¡Ay, pata! Quién pensaría que unos aranceles de Estados Unidos iban a convertirse en el tema central de nuestra economía durante tanto tiempo. Desde que Donaldo (Trump) soltó la bomba allá por marzo del 2025, hemos andado dando vueltas y rodeos tratando de encontrar una solución, pero parece que este ‘brete’ se va a extender hasta el 2026. ¡Diay!
La jugada, como muchos recordarán, empezó con una tasa inicial del 10% que luego se elevó al 15% para varios de nuestros productos. Al principio, nadie le dio mucha importancia, pero las cosas se complicaron rápidamente cuando otros países de la región – El Salvador, Guatemala, Argentina, Ecuador – lograron acuerdos con Washington a mediados de noviembre. Nosotros, quedándonos con las manos vacías, seguimos sentados a la mesa, esperando nuestro turno.
Manuel Tovar, nuestro ministro de Comercio Exterior, nos asegura que vamos por buen camino, que estamos “sentados, esperando volver a sentarnos”. Pero la verdad, ¿quién le cree a estos políticos, mándale? Él dice que el cierre temporal del gobierno federal estadounidense nos retrasó bastante, y que ahora necesitamos de sus tiempos para retomar las conversaciones. Esperemos que no nos tomen por tontos, porque la paciencia, como dicen, tiene límite.
Lo que más preocupa a los exportadores es la incertidumbre. La Cámara de la Industria Alimentaria (Cacia) ya advirtió que el 15% de arancel está pesando demasiado, dificultando el cierre de nuevos contratos. Imagínate, compañeros, si esto ya está afectando a las empresas, ¿qué pasará en el futuro? Sectores como la planificación y la galletería, el atún, las pastas alimenticias y los productos de chocolatería están en la mira, y podría haberle pegado duro, fiuuu…
Y ni hablar de la Cámara de Exportadores de Costa Rica (Cadexco), que incluyó los aranceles dentro de sus factores de incertidumbre para el próximo año. Parece que estamos en una encrucijada, donde cada decisión que tomemos tendrá consecuencias importantes para nuestra economía. Lo que era una molestia, se convirtió en un problema serio, ¡y créeme que no es precisamente un juego de niños!
Pero la cosa no termina ahí, porque también existe la posibilidad de que se revisen los gravámenes a los dispositivos médicos. Boston Scientific, una empresa clave para nuestro país, ha solicitado a Estados Unidos un trato especial para Costa Rica y el CAFTA. Eso demuestra la magnitud del impacto económico que estos aranceles están teniendo en diferentes sectores.
Ahora, ¿qué tiene que ver el licor, la papa y las contrataciones públicas con todo esto? Resulta que un informe de 2025 señala que Estados Unidos observa algunos aspectos de nuestras regulaciones comerciales, como los impuestos diferenciados al licor, las restricciones al mercado de la papa, la desigualdad en las licitaciones y los procesos burocráticos en las importaciones de origen animal. ¡Qué vara! Todo esto, aparentemente, contribuye a la percepción de que tenemos desventajas competitivas.
Y aquí viene la gran pregunta, mi gente: ¿Será que Costa Rica necesita cambiar radicalmente su estrategia de negociación con Estados Unidos, priorizando la velocidad sobre la precaución, o deberíamos seguir apostando por la prudencia y esperar a que Washington cambie su postura? ¿Qué crees tú que debemos hacer para salir de este embrollo y evitar que la economía costarricense siga sufriendo las consecuencias de estos aranceles?
La jugada, como muchos recordarán, empezó con una tasa inicial del 10% que luego se elevó al 15% para varios de nuestros productos. Al principio, nadie le dio mucha importancia, pero las cosas se complicaron rápidamente cuando otros países de la región – El Salvador, Guatemala, Argentina, Ecuador – lograron acuerdos con Washington a mediados de noviembre. Nosotros, quedándonos con las manos vacías, seguimos sentados a la mesa, esperando nuestro turno.
Manuel Tovar, nuestro ministro de Comercio Exterior, nos asegura que vamos por buen camino, que estamos “sentados, esperando volver a sentarnos”. Pero la verdad, ¿quién le cree a estos políticos, mándale? Él dice que el cierre temporal del gobierno federal estadounidense nos retrasó bastante, y que ahora necesitamos de sus tiempos para retomar las conversaciones. Esperemos que no nos tomen por tontos, porque la paciencia, como dicen, tiene límite.
Lo que más preocupa a los exportadores es la incertidumbre. La Cámara de la Industria Alimentaria (Cacia) ya advirtió que el 15% de arancel está pesando demasiado, dificultando el cierre de nuevos contratos. Imagínate, compañeros, si esto ya está afectando a las empresas, ¿qué pasará en el futuro? Sectores como la planificación y la galletería, el atún, las pastas alimenticias y los productos de chocolatería están en la mira, y podría haberle pegado duro, fiuuu…
Y ni hablar de la Cámara de Exportadores de Costa Rica (Cadexco), que incluyó los aranceles dentro de sus factores de incertidumbre para el próximo año. Parece que estamos en una encrucijada, donde cada decisión que tomemos tendrá consecuencias importantes para nuestra economía. Lo que era una molestia, se convirtió en un problema serio, ¡y créeme que no es precisamente un juego de niños!
Pero la cosa no termina ahí, porque también existe la posibilidad de que se revisen los gravámenes a los dispositivos médicos. Boston Scientific, una empresa clave para nuestro país, ha solicitado a Estados Unidos un trato especial para Costa Rica y el CAFTA. Eso demuestra la magnitud del impacto económico que estos aranceles están teniendo en diferentes sectores.
Ahora, ¿qué tiene que ver el licor, la papa y las contrataciones públicas con todo esto? Resulta que un informe de 2025 señala que Estados Unidos observa algunos aspectos de nuestras regulaciones comerciales, como los impuestos diferenciados al licor, las restricciones al mercado de la papa, la desigualdad en las licitaciones y los procesos burocráticos en las importaciones de origen animal. ¡Qué vara! Todo esto, aparentemente, contribuye a la percepción de que tenemos desventajas competitivas.
Y aquí viene la gran pregunta, mi gente: ¿Será que Costa Rica necesita cambiar radicalmente su estrategia de negociación con Estados Unidos, priorizando la velocidad sobre la precaución, o deberíamos seguir apostando por la prudencia y esperar a que Washington cambie su postura? ¿Qué crees tú que debemos hacer para salir de este embrollo y evitar que la economía costarricense siga sufriendo las consecuencias de estos aranceles?
