¡Ay, Dios mío! Qué bronca la que vive el sector arrocero, raza. Parece que los diputados tienen más ganas de hacer polémica que de solucionar cosas. Imagínate la escena: agricultores llegando a la Asamblea Legislativa con casados preparados, pero con una sorpresa… ¡casi sin arroz! Una movida bien creativa para llamarles la atención, porque parece que algunos prefieren taparse los ojos ante la realidad.
La jugada fue parte de una protesta pacífica para visibilizar el golpe que le han dado las políticas gubernamentales al cultivo del arroz en Costa Rica. Desde que bajaron los aranceles de importación y quitaron la fijación de precios, la cosa se puso fea. Según los productores, el área sembrada se desplomó casi un 60% y la producción nacional cayó en picada, un 57%, entre 2021 y 2025. Ahora, el 85% del arroz que comemos viene del extranjero, mientras que nosotros solo producimos el 15%. ¡Una verdadera dependencia!
El Fondo de Competitividad y Auxilio Arrocero, una iniciativa que podría darle un respiro al sector, sigue estancada en la Asamblea. Rodrigo Chaves y los diputados oficialistas se resisten a aprobarla, argumentando que beneficiará a los grandes empresarios y no a los campesinos de a pie. Pero, vamos, parece que les da más gracia echarle la culpa a alguien que buscar soluciones reales para los ticos que trabajan la tierra.
Y ahí entra Pilar Cisneros, jefa de fracción del oficialismo, quien se negó rotundamente a aceptar el almuerzo que le ofrecieron los agricultores. Ni siquiera salió del plenario para recibirlo. Según dicen, la señora no quiere saber nada de ayudar a los arroceros. Un poco de empatía nunca le había sobrado, mándale.
Por otro lado, el diputado Alexáner Barrantes, fiel escudero de Chaves, sigue bloqueando el proyecto con 52 mociones. ¡Imagínate tantísimas mociones! Parece que prefiere ver cómo se hunde el sector arrocero antes que ceder aunque sea un poquito. Algunos dicen que está buscando congraciarse con sus jefes, otros que simplemente no entiende la gravedad de la situación.
Lo más curioso fue que, como la señora Cisneros no quería ni oler el arroz, varios diputados del Frente Amplio tuvieron que llevar el casado hasta su curul. Pero ella, testaruda, se mantuvo firme en su decisión de rechazarlo. Al final, los pobres arroceros tuvieron que recoger todo y marcharse con el corazón roto.
Esta crisis no es solo un problema económico, es también un tema de soberanía alimentaria. Depender tanto del arroz importado nos hace vulnerables a fluctuaciones de precios internacionales y a posibles problemas de abastecimiento. Si seguimos por este camino, pronto tendremos que depender aún más de otros países para alimentar a nuestros hijos. ¡Qué vara!
Es evidente que la situación del sector arrocero es crítica y requiere una solución urgente. Pero, ¿hasta cuándo vamos a permitir que intereses políticos y económicos pongan en riesgo nuestra seguridad alimentaria y el futuro de nuestros agricultores? Dígame, compa: ¿Cree usted que el gobierno y los diputados harán algo para salvar el arroz tico, o seguiremos viendo cómo se va al traste?
La jugada fue parte de una protesta pacífica para visibilizar el golpe que le han dado las políticas gubernamentales al cultivo del arroz en Costa Rica. Desde que bajaron los aranceles de importación y quitaron la fijación de precios, la cosa se puso fea. Según los productores, el área sembrada se desplomó casi un 60% y la producción nacional cayó en picada, un 57%, entre 2021 y 2025. Ahora, el 85% del arroz que comemos viene del extranjero, mientras que nosotros solo producimos el 15%. ¡Una verdadera dependencia!
El Fondo de Competitividad y Auxilio Arrocero, una iniciativa que podría darle un respiro al sector, sigue estancada en la Asamblea. Rodrigo Chaves y los diputados oficialistas se resisten a aprobarla, argumentando que beneficiará a los grandes empresarios y no a los campesinos de a pie. Pero, vamos, parece que les da más gracia echarle la culpa a alguien que buscar soluciones reales para los ticos que trabajan la tierra.
Y ahí entra Pilar Cisneros, jefa de fracción del oficialismo, quien se negó rotundamente a aceptar el almuerzo que le ofrecieron los agricultores. Ni siquiera salió del plenario para recibirlo. Según dicen, la señora no quiere saber nada de ayudar a los arroceros. Un poco de empatía nunca le había sobrado, mándale.
Por otro lado, el diputado Alexáner Barrantes, fiel escudero de Chaves, sigue bloqueando el proyecto con 52 mociones. ¡Imagínate tantísimas mociones! Parece que prefiere ver cómo se hunde el sector arrocero antes que ceder aunque sea un poquito. Algunos dicen que está buscando congraciarse con sus jefes, otros que simplemente no entiende la gravedad de la situación.
Lo más curioso fue que, como la señora Cisneros no quería ni oler el arroz, varios diputados del Frente Amplio tuvieron que llevar el casado hasta su curul. Pero ella, testaruda, se mantuvo firme en su decisión de rechazarlo. Al final, los pobres arroceros tuvieron que recoger todo y marcharse con el corazón roto.
Esta crisis no es solo un problema económico, es también un tema de soberanía alimentaria. Depender tanto del arroz importado nos hace vulnerables a fluctuaciones de precios internacionales y a posibles problemas de abastecimiento. Si seguimos por este camino, pronto tendremos que depender aún más de otros países para alimentar a nuestros hijos. ¡Qué vara!
Es evidente que la situación del sector arrocero es crítica y requiere una solución urgente. Pero, ¿hasta cuándo vamos a permitir que intereses políticos y económicos pongan en riesgo nuestra seguridad alimentaria y el futuro de nuestros agricultores? Dígame, compa: ¿Cree usted que el gobierno y los diputados harán algo para salvar el arroz tico, o seguiremos viendo cómo se va al traste?
