¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, mi gente. Aquí estamos, arrastrándonos cuesta abajo con los homicidios disparándose como cohete espacial. El OIJ nos avisa desde hace rato, pero parece que algunos tienen tapones en los oídos o simplemente prefieren hacer caso omiso. Llegamos a 691 asesinatos acumulados a mediados de octubre, superando al año pasado y acercándonos peligrosamente a esa espeluznante cifra de los mil. Un mae asesinado cada diez horas, diay... ¡Eso da escalofríos!
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) lleva meses gritando que, al ritmo que vamos, este año va a superar cualquier récord negativo en la historia de Costa Rica. Y no es cuento, mi pana. Las estadísticas hablan solas: aumentos sostenidos, crímenes que se multiplican, familias destrozadas y comunidades viviendo con miedo. Parece que vivimos en una telenovela turbia donde la violencia es el ingrediente principal.
Lo peor de todo es la respuesta (o falta de ella) del Gobierno. Rodrigo Chaves y Mario Zamora, esos mae, parecen estar jugando a la ignorancia. Aseguran que todo está bajo control, excepto los asesinatos, claro. ¡Pero cómo pueden minimizar algo así?! Como dice el director del OIJ, Randall Zúñiga, “no se puede nunca minimizar ni tampoco menospreciar la tendencia que estamos teniendo actualmente de homicidios”. ¿Será que viven en Marte?
Zúñiga ha alertado repetidamente que la segunda mitad del año es tradicionalmente más violenta, no solo por la mayor criminalidad, sino también por la simple aritmética de tener más días hábiles en esos meses. Pero eso no justifica la pasividad del Gobierno, chunche. Que le esperen a que febrero tenga 28 días para actuar, ¿eh? Necesitamos soluciones YA, antes de que nos crucemos a todos en esta carreta.
Y miren las cifras, mi gente. Ocho crímenes más que el año pasado a la misma fecha. Casos de ajustes de cuentas que dominan la lista –456 de los 691 homicidios–. Venganzas que se cobran con sangre fría. Jóvenes entre 18 y 29 años representando más de un tercio de las víctimas –250 vidas truncadas–, incluyendo 29 adolescentes y ocho niños inocentes. ¡Qué sal! ¿Hasta cuándo vamos a permitir que la delincuencia siga segando vidas jóvenes y llenando hogares de dolor?
Además, no olvidemos el papel devastador de las armas de fuego. ¡Un 80% de los homicidios se cometen con ellas! Pistolas, revólveres, fusiles... armamento que está demasiado fácil de conseguir y que termina en manos equivocadas. Y si hablamos de zonas específicas, San José está ardiendo –233 casos, un aumento del 24%–, mientras que Guanacaste también muestra signos de preocupación. ¡Necesitamos controlar el tráfico de armas, brete!
Y sigamos hablando de la negación gubernamental. Recordaremos que en 2023, considerado el año más sangriento en la historia nacional con 906 asesinatos, el presidente Chaves prometió evaluar su gestión a partir de 2024. ¡Y ese año no trajo mejoras significativas, con 871 casos! Ahora, dicen que solo los homicidios están fuera de control… ¡qué carga! Parece que prefieren esconder la cabeza debajo del lomo que asumir la responsabilidad y tomar medidas contundentes.
Entonces, mi gente, la gran pregunta es: ¿hasta dónde caeremos? ¿Lograremos evitar que Costa Rica alcance la trágica marca de los mil homicidios en un solo año? ¿O seguiremos permitiendo que la inacción y la minimización del Gobierno nos conduzcan hacia un futuro aún más oscuro? Compartan sus opiniones, digan qué acciones creen que deberían tomarse urgentemente para frenar esta espiral de violencia. ¡Díganme qué piensan, maes!
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) lleva meses gritando que, al ritmo que vamos, este año va a superar cualquier récord negativo en la historia de Costa Rica. Y no es cuento, mi pana. Las estadísticas hablan solas: aumentos sostenidos, crímenes que se multiplican, familias destrozadas y comunidades viviendo con miedo. Parece que vivimos en una telenovela turbia donde la violencia es el ingrediente principal.
Lo peor de todo es la respuesta (o falta de ella) del Gobierno. Rodrigo Chaves y Mario Zamora, esos mae, parecen estar jugando a la ignorancia. Aseguran que todo está bajo control, excepto los asesinatos, claro. ¡Pero cómo pueden minimizar algo así?! Como dice el director del OIJ, Randall Zúñiga, “no se puede nunca minimizar ni tampoco menospreciar la tendencia que estamos teniendo actualmente de homicidios”. ¿Será que viven en Marte?
Zúñiga ha alertado repetidamente que la segunda mitad del año es tradicionalmente más violenta, no solo por la mayor criminalidad, sino también por la simple aritmética de tener más días hábiles en esos meses. Pero eso no justifica la pasividad del Gobierno, chunche. Que le esperen a que febrero tenga 28 días para actuar, ¿eh? Necesitamos soluciones YA, antes de que nos crucemos a todos en esta carreta.
Y miren las cifras, mi gente. Ocho crímenes más que el año pasado a la misma fecha. Casos de ajustes de cuentas que dominan la lista –456 de los 691 homicidios–. Venganzas que se cobran con sangre fría. Jóvenes entre 18 y 29 años representando más de un tercio de las víctimas –250 vidas truncadas–, incluyendo 29 adolescentes y ocho niños inocentes. ¡Qué sal! ¿Hasta cuándo vamos a permitir que la delincuencia siga segando vidas jóvenes y llenando hogares de dolor?
Además, no olvidemos el papel devastador de las armas de fuego. ¡Un 80% de los homicidios se cometen con ellas! Pistolas, revólveres, fusiles... armamento que está demasiado fácil de conseguir y que termina en manos equivocadas. Y si hablamos de zonas específicas, San José está ardiendo –233 casos, un aumento del 24%–, mientras que Guanacaste también muestra signos de preocupación. ¡Necesitamos controlar el tráfico de armas, brete!
Y sigamos hablando de la negación gubernamental. Recordaremos que en 2023, considerado el año más sangriento en la historia nacional con 906 asesinatos, el presidente Chaves prometió evaluar su gestión a partir de 2024. ¡Y ese año no trajo mejoras significativas, con 871 casos! Ahora, dicen que solo los homicidios están fuera de control… ¡qué carga! Parece que prefieren esconder la cabeza debajo del lomo que asumir la responsabilidad y tomar medidas contundentes.
Entonces, mi gente, la gran pregunta es: ¿hasta dónde caeremos? ¿Lograremos evitar que Costa Rica alcance la trágica marca de los mil homicidios en un solo año? ¿O seguiremos permitiendo que la inacción y la minimización del Gobierno nos conduzcan hacia un futuro aún más oscuro? Compartan sus opiniones, digan qué acciones creen que deberían tomarse urgentemente para frenar esta espiral de violencia. ¡Díganme qué piensan, maes!