversión y crearía empleos. Además, transmite una imagen de estabilidad y solidez económica que atrae a inversionistas extranjeros, lo cual es vital para seguir creciendo. Lo bueno es que la perspectiva es estable, así que no esperamos sorpresas desagradables a la vuelta de la esquina… por ahora.
Con todo esto, surge la pregunta: ¿considerando la importancia de diversificar nuestras fuentes de ingreso y dado que la economía depende fuertemente del mercado estadounidense, cuáles serían las estrategias más efectivas para impulsar otras industrias y mercados en Costa Rica, asegurando un futuro económico más resiliente y sostenible para todos los ticos?
Como saben, el tema de la deuda pública ha sido un dolor de cabeza constante. En 2021 llegó a niveles peligrosos, casi el 68% del Producto Interno Bruto (PIB). Pero parece que las medidas que le hemos ido metiendo, como apretarnos el cinturón y buscar más plata con la reforma fiscal del 2018, sí dieron sus frutos. Ahora, dicen, estamos alrededor del 59%, y la idea es bajarla aún más. ¡Un alivio, diay!
Lo interesante es que Moody’s también destaca que estamos manejando mejor la deuda. Por ejemplo, la tasa de interés que pagamos por nuestros préstamos ha bajado considerablemente durante este año. Incluso pudimos extender el tiempo que tenemos para pagar algunos de estos créditos, lo cual es un buen golpe para las finanzas del Estado. Antes estábamos sudando frío pensando cómo íbamos a taparle el oyo al agujero.
Y no es solo por la rebaja de tasas. Según Moody’s, ahora somos capaces de generar más dinero con lo que ya tenemos, gracias a esos superávits primarios que vamos logrando año tras año. Eso significa que, aunque todavía hay cosas que ajustar, estamos encaminados a tener unas finanzas más sanas. El ministro Lücke no se quedó callado, claro, y salió a celebrar el respaldo internacional que esto representa.
El ministro, con toda la razón del mundo, dice que esto es fruto de la disciplina fiscal y de la buena administración de la deuda. Aunque siempre hay que ponerle un poco de aguacate al pito, es cierto que estamos tomando las cosas con más seriedad. De hecho, el gobierno insiste en que necesitamos diversificar nuestras fuentes de financiamiento, y ahí viene el rol de los eurobonos que están buscando aprobar en la Asamblea. Vaya que necesitan el apoyo legislativo para poder avanzar.
Pero ojo, que no todo es miel sobre hojuelas. Moody’s también nos pone algunas alertas. Nos recuerdan que todavía tenemos una carga tributaria relativamente baja – apenas el 13.5% del PIB–, lo que limita nuestra capacidad para crecer económicamente y aprovechar al máximo estas bonanzas. Además, seguimos dependiendo demasiado de Estados Unidos, así que cualquier problema que tenga la economía gringa nos puede afectar directo. Ya vimos el impacto del arancel que les pusieron recientemente... qué sal!
Ahora bien, ¿qué significa esto para nosotros, los ciudadanos comunes? Pues, a corto plazo, quizás no veamos cambios drásticos. Pero a largo plazo, una mejor calificación crediticia puede significar menores tasas de interés para los préstamos hipotecarios y comerciales, lo que impulsaría la inversión y crearía empleos. Además, transmite una imagen de estabilidad y solidez económica que atrae a inversionistas extranjeros, lo cual es vital para seguir creciendo. Lo bueno es que la perspectiva es estable, así que no esperamos sorpresas desagradables a la vuelta de la esquina… por ahora.
Con todo esto, surge la pregunta: ¿considerando la importancia de diversificar nuestras fuentes de ingreso y dado que la economía depende fuertemente del mercado estadounidense, cuáles serían las estrategias más efectivas para impulsar otras industrias y mercados en Costa Rica, asegurando un futuro económico más resiliente y sostenible para todos los ticos?
