Ay, Dios mío, qué bronca tenemos con nuestros políticos, ¿verdad, compas? Ahora le toca al Presidente Chaves meterse en líos con el Poder Judicial. Resulta que el presidente, durante su programa de tele, soltó unas verdades – o eso él cree – sobre cómo el empresariote Leonel Baruch estaría influyendo en ciertos casos judiciales. Una olla bien grande, vamos.
La jugada de Chaves viene de atrás, lleva rato criticando la diligencia del sistema judicial, especialmente en casos que lo involucran directamente. Dice que hay trabas, demoras injustificadas, y que alguien –Baruch, según él– anda tirando los hilos desde bambalinas. Imaginen la escena: el presidente, todo indignado, desenmascarando una supuesta conspiración. Drama digno de teleteatro, diay.
Pero el Poder Judicial, pa' estas cosas, no se queda calladito. Orlando Aguirre, el presidente de la Corte, salió al frente con toda: “Rechazamos categóricamente” cualquier insinuación de favoritismo o injerencia externa. Remarcó que su compromiso es con la justicia, la ley y, claro, con Costa Rica. Lo dijo así, con énfasis, pa’ que no quedaran dudas. Esto no es un juego de niños, mae.
Aguirre hizo hincapié en la importancia de la independencia judicial, recordando que no es un lujo sino una garantía para todos los ciudadanos. Dijo que eso asegura la imparcialidad, la objetividad y la transparencia de sus decisiones. Vamos, la carta completa para defenderse de las acusaciones del presidente. Lo tienen que hacer bien, pues el cargo da mucha responsabilidad.
Y ni hablar de las declaraciones específicas que Chaves lanzó contra otros funcionarios del Poder Judicial: Patricia Solano, Carlo Díaz y Mauricio Boraschi. Según el presidente, estarían “congelados” por Baruch o “calladitos de alguna manera”. Un ataque frontal, vamos, que puso a la institución en modo defensivo. Inmediatamente, Solano se refugió en la respuesta institucional, mientras que Díaz y Boraschi… bueno, hasta el momento no han dado la cara. Qué raro eso.
Intentamos conseguir la opinión de Díaz y Boraschi, pero fue imposible contactarlos al cierre de esta nota. Parece que prefirieron mantenerse al margen de la polémica, o quizás estaban demasiado ocupados lidiando con las consecuencias de las declaraciones presidenciales. En fin, un silencio que grita, diay. Este brete va a durar, vamos.
Este rollo, además, nos recuerda lo delicado que es el equilibrio entre los poderes del Estado. El Ejecutivo no puede andar pisándole los talones al Judicial, ni siquiera si tiene buenas intenciones. Porque al final, lo que está en juego es la confianza de la gente en las instituciones. Y esa confianza, compas, se construye con respeto mutuo y transparencia, no con acusaciones de encima. ¿Será que el presidente está buscando simplemente distraer la atención de otras 'varas' que le caen?
Con todo este panorama, me pregunto: ¿Hasta dónde llegará esta pelea entre Chaves y el Poder Judicial? ¿Podemos esperar una investigación independiente que esclarezca los hechos, o esto terminará convirtiéndose en un desgaste político de largo alcance para ambas partes? ¿Creen que el presidente se está pasando de la raya al cuestionar abiertamente la independencia del poder judicial?
La jugada de Chaves viene de atrás, lleva rato criticando la diligencia del sistema judicial, especialmente en casos que lo involucran directamente. Dice que hay trabas, demoras injustificadas, y que alguien –Baruch, según él– anda tirando los hilos desde bambalinas. Imaginen la escena: el presidente, todo indignado, desenmascarando una supuesta conspiración. Drama digno de teleteatro, diay.
Pero el Poder Judicial, pa' estas cosas, no se queda calladito. Orlando Aguirre, el presidente de la Corte, salió al frente con toda: “Rechazamos categóricamente” cualquier insinuación de favoritismo o injerencia externa. Remarcó que su compromiso es con la justicia, la ley y, claro, con Costa Rica. Lo dijo así, con énfasis, pa’ que no quedaran dudas. Esto no es un juego de niños, mae.
Aguirre hizo hincapié en la importancia de la independencia judicial, recordando que no es un lujo sino una garantía para todos los ciudadanos. Dijo que eso asegura la imparcialidad, la objetividad y la transparencia de sus decisiones. Vamos, la carta completa para defenderse de las acusaciones del presidente. Lo tienen que hacer bien, pues el cargo da mucha responsabilidad.
Y ni hablar de las declaraciones específicas que Chaves lanzó contra otros funcionarios del Poder Judicial: Patricia Solano, Carlo Díaz y Mauricio Boraschi. Según el presidente, estarían “congelados” por Baruch o “calladitos de alguna manera”. Un ataque frontal, vamos, que puso a la institución en modo defensivo. Inmediatamente, Solano se refugió en la respuesta institucional, mientras que Díaz y Boraschi… bueno, hasta el momento no han dado la cara. Qué raro eso.
Intentamos conseguir la opinión de Díaz y Boraschi, pero fue imposible contactarlos al cierre de esta nota. Parece que prefirieron mantenerse al margen de la polémica, o quizás estaban demasiado ocupados lidiando con las consecuencias de las declaraciones presidenciales. En fin, un silencio que grita, diay. Este brete va a durar, vamos.
Este rollo, además, nos recuerda lo delicado que es el equilibrio entre los poderes del Estado. El Ejecutivo no puede andar pisándole los talones al Judicial, ni siquiera si tiene buenas intenciones. Porque al final, lo que está en juego es la confianza de la gente en las instituciones. Y esa confianza, compas, se construye con respeto mutuo y transparencia, no con acusaciones de encima. ¿Será que el presidente está buscando simplemente distraer la atención de otras 'varas' que le caen?
Con todo este panorama, me pregunto: ¿Hasta dónde llegará esta pelea entre Chaves y el Poder Judicial? ¿Podemos esperar una investigación independiente que esclarezca los hechos, o esto terminará convirtiéndose en un desgaste político de largo alcance para ambas partes? ¿Creen que el presidente se está pasando de la raya al cuestionar abiertamente la independencia del poder judicial?