¡Pero qué vaina, raza! Resulta que la Universidad de Costa Rica (UCR) no se ha quedado callada ante la polémica campaña de ciberseguridad del Micitt, esa que bautizaron como “malicia indígena”. Ya saben, la que pretendía usar la astucia ancestral para protegernos de los hackers. Pues parece que la jugada salió torcida, ¡más salada que una pipa de limón!
Todo empezó porque la Mesa Nacional Indígena (MNICR) levantó la voz, denunciando que el uso del término “malicia indígena” era un golpe bajo, descontextualizado y cargado de prejuicios. Le escribieron a la ministra Paula Bogantes Zamora, pidiéndole que frene la campaña antes de que se armara un mayor bronca. Y ni hablar del Frente Nacional de Pueblos Indígenas de Costa Rica (FRENAPI), que se sumó al coro de protestas.
La UCR, echándole ganas a la defensa de los derechos de los pueblos originarios, se puso del lado de la MNICR y del FRENAPI. Lanzaron un comunicado donde calificaron la campaña de “racista”, argumentando que asocia la “malicia” con lo indígena, perpetuando estereotipos anticuados y fortaleciendo ideas erróneas que nos han hecho mucho daño como país. ¡No me digan que todavía estamos con esas! ¡Qué pena ajena!
Según la UCR, la clave está en entender que la cautela y el recelo no son defectos inherentes de los pueblos indígenas, sino estrategias de supervivencia que se desarrollaron a lo largo de siglos de colonialismo, despojo territorial y promesas rotas. Además, resaltaron que ni siquiera se molestaron en consultar a las comunidades indígenas sobre cómo representar su cultura, lo cual es un fallo garrafal.
El Micitt, viendo venir la bronca, tuvo que ceder. Admitieron que el mensaje pudo haber sido interpretado como ofensivo, aunque insistían en que su intención era buena: promover la ciberseguridad usando la idea de la astucia ancestral. Vamos, que querían hacernos más listos para protegernos en internet utilizando nuestra propia sabiduría… ¡pero la ejecución dejó mucho que desear, mae!
Lo bueno es que ahora prometen trabajar con las comunidades indígenas para traducir los materiales educativos y asegurarse de que el mensaje llegue a todos en sus propios idiomas. ¡Al fin, un paso en la dirección correcta! Esperemos que esto sirva para que las instituciones del Estado aprendan la lección: antes de lanzar cualquier iniciativa que afecte a grupos vulnerables, hay que sentarse a dialogar con ellos y escuchar lo que tienen que decir.
En este brete, la UCR exhortó a un diálogo intercultural “genuino” como base para construir políticas públicas respetuosas y libres de discriminación. Una buena reflexión para todos nosotros, porque, seamos honestos, todavía tenemos mucho que aprender sobre cómo tratar a nuestros hermanos y hermanas indígenas con respeto y dignidad. No podemos seguir viviendo en el pasado, ¡necesitamos construir un futuro donde quepamos todos!
Ahora bien, ¿ustedes qué opinan? ¿Creen que el Micitt realmente aprendió la lección o simplemente intentó apagar el fuego mediático? ¿Deberían pedir disculpas formales a las comunidades indígenas afectadas? ¡Déjenme saber sus pensamientos en los comentarios!
Todo empezó porque la Mesa Nacional Indígena (MNICR) levantó la voz, denunciando que el uso del término “malicia indígena” era un golpe bajo, descontextualizado y cargado de prejuicios. Le escribieron a la ministra Paula Bogantes Zamora, pidiéndole que frene la campaña antes de que se armara un mayor bronca. Y ni hablar del Frente Nacional de Pueblos Indígenas de Costa Rica (FRENAPI), que se sumó al coro de protestas.
La UCR, echándole ganas a la defensa de los derechos de los pueblos originarios, se puso del lado de la MNICR y del FRENAPI. Lanzaron un comunicado donde calificaron la campaña de “racista”, argumentando que asocia la “malicia” con lo indígena, perpetuando estereotipos anticuados y fortaleciendo ideas erróneas que nos han hecho mucho daño como país. ¡No me digan que todavía estamos con esas! ¡Qué pena ajena!
Según la UCR, la clave está en entender que la cautela y el recelo no son defectos inherentes de los pueblos indígenas, sino estrategias de supervivencia que se desarrollaron a lo largo de siglos de colonialismo, despojo territorial y promesas rotas. Además, resaltaron que ni siquiera se molestaron en consultar a las comunidades indígenas sobre cómo representar su cultura, lo cual es un fallo garrafal.
El Micitt, viendo venir la bronca, tuvo que ceder. Admitieron que el mensaje pudo haber sido interpretado como ofensivo, aunque insistían en que su intención era buena: promover la ciberseguridad usando la idea de la astucia ancestral. Vamos, que querían hacernos más listos para protegernos en internet utilizando nuestra propia sabiduría… ¡pero la ejecución dejó mucho que desear, mae!
Lo bueno es que ahora prometen trabajar con las comunidades indígenas para traducir los materiales educativos y asegurarse de que el mensaje llegue a todos en sus propios idiomas. ¡Al fin, un paso en la dirección correcta! Esperemos que esto sirva para que las instituciones del Estado aprendan la lección: antes de lanzar cualquier iniciativa que afecte a grupos vulnerables, hay que sentarse a dialogar con ellos y escuchar lo que tienen que decir.
En este brete, la UCR exhortó a un diálogo intercultural “genuino” como base para construir políticas públicas respetuosas y libres de discriminación. Una buena reflexión para todos nosotros, porque, seamos honestos, todavía tenemos mucho que aprender sobre cómo tratar a nuestros hermanos y hermanas indígenas con respeto y dignidad. No podemos seguir viviendo en el pasado, ¡necesitamos construir un futuro donde quepamos todos!
Ahora bien, ¿ustedes qué opinan? ¿Creen que el Micitt realmente aprendió la lección o simplemente intentó apagar el fuego mediático? ¿Deberían pedir disculpas formales a las comunidades indígenas afectadas? ¡Déjenme saber sus pensamientos en los comentarios!