¡Ay, Dios mío, qué vara! Aquí seguimos con el caso de doña Ligia Faerron, la señora que desapareció hace unos días en Ciudad Quesada. La cosa se ha puesto más turbia de lo que imaginábamos, porque ahora salió a relucir que su carro, un Volvo negro que todos conocíamos, fue vendido prácticamente como chatarra, ¡por solo cuatrocientos mil colones! Menos que unas botas importadas, le digo yo.
La familia está destrozada, obviamente. Imagínate, la señora es super sociable, siempre anda haciendo cosas, y de repente, pum, desaparece. Sus hijos dicen que esto es totalmente fuera de lugar, que nunca nadie ha visto a su mamá hacer algo así. Ya pusieron la denuncia formal ante el OIJ en Heredia, buscando que alguien les diga dónde diablos está Ligia. El chapuzazo de vender el carro tan barato, además, solo aviva las sospechas de que algo malo pasó, ¿eh?
Según las investigaciones, antes de terminar en esa repuestera de Santa Rita de La Palmera, el carro sufrió un golpe cerca del hotel El Tucano en La Marina. Un vuelquito, dicen algunos, aunque todavía no queda claro si eso tiene alguna relación directa con su desaparición. Pero vamos, da mucho que pensar, ¿verdad? Que un carro relativamente decente termine estrellado y luego vendido a precio de saldo... No hay nada tranquilo ahí, chunche.
Y ni hablar de la casa de doña Ligia en San Juan de Ciudad Quesada. Resulta que cuando la revisaron encontraron todo revuelto, desordenado, y las cámaras de seguridad apagadas. Eso, mis queridos lectores, levanta banderas rojas enormes. Claramente, alguien quería evitar dejar rastros. El OIJ de San Carlos está considerando pedir un allanamiento para buscar pruebas adicionales, y vaya que seguramente encontrarán algo más que polvo.
La gente del barrio está consternada, dicen que Ligia era una señora tranquila, siempre dispuesta a ayudar. Nadie entiende cómo pudo pasar esto a plena luz del día. Algunos murmuran sobre viejos rencores, otros sobre negocios turbios… pero hasta ahora, pura especulación. Lo cierto es que la incertidumbre está calando hondo en la comunidad. Todos queremos saber qué pasó con Ligia, y esperamos que el OIJ dé pronto con ella sana y salva, por supuesto.
Ahora, la policía está tratando de ubicar a la persona que vendió el carro a la repuestera. Debe ser que andaba con mucha prisa y poca conciencia, ¡qué torta! Porque vender un vehículo completo por cuatrocientos mil colones suena a negocio redondo para alguien que lo quiere desaparecer rápidamente. Dicen que ya están revisando las grabaciones de las cámaras de seguridad cercanas para intentar identificarlo, así que esperemos que tengan suerte. Esta maraña de información es un brete, vamos.
El OIJ sigue con varias pistas abiertas, llamando a la ciudadanía a colaborar con cualquier información que pueda ayudar a resolver este misterio. Cualquier detalle, por pequeño que parezca, podría ser crucial. Han publicado fotos del carro en redes sociales para ver si alguien lo reconoce o recuerda haberlo visto últimamente. Hay que ponerle toda la carne al asador, maes, porque el tiempo corre y doña Ligia necesita volver a casa. La esperanza es lo último que se pierde, dicen, pero esta vara me tiene preocupado.
Con tanta información saliendo a la luz, uno no puede más que preguntarse: ¿Será que la desaparición de Ligia es parte de algo más grande? ¿Habrá alguien detrás de esto intentando encubrir algo importante? ¿O simplemente nos enfrentamos a un acto impulsivo con consecuencias devastadoras? Compartan sus opiniones, queridos lectores. ¿Creen que la policía está investigando en la dirección correcta?
La familia está destrozada, obviamente. Imagínate, la señora es super sociable, siempre anda haciendo cosas, y de repente, pum, desaparece. Sus hijos dicen que esto es totalmente fuera de lugar, que nunca nadie ha visto a su mamá hacer algo así. Ya pusieron la denuncia formal ante el OIJ en Heredia, buscando que alguien les diga dónde diablos está Ligia. El chapuzazo de vender el carro tan barato, además, solo aviva las sospechas de que algo malo pasó, ¿eh?
Según las investigaciones, antes de terminar en esa repuestera de Santa Rita de La Palmera, el carro sufrió un golpe cerca del hotel El Tucano en La Marina. Un vuelquito, dicen algunos, aunque todavía no queda claro si eso tiene alguna relación directa con su desaparición. Pero vamos, da mucho que pensar, ¿verdad? Que un carro relativamente decente termine estrellado y luego vendido a precio de saldo... No hay nada tranquilo ahí, chunche.
Y ni hablar de la casa de doña Ligia en San Juan de Ciudad Quesada. Resulta que cuando la revisaron encontraron todo revuelto, desordenado, y las cámaras de seguridad apagadas. Eso, mis queridos lectores, levanta banderas rojas enormes. Claramente, alguien quería evitar dejar rastros. El OIJ de San Carlos está considerando pedir un allanamiento para buscar pruebas adicionales, y vaya que seguramente encontrarán algo más que polvo.
La gente del barrio está consternada, dicen que Ligia era una señora tranquila, siempre dispuesta a ayudar. Nadie entiende cómo pudo pasar esto a plena luz del día. Algunos murmuran sobre viejos rencores, otros sobre negocios turbios… pero hasta ahora, pura especulación. Lo cierto es que la incertidumbre está calando hondo en la comunidad. Todos queremos saber qué pasó con Ligia, y esperamos que el OIJ dé pronto con ella sana y salva, por supuesto.
Ahora, la policía está tratando de ubicar a la persona que vendió el carro a la repuestera. Debe ser que andaba con mucha prisa y poca conciencia, ¡qué torta! Porque vender un vehículo completo por cuatrocientos mil colones suena a negocio redondo para alguien que lo quiere desaparecer rápidamente. Dicen que ya están revisando las grabaciones de las cámaras de seguridad cercanas para intentar identificarlo, así que esperemos que tengan suerte. Esta maraña de información es un brete, vamos.
El OIJ sigue con varias pistas abiertas, llamando a la ciudadanía a colaborar con cualquier información que pueda ayudar a resolver este misterio. Cualquier detalle, por pequeño que parezca, podría ser crucial. Han publicado fotos del carro en redes sociales para ver si alguien lo reconoce o recuerda haberlo visto últimamente. Hay que ponerle toda la carne al asador, maes, porque el tiempo corre y doña Ligia necesita volver a casa. La esperanza es lo último que se pierde, dicen, pero esta vara me tiene preocupado.
Con tanta información saliendo a la luz, uno no puede más que preguntarse: ¿Será que la desaparición de Ligia es parte de algo más grande? ¿Habrá alguien detrás de esto intentando encubrir algo importante? ¿O simplemente nos enfrentamos a un acto impulsivo con consecuencias devastadoras? Compartan sus opiniones, queridos lectores. ¿Creen que la policía está investigando en la dirección correcta?
