¡Ay, mi gente! Quién iba a decir que Bottega, esa marca que nos mima con buenos vinos y quesitos finos, se aventuraba hasta Tamarindo. Pues sí, llegó la novedad: abrieron su cuarta tienda en Guanacaste, dejando claro que quieren estar cerquita de nosotros, sin importar dónde vivamos. Esto ya es para celebrar con un buen Cabernet Sauvignon, ¡qué chiva!
Para los que no estén familiarizados, Bottega es esa pilería que importa productos de lujo, desde vinos que te hacen sentir rico hasta esos quesos europeos que cuestan un ojo de la cara. Ya tenían tres locales bien establecidos en el Área Capital –Guachipelín de Escazú, Nunciatura en Rohrmoser y Santa Verde en Heredia–, pero mover la onda hasta Tamarindo es otro rollo. La inversión, según dicen, rondó los 450 mil dólares verdes, así que no jugaron a medias.
Y ojo, porque esto no es solo abrir una tienda más. Bottega quiere armarle un escenario completo a sus clientes. Imagínate: áreas dedicadas al vino, productos gourmet para chuparse los dedos, y hasta un lugar especial para hacer catas y compartir experiencias. Eso sí, que no falten los expertos, porque tener un sommelier alrededor es como tener un tesoro escondido listo para aconsejarnos cuál vino va perfecto con nuestro chuleta.
La elección de Tamarindo como nuevo hogar no es casualidad, amigos. Ahí hay moros y cristianos todo el año, turistas de todas partes y gente que sabe apreciar las cosas buenas de la vida. Además, parece que las ventas en la región andaban que ni pintada, así que decidieron apostar por allá. Sofía Poma-Murialdo, la encargada de mercadeo, dijo que buscan crecer en todo el país y ayudar a las comunidades donde trabajan... ¡Eso suena bacán!
Este nuevo brete de Bottega en Tamarindo mide unos 272 metros cuadrados, suficiente para exhibir todos sus productos estrella. Además de vino y comida, también tienen snacks y demás cosas ricas. Para eso contrataron a cuatro personas directamente y casi cincuenta indirectamente –proveedores, transportistas, todo el mundo—, así que le dieron un empujón a la economía local. ¡Buenísimo!
Pero no crean que solo piensan en el turista. Buscan conectar con la gente de la zona, ofrecerles experiencias auténticas que mezclen vino, comida y cultura. Quieren que te sientas como si estuvieras en Italia, aunque estés comiéndote un casado, ¡dios mío, qué antojo! Además, prometen mantener sus valores de servicio, honestidad y buena onda. ¡Así da gusto!
Con esta expansión, Bottega sigue demostrando que Costa Rica es tierra fértil para proyectos nuevos y ambiciosos. Están invirtiendo en nosotros, generando empleos y trayéndonos productos que antes solo podíamos soñar. Se nota que estos señores le ponen ganas a lo que hacen, y eso siempre es digno de aplauso. ¡Pura vida y que siga el éxito!
Ahora me pregunto, ¿creen ustedes que esta movida de Bottega en Tamarindo ayudará a impulsar aún más el turismo en la zona? ¿O simplemente será otra tienda de lujo para los que pueden permitírselo? Déjenme saber qué opinan en los comentarios, ¡quiero leer sus ideas!
Para los que no estén familiarizados, Bottega es esa pilería que importa productos de lujo, desde vinos que te hacen sentir rico hasta esos quesos europeos que cuestan un ojo de la cara. Ya tenían tres locales bien establecidos en el Área Capital –Guachipelín de Escazú, Nunciatura en Rohrmoser y Santa Verde en Heredia–, pero mover la onda hasta Tamarindo es otro rollo. La inversión, según dicen, rondó los 450 mil dólares verdes, así que no jugaron a medias.
Y ojo, porque esto no es solo abrir una tienda más. Bottega quiere armarle un escenario completo a sus clientes. Imagínate: áreas dedicadas al vino, productos gourmet para chuparse los dedos, y hasta un lugar especial para hacer catas y compartir experiencias. Eso sí, que no falten los expertos, porque tener un sommelier alrededor es como tener un tesoro escondido listo para aconsejarnos cuál vino va perfecto con nuestro chuleta.
La elección de Tamarindo como nuevo hogar no es casualidad, amigos. Ahí hay moros y cristianos todo el año, turistas de todas partes y gente que sabe apreciar las cosas buenas de la vida. Además, parece que las ventas en la región andaban que ni pintada, así que decidieron apostar por allá. Sofía Poma-Murialdo, la encargada de mercadeo, dijo que buscan crecer en todo el país y ayudar a las comunidades donde trabajan... ¡Eso suena bacán!
Este nuevo brete de Bottega en Tamarindo mide unos 272 metros cuadrados, suficiente para exhibir todos sus productos estrella. Además de vino y comida, también tienen snacks y demás cosas ricas. Para eso contrataron a cuatro personas directamente y casi cincuenta indirectamente –proveedores, transportistas, todo el mundo—, así que le dieron un empujón a la economía local. ¡Buenísimo!
Pero no crean que solo piensan en el turista. Buscan conectar con la gente de la zona, ofrecerles experiencias auténticas que mezclen vino, comida y cultura. Quieren que te sientas como si estuvieras en Italia, aunque estés comiéndote un casado, ¡dios mío, qué antojo! Además, prometen mantener sus valores de servicio, honestidad y buena onda. ¡Así da gusto!
Con esta expansión, Bottega sigue demostrando que Costa Rica es tierra fértil para proyectos nuevos y ambiciosos. Están invirtiendo en nosotros, generando empleos y trayéndonos productos que antes solo podíamos soñar. Se nota que estos señores le ponen ganas a lo que hacen, y eso siempre es digno de aplauso. ¡Pura vida y que siga el éxito!
Ahora me pregunto, ¿creen ustedes que esta movida de Bottega en Tamarindo ayudará a impulsar aún más el turismo en la zona? ¿O simplemente será otra tienda de lujo para los que pueden permitírselo? Déjenme saber qué opinan en los comentarios, ¡quiero leer sus ideas!
