¡Aguanta, mi gente! Parece que nos estamos yendo al traste en el tema medioambiental. El último Informe Estado de la Nación no pinta nada pretty, y si no le prestamos atención, vamos a estar bien fregados. Básicamente, dicen que después de tantito haber sido el pa’is modelo en conservación, ahora estamos dando pasos atrás, y eso sí que da qué pensar, diay.
Durante más de treinta años, Costa Rica ha sido reconocido mundialmente por nuestros esfuerzos en la protección del medio ambiente. Pero el nuevo informe revela un deterioro preocupante en nuestras capacidades institucionales para cuidar nuestro patrimonio natural. No es broma, señores, parece que la pura voluntad ya no basta. Estamos hablando de decisiones políticas cuestionables y recortes que están minando el sistema, y eso no es poca cosa, chunche.
Una de las principales preocupaciones radica en las políticas que buscan restar autonomía a las instituciones ambientales. Hay un intento clarísimo de centralizar el poder en el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE), reduciendo la independencia de organizaciones clave como SETENA, SINAC y Conagebio. El expediente 23.213 propone cambios que levantan sospechas, porque básicamente le quitan el control técnico a la gente que realmente sabe del tema. ¡Eso es irse al traste!
Y ni hablar de la Directriz DM-621-2023, que obliga al MINAE a revisar y aprobar hasta las comuniciones más básicas con la Contraloría y la Procuraduría. Esto, sumado a la concentración de criterios técnicos y jurídicos en la recién creada Dirección de Asesoría Jurídica, hacen que la toma de decisiones sea aún más política que técnica. ¡Qué pena, mae! Se nota que quieren meterle mano a todo.
Pero el problema no es solo burocrático, sino también financiero. El presupuesto del SINAC se desplomó un 40% entre 2020 y 2024, pasando de casi 44 mil millones de colones a poco más de 26 mil. Y eso teniendo en cuenta que el territorio protegido aumentó más del 500% gracias a la ampliación de Isla del Coco y los montes submarinos. ¡Imagínate la bronca que están viviendo los guardaparques con menos plata y más territorio que vigilar! Es una vara bien difícil, diay.
Además, hemos visto una disminución alarmante del personal en las áreas silvestres protegidas, de 545 personas en 2020 a 517 en 2024. Eso significa menos patrullajes, menos vigilancia contra actividades ilegales y menos monitoreo de la fauna. ¡Qué sal! Porque así, ¿cómo esperamos proteger nuestros ecosistemas si no tenemos a nadie que los cuide?
El informe también señala una creciente presión sobre nuestros recursos naturales, con un consumo energético en aumento impulsado principalmente por el transporte. El parque automotor sigue creciendo sin parar, contribuyendo a un incremento del 20,8% en las emisiones de CO₂ equivalente desde 2016. Además, el servicio de agua está experimentando más interrupciones y déficits en varias regiones, y la agricultura orgánico representa apenas el 2,8% del área cultivada. ¡Nos vamos a quedar secos, literal!
Después de analizar toda esta información, uno no puede evitar preguntarse: ¿Estamos dispuestos a sacrificar nuestra reputación como líderes ambientales por intereses políticos a corto plazo? ¿Cómo podemos asegurar que las futuras generaciones hereden un Costa Rica próspero y sostenible, si seguimos tomando decisiones que van en contra de la protección del medio ambiente? ¡Den su opinión, mi gente! ¿Cuál debería ser la primera medida urgente para rescatar este brete?
Durante más de treinta años, Costa Rica ha sido reconocido mundialmente por nuestros esfuerzos en la protección del medio ambiente. Pero el nuevo informe revela un deterioro preocupante en nuestras capacidades institucionales para cuidar nuestro patrimonio natural. No es broma, señores, parece que la pura voluntad ya no basta. Estamos hablando de decisiones políticas cuestionables y recortes que están minando el sistema, y eso no es poca cosa, chunche.
Una de las principales preocupaciones radica en las políticas que buscan restar autonomía a las instituciones ambientales. Hay un intento clarísimo de centralizar el poder en el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE), reduciendo la independencia de organizaciones clave como SETENA, SINAC y Conagebio. El expediente 23.213 propone cambios que levantan sospechas, porque básicamente le quitan el control técnico a la gente que realmente sabe del tema. ¡Eso es irse al traste!
Y ni hablar de la Directriz DM-621-2023, que obliga al MINAE a revisar y aprobar hasta las comuniciones más básicas con la Contraloría y la Procuraduría. Esto, sumado a la concentración de criterios técnicos y jurídicos en la recién creada Dirección de Asesoría Jurídica, hacen que la toma de decisiones sea aún más política que técnica. ¡Qué pena, mae! Se nota que quieren meterle mano a todo.
Pero el problema no es solo burocrático, sino también financiero. El presupuesto del SINAC se desplomó un 40% entre 2020 y 2024, pasando de casi 44 mil millones de colones a poco más de 26 mil. Y eso teniendo en cuenta que el territorio protegido aumentó más del 500% gracias a la ampliación de Isla del Coco y los montes submarinos. ¡Imagínate la bronca que están viviendo los guardaparques con menos plata y más territorio que vigilar! Es una vara bien difícil, diay.
Además, hemos visto una disminución alarmante del personal en las áreas silvestres protegidas, de 545 personas en 2020 a 517 en 2024. Eso significa menos patrullajes, menos vigilancia contra actividades ilegales y menos monitoreo de la fauna. ¡Qué sal! Porque así, ¿cómo esperamos proteger nuestros ecosistemas si no tenemos a nadie que los cuide?
El informe también señala una creciente presión sobre nuestros recursos naturales, con un consumo energético en aumento impulsado principalmente por el transporte. El parque automotor sigue creciendo sin parar, contribuyendo a un incremento del 20,8% en las emisiones de CO₂ equivalente desde 2016. Además, el servicio de agua está experimentando más interrupciones y déficits en varias regiones, y la agricultura orgánico representa apenas el 2,8% del área cultivada. ¡Nos vamos a quedar secos, literal!
Después de analizar toda esta información, uno no puede evitar preguntarse: ¿Estamos dispuestos a sacrificar nuestra reputación como líderes ambientales por intereses políticos a corto plazo? ¿Cómo podemos asegurar que las futuras generaciones hereden un Costa Rica próspero y sostenible, si seguimos tomando decisiones que van en contra de la protección del medio ambiente? ¡Den su opinión, mi gente! ¿Cuál debería ser la primera medida urgente para rescatar este brete?