¡Pero qué vaina, raza! Resulta que el Ministerio de Ciencia, Innovación, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt), esos mismos que nos quieren salvar de los virus informáticos, metieron la pata hasta el fondo con una campaña llamada "Malicia Indígena". La Mesa Nacional Indígena (MNICR) ya encendida, le está reclamando al Micitt que retiren esa campaña porque, según ellos, es pura aberración cultural y llena de estereotipos. Parece que alguien no hizo bien la tarea casera.
La MNICR, representada por Don Donald Rojas, mandó una carta directamente a la Ministra Paula Bogantes, exigiendo que frenen la campaña inmediatamente. Dicen que el término “malicia indígena” es un insulto, una forma burlona de referirse a la sabiduría ancestral de nuestros hermanos indígenas. No es broma, el documento lo dice clarito: “carece de pertinencia cultural, es un estereotipo que aparenta un reconocimiento a los valores y principios indígenas, que no reconoce la inteligencia y los importantes aportes de los indígenas al desarrollo del país”. ¡Puajjj, qué bochornoso!
El Micitt, defendiéndose, ha dicho que la nota está en estudio, que todavía no tienen una posición oficial. Pero a ver, mae, ya salió la cosa, ya hirieron susceptibilidades. Justifican el nombre diciendo que apela a la astucia y el ingenio del costarricense – nosotros somos muy listos para engañar, aparentemente – para protegernos en internet. Como si eso justificara usar términos que denigran a un grupo vulnerable de nuestra sociedad. ¡Qué pereca!
La idea detrás de la campaña era buena, eh. Promover la ciberseguridad es importantísimo, especialmente luego de aquel golpe tremendo que nos dieron en 2022, cuando casi se va el país entero al garete. Pero meterle un nombre así, con semejante carga negativa hacia los pueblos originarios, fue un fallo monumental. Uno piensa, ¿será que nadie pensó siquiera cómo podría sonar esto a ojos de quienes realmente conocen la cultura indígena?
Y ni hablar del momento. Estamos en el Mes de la Ciberseguridad, un momento ideal para concienciar a la gente sobre los peligros online. Pero en lugar de lograrlo, parece que han logrado levantar polémicas y sumar otra espina clavada en la relación entre el Estado y las comunidades indígenas. Esto demuestra que la inclusión y el respeto cultural no son cosas que se hagan a medio camino, sino que requieren una reflexión profunda y una sensibilidad especial.
Según el Micitt, la campaña se va a estar bombardeando por todos lados: medios de comunicación, redes sociales, páginas web de instituciones públicas… Así que, prepárense para verlo por todas partes. Lo bueno es que aún hay tiempo para corregir el rumbo y pedir disculpas sinceras a los pueblos indígenas. Una simple disculpa no borra el daño, pero al menos demostraría que reconocen su error y están dispuestos a aprender de él.
Ahora, muchos se preguntarán: ¿Cómo pasó esto? ¿Quién dio luz verde a una campaña con un nombre tan desafortunado? ¿No tenían personas de confianza dentro del Micitt que pudieran darles una opinión honesta sobre el impacto cultural de este nombre? Son preguntas que merecen respuestas claras y transparentes, porque esto no puede quedar impune. Necesitamos un mea culpa serio y medidas concretas para evitar que estas situaciones se repitan en el futuro.
En fin, este caso me deja pensando: ¿hasta cuándo vamos a seguir perpetuando estereotipos negativos sobre los pueblos indígenas? ¿Deberíamos exigir más capacitación intercultural a los funcionarios públicos? ¿Cuál creen ustedes debería ser la reacción adecuada del gobierno frente a esta polémica, además de retirar la campaña? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero leer qué piensa la masa!
La MNICR, representada por Don Donald Rojas, mandó una carta directamente a la Ministra Paula Bogantes, exigiendo que frenen la campaña inmediatamente. Dicen que el término “malicia indígena” es un insulto, una forma burlona de referirse a la sabiduría ancestral de nuestros hermanos indígenas. No es broma, el documento lo dice clarito: “carece de pertinencia cultural, es un estereotipo que aparenta un reconocimiento a los valores y principios indígenas, que no reconoce la inteligencia y los importantes aportes de los indígenas al desarrollo del país”. ¡Puajjj, qué bochornoso!
El Micitt, defendiéndose, ha dicho que la nota está en estudio, que todavía no tienen una posición oficial. Pero a ver, mae, ya salió la cosa, ya hirieron susceptibilidades. Justifican el nombre diciendo que apela a la astucia y el ingenio del costarricense – nosotros somos muy listos para engañar, aparentemente – para protegernos en internet. Como si eso justificara usar términos que denigran a un grupo vulnerable de nuestra sociedad. ¡Qué pereca!
La idea detrás de la campaña era buena, eh. Promover la ciberseguridad es importantísimo, especialmente luego de aquel golpe tremendo que nos dieron en 2022, cuando casi se va el país entero al garete. Pero meterle un nombre así, con semejante carga negativa hacia los pueblos originarios, fue un fallo monumental. Uno piensa, ¿será que nadie pensó siquiera cómo podría sonar esto a ojos de quienes realmente conocen la cultura indígena?
Y ni hablar del momento. Estamos en el Mes de la Ciberseguridad, un momento ideal para concienciar a la gente sobre los peligros online. Pero en lugar de lograrlo, parece que han logrado levantar polémicas y sumar otra espina clavada en la relación entre el Estado y las comunidades indígenas. Esto demuestra que la inclusión y el respeto cultural no son cosas que se hagan a medio camino, sino que requieren una reflexión profunda y una sensibilidad especial.
Según el Micitt, la campaña se va a estar bombardeando por todos lados: medios de comunicación, redes sociales, páginas web de instituciones públicas… Así que, prepárense para verlo por todas partes. Lo bueno es que aún hay tiempo para corregir el rumbo y pedir disculpas sinceras a los pueblos indígenas. Una simple disculpa no borra el daño, pero al menos demostraría que reconocen su error y están dispuestos a aprender de él.
Ahora, muchos se preguntarán: ¿Cómo pasó esto? ¿Quién dio luz verde a una campaña con un nombre tan desafortunado? ¿No tenían personas de confianza dentro del Micitt que pudieran darles una opinión honesta sobre el impacto cultural de este nombre? Son preguntas que merecen respuestas claras y transparentes, porque esto no puede quedar impune. Necesitamos un mea culpa serio y medidas concretas para evitar que estas situaciones se repitan en el futuro.
En fin, este caso me deja pensando: ¿hasta cuándo vamos a seguir perpetuando estereotipos negativos sobre los pueblos indígenas? ¿Deberíamos exigir más capacitación intercultural a los funcionarios públicos? ¿Cuál creen ustedes debería ser la reacción adecuada del gobierno frente a esta polémica, además de retirar la campaña? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero leer qué piensa la masa!