¡Ay, bruh! La cosa está que arde con este rollo de la deuda pública. Últimamente, unos cuantos 'economistas' de esos que salen en televisión como si fueran Einstein, andan soltando puras bravuconadas sobre cómo manejarla. Parece que viven en otro planeta, porque acá en la realidad, el panorama es más complicado que resolver un cubo de Rubik con los pies.
El exministro Nogui Acosta, con toda la razón del mundo, sacó a relucir lo obvio: algunos de estos supuestos expertos no saben ni dónde está el botón de reinicio de un computador, y ahí van dando consejos fiscales como si fueran Don Mario Alpízar. Te hablan de emitir bonos en mercados internacionales como si fuera un juego de niños, olvidándose de los riesgos y de las implicaciones reales para el bolsillo del tico promedio. ¡Menudo despiche!
Pero lo más salado de todo es que estos señores pretenden aconsejar al próximo presidente sobre políticas económicas sin tener la más mínima idea de cómo funciona un presupuesto. ¡Qué carga! Imaginen, creen que el ministro de Hacienda sale de la Asamblea Legislativa con vagones llenos de billetes. El presupuesto es una autorización máxima de gasto, una especie de ‘top’ para saber cuánto podemos gastar, determinado por la ley y la Constitución. Después, toca ver cómo pagamos todo eso, y si no alcanzamos, pues… ¡pedimos prestado!
Y ahí es donde entra la deuda. Según datos oficiales, de cada cien colones que se quieren gastar, apenas tenemos sesenta y dos listos para pagar. Eso significa que necesitamos pedir prestado treinta y ocho colones más. Cada año que tengamos más gastos que ingresos, la deuda va creciendo. Simple y llano. Así que, cuando escuchan a alguien diciendo que “sobran” recursos al final del año porque no se gastó todo el presupuesto, ¡qué torta! Eso significa que no tuvimos que endeudarnos tanto, no que no tuvimos que endeudarnos nada.
Ahora, hablando del último presupuesto que se presentó en la Asamblea, la cosa quedó clarísima: el gobierno solamente puede endeudarse en el mercado local. ¿Por qué? Porque la Constitución es más rígida que una tabla de surf, y no pensó en que algún día la deuda sería tan grande que necesitaríamos pedirle prestado a todo el mundo. Y el mercado internacional, como sabe que estamos en aprietos, nos pide tasas de interés más altas. ¡No sean ingenuos!
Entonces, ¿importa si pedimos prestado en el mercado local o en el internacional? Pues claro que importa, mae. La deuda es la deuda, y acumularla sin control es como ahogar lentamente a nuestro país. Ese candidato presidencial, del partido que nos endeudó hasta las cejas en los últimos ocho años, proponiendo un “Fondo Soberano con Subejecución” basado en más deuda… ¡eso sí que es populismo barato y demagogia pura! Parece que quiere lavar sus manos ensuciándonos a nosotros aún más, diay.
Y aquí me pregunto, ¿cómo es posible que aún sigamos permitiendo que personas con tan poca comprensión de la economía tomen decisiones que afectan directamente nuestras vidas? ¿Estamos dispuestos a dejar el timón de Costa Rica en manos de individuos que parecen haber salido de una telenovela económica?
Bueno, ahora les dejo pensando, compas. Aquí la pregunta es: ¿Cuál debería ser la prioridad del próximo gobierno en cuanto al manejo de la deuda pública: priorizar la reducción de gastos, buscar nuevas fuentes de ingresos o implementar medidas más agresivas para estimular la economía, asumiendo un mayor riesgo de endeudamiento? Compartan sus opiniones y veamos qué sale de este brete. ¡A conversar!
El exministro Nogui Acosta, con toda la razón del mundo, sacó a relucir lo obvio: algunos de estos supuestos expertos no saben ni dónde está el botón de reinicio de un computador, y ahí van dando consejos fiscales como si fueran Don Mario Alpízar. Te hablan de emitir bonos en mercados internacionales como si fuera un juego de niños, olvidándose de los riesgos y de las implicaciones reales para el bolsillo del tico promedio. ¡Menudo despiche!
Pero lo más salado de todo es que estos señores pretenden aconsejar al próximo presidente sobre políticas económicas sin tener la más mínima idea de cómo funciona un presupuesto. ¡Qué carga! Imaginen, creen que el ministro de Hacienda sale de la Asamblea Legislativa con vagones llenos de billetes. El presupuesto es una autorización máxima de gasto, una especie de ‘top’ para saber cuánto podemos gastar, determinado por la ley y la Constitución. Después, toca ver cómo pagamos todo eso, y si no alcanzamos, pues… ¡pedimos prestado!
Y ahí es donde entra la deuda. Según datos oficiales, de cada cien colones que se quieren gastar, apenas tenemos sesenta y dos listos para pagar. Eso significa que necesitamos pedir prestado treinta y ocho colones más. Cada año que tengamos más gastos que ingresos, la deuda va creciendo. Simple y llano. Así que, cuando escuchan a alguien diciendo que “sobran” recursos al final del año porque no se gastó todo el presupuesto, ¡qué torta! Eso significa que no tuvimos que endeudarnos tanto, no que no tuvimos que endeudarnos nada.
Ahora, hablando del último presupuesto que se presentó en la Asamblea, la cosa quedó clarísima: el gobierno solamente puede endeudarse en el mercado local. ¿Por qué? Porque la Constitución es más rígida que una tabla de surf, y no pensó en que algún día la deuda sería tan grande que necesitaríamos pedirle prestado a todo el mundo. Y el mercado internacional, como sabe que estamos en aprietos, nos pide tasas de interés más altas. ¡No sean ingenuos!
Entonces, ¿importa si pedimos prestado en el mercado local o en el internacional? Pues claro que importa, mae. La deuda es la deuda, y acumularla sin control es como ahogar lentamente a nuestro país. Ese candidato presidencial, del partido que nos endeudó hasta las cejas en los últimos ocho años, proponiendo un “Fondo Soberano con Subejecución” basado en más deuda… ¡eso sí que es populismo barato y demagogia pura! Parece que quiere lavar sus manos ensuciándonos a nosotros aún más, diay.
Y aquí me pregunto, ¿cómo es posible que aún sigamos permitiendo que personas con tan poca comprensión de la economía tomen decisiones que afectan directamente nuestras vidas? ¿Estamos dispuestos a dejar el timón de Costa Rica en manos de individuos que parecen haber salido de una telenovela económica?
Bueno, ahora les dejo pensando, compas. Aquí la pregunta es: ¿Cuál debería ser la prioridad del próximo gobierno en cuanto al manejo de la deuda pública: priorizar la reducción de gastos, buscar nuevas fuentes de ingresos o implementar medidas más agresivas para estimular la economía, asumiendo un mayor riesgo de endeudamiento? Compartan sus opiniones y veamos qué sale de este brete. ¡A conversar!