¡Ay, Dios mío! Esta vaineta te deja helao hasta los huesos. Una señora australiana, doña Suzanne Rees, terminó perdiendo la vida en la isla Lizard, allá en la Gran Barrera de Coral, y parece que la culpa es del crucero donde iba de paseo. La historia es más triste que un gallito mojado, porque dicen que la dejaron plantada.
Doña Suzanne, que tenía 80 añitos, estaba a bordo del 'Coral Adventurer', un crucero que hace viajes largos – ¡de 60 días! – partiendo desde Cairns, Australia. Todo parecía ir bien hasta que durante una caminata hacia Cook’s Look, la pobre señora se empezó a sentir mal. Según cuentan, le recomendaron bajar sola al barco, pero ni siquiera alguien del personal la acompañó. ¡Imagínate la bronca!
Y ahí es donde viene lo feo: el crucero siguió su camino sin asegurarse de que todos los pasajeros estuvieran a bordo. ¡Qué despiste! Horas después, se dieron cuenta de que faltaba doña Suzanne. Empezaron a buscarla por aire, pero ya era demasiado tarde. Al día siguiente, encontraron su cuerpo a unos 50 metros del sendero, con señales de haber caído. La policía dice que fue una muerte repentina, pero eso no justifica lo que pasó, ¿verdad?
La hija de la difunta, Katherine Rees, está destrozada. Habló con AP y no se anduvo con rodeos: “Estamos conmocionados y tristes de que el Coral Adventurer haya dejado la isla Lizard después de una excursión organizada sin mi madre.” ¡Pobre niña! Imagínate perder a tu má' así, sola y abandonada. Su dolor se siente hasta acá. Agregó que en ese día hacía mucho calor y su mamá se sintió indispuesta durante la subida. Le pidieron que bajara sola y luego el barco se fue...
Mark Fifield, el jefe de Coral Expeditions, lamentó el incidente y dijo que cooperarán con las investigaciones. Pero vamos, ¿qué van a decir ahora? Lo importante es que se haga justicia y que esto no vuelva a pasarle a nadie más. AMSA, la policía de Queensland y el tribunal forense están metidos de lleno en la onda, revisando si hubo alguna falla en los protocolos de seguridad o si simplemente fueron unos descuidados en el conteo de pasajeros, especialmente porque hacía tanto sol.
Este caso nos pone a pensar en la responsabilidad de las empresas turísticas. Uno paga por un servicio seguro y confiable, y no por vivir una pesadilla. No es justo que una persona mayor, vulnerable, termine sufriendo así por la negligencia de otros. Hay que exigir mayores controles y medidas de seguridad en estos tours, sobre todo en lugares remotos como la isla Lizard. La brete no es bromear con la vida ajena, ¡eso sí que no!
Ahora, hablando de otras vainitas, recuerdo que mi abuela siempre me decía: “Ten cuidado con los tours baratos, mijo, porque a veces te cobran caro”. Y vaya razón tenía la vieja. A veces, ahorrar unos cuantos billetes no vale la pena si al final te arrepientes. Este caso de doña Suzanne debería servirnos de lección a todos nosotros. Tenemos que ser más exigentes y cuestionar todo antes de lanzarnos a cualquier aventura.
En fin, este es un caso terrible que nos deja con muchas preguntas flotando en el aire. ¿Cómo es posible que un crucero abandone a un pasajero en una isla desierta? ¿Quién será responsable de esta tragedia? ¿Se tomarán medidas para evitar que algo así vuelva a suceder? Vecinos, díganme: ¿creen que Coral Expeditions debería asumir toda la responsabilidad o creen que hay otros factores involucrados? ¿Qué cambios deberían implementarse en la industria del turismo para garantizar la seguridad de los pasajeros?
Doña Suzanne, que tenía 80 añitos, estaba a bordo del 'Coral Adventurer', un crucero que hace viajes largos – ¡de 60 días! – partiendo desde Cairns, Australia. Todo parecía ir bien hasta que durante una caminata hacia Cook’s Look, la pobre señora se empezó a sentir mal. Según cuentan, le recomendaron bajar sola al barco, pero ni siquiera alguien del personal la acompañó. ¡Imagínate la bronca!
Y ahí es donde viene lo feo: el crucero siguió su camino sin asegurarse de que todos los pasajeros estuvieran a bordo. ¡Qué despiste! Horas después, se dieron cuenta de que faltaba doña Suzanne. Empezaron a buscarla por aire, pero ya era demasiado tarde. Al día siguiente, encontraron su cuerpo a unos 50 metros del sendero, con señales de haber caído. La policía dice que fue una muerte repentina, pero eso no justifica lo que pasó, ¿verdad?
La hija de la difunta, Katherine Rees, está destrozada. Habló con AP y no se anduvo con rodeos: “Estamos conmocionados y tristes de que el Coral Adventurer haya dejado la isla Lizard después de una excursión organizada sin mi madre.” ¡Pobre niña! Imagínate perder a tu má' así, sola y abandonada. Su dolor se siente hasta acá. Agregó que en ese día hacía mucho calor y su mamá se sintió indispuesta durante la subida. Le pidieron que bajara sola y luego el barco se fue...
Mark Fifield, el jefe de Coral Expeditions, lamentó el incidente y dijo que cooperarán con las investigaciones. Pero vamos, ¿qué van a decir ahora? Lo importante es que se haga justicia y que esto no vuelva a pasarle a nadie más. AMSA, la policía de Queensland y el tribunal forense están metidos de lleno en la onda, revisando si hubo alguna falla en los protocolos de seguridad o si simplemente fueron unos descuidados en el conteo de pasajeros, especialmente porque hacía tanto sol.
Este caso nos pone a pensar en la responsabilidad de las empresas turísticas. Uno paga por un servicio seguro y confiable, y no por vivir una pesadilla. No es justo que una persona mayor, vulnerable, termine sufriendo así por la negligencia de otros. Hay que exigir mayores controles y medidas de seguridad en estos tours, sobre todo en lugares remotos como la isla Lizard. La brete no es bromear con la vida ajena, ¡eso sí que no!
Ahora, hablando de otras vainitas, recuerdo que mi abuela siempre me decía: “Ten cuidado con los tours baratos, mijo, porque a veces te cobran caro”. Y vaya razón tenía la vieja. A veces, ahorrar unos cuantos billetes no vale la pena si al final te arrepientes. Este caso de doña Suzanne debería servirnos de lección a todos nosotros. Tenemos que ser más exigentes y cuestionar todo antes de lanzarnos a cualquier aventura.
En fin, este es un caso terrible que nos deja con muchas preguntas flotando en el aire. ¿Cómo es posible que un crucero abandone a un pasajero en una isla desierta? ¿Quién será responsable de esta tragedia? ¿Se tomarán medidas para evitar que algo así vuelva a suceder? Vecinos, díganme: ¿creen que Coral Expeditions debería asumir toda la responsabilidad o creen que hay otros factores involucrados? ¿Qué cambios deberían implementarse en la industria del turismo para garantizar la seguridad de los pasajeros?
