¡Ay, mi gente! Aquí estamos hablando de plata, de cómo cuidarla y de si es mejor pagar con el celular o con la tarjetita. Porque, díganme, ¿quién no se ha preocupado alguna vez por si le van a clavar un golpe en el banco?
Resulta que, según estudios gringos –sí, esos que a veces nos sirven para algo–, acá en Latinoamérica apenas un 10% de nosotros prefiere meterle al bolsillo digital. ¡Una lata! Pero parece que la cosa va cambiando. Expertos en ciberseguridad, esos que saben más que yo, dicen que el celular es el nuevo fortín.
Kevin Moraga, profe del TEC, nos explica que la onda está en las barreras tecnológicas. Imaginen: la tarjeta física es como dejar la puerta abierta para que cualquier maleante entre. En cambio, el celular tiene trabas, códigos, huellas… ¡Un brete! Y eso dificulta muchísimo que te roben los datos.
Lo bueno del celular es que cuando pagas, la información de tu tarjeta nunca sale volando por ahí. No, no, se crea un “token”, que es como un disfraz único para esa compracita. Así que si algún hacker intenta interceptar la info, no le da para nada. ¡Qué carga tener que estar pendiente de esos tipos!
Y ni hablar de la seguridad extra que le dan las huellas o el reconocimiento facial. Desbloquear el celular antes de pagar ya es un escudo contra los que quieren hacerles trampa. Eso sí, a algunos les da flojera poner la huella, pero créanme, vale la pena. Mejor prevenir que lamentar, como dice mi abuela.
Si se te pierde el celular, ¡pan comido! Lo desactivas remotamente, borras toda la info... ¡Adiós, ladrones! Con la tarjeta perdida, tienes que correr al banco, hacer mil trámites, esperar días… ¡Qué despache! Es mejor agilizar las cosas con la billetera virtual.
Ahora bien, claro que no todo es color de rosa. Hay que cuidar las contraseñas, no descargar apps raras y mantener el teléfono actualizado. De resto, si sigues las recomendaciones básicas, el riesgo de que te hagan un timo es menor con el celular que con la tarjeta. Insisto, la seguridad es responsabilidad de todos, maes.
La tendencia mundial apunta a que, para el 2027, casi un tercio de los pagos en Latinoamérica se harán con el celular. Así que, ¿ustedes qué opinan? ¿Ya se animaron a darle al mundo digital o prefieren aferrarse a la tarjetita? ¡Anímense a comentar y diganme cuál es su razonamiento!
Resulta que, según estudios gringos –sí, esos que a veces nos sirven para algo–, acá en Latinoamérica apenas un 10% de nosotros prefiere meterle al bolsillo digital. ¡Una lata! Pero parece que la cosa va cambiando. Expertos en ciberseguridad, esos que saben más que yo, dicen que el celular es el nuevo fortín.
Kevin Moraga, profe del TEC, nos explica que la onda está en las barreras tecnológicas. Imaginen: la tarjeta física es como dejar la puerta abierta para que cualquier maleante entre. En cambio, el celular tiene trabas, códigos, huellas… ¡Un brete! Y eso dificulta muchísimo que te roben los datos.
Lo bueno del celular es que cuando pagas, la información de tu tarjeta nunca sale volando por ahí. No, no, se crea un “token”, que es como un disfraz único para esa compracita. Así que si algún hacker intenta interceptar la info, no le da para nada. ¡Qué carga tener que estar pendiente de esos tipos!
Y ni hablar de la seguridad extra que le dan las huellas o el reconocimiento facial. Desbloquear el celular antes de pagar ya es un escudo contra los que quieren hacerles trampa. Eso sí, a algunos les da flojera poner la huella, pero créanme, vale la pena. Mejor prevenir que lamentar, como dice mi abuela.
Si se te pierde el celular, ¡pan comido! Lo desactivas remotamente, borras toda la info... ¡Adiós, ladrones! Con la tarjeta perdida, tienes que correr al banco, hacer mil trámites, esperar días… ¡Qué despache! Es mejor agilizar las cosas con la billetera virtual.
Ahora bien, claro que no todo es color de rosa. Hay que cuidar las contraseñas, no descargar apps raras y mantener el teléfono actualizado. De resto, si sigues las recomendaciones básicas, el riesgo de que te hagan un timo es menor con el celular que con la tarjeta. Insisto, la seguridad es responsabilidad de todos, maes.
La tendencia mundial apunta a que, para el 2027, casi un tercio de los pagos en Latinoamérica se harán con el celular. Así que, ¿ustedes qué opinan? ¿Ya se animaron a darle al mundo digital o prefieren aferrarse a la tarjetita? ¡Anímense a comentar y diganme cuál es su razonamiento!