¡Aguante! Pues luego de casi un año y medio de movidas, el Conassif finalmente cerró el proceso de resolución de Desyfin. Parece que la cosa llegó a buen término, con una recuperación cercana al 76% para los depositarcios no garantizados. Pa’ muchos, especialmente aquellos que tenían unos ahorritos, esto significa poder respirar tranquilos de nuevo, aunque todavía quede un negrito pendiente.
Para refrescarle la memoria al que se le haya olvidado entre tanto chunche, Desyfin se fue al piso hace poco más de un año, dejando a miles de gente con la mosca en la oreja y sin saber qué iba a pasar con su plata. Entre pataletas, procesos legales y un montón de papeleo, el Conassif se puso manos a la obra para intentar rescatar lo que se pudiera. La idea era simple: vender activos, buscar fondos y repartir el pastel entre los afectados.
Y vaya que le metieron pila. Según datos oficiales, han logrado recaudar alrededor de $126.75 millones en un fideicomiso manejado por el Banco Improsa. Eso, sumado a las ventas de cartera y otras cosas raras que hacen estos funcionarios, les permitió hacer una última distribución de ¢2.623 millones, lo que representa un 2.26% extra. Al final, los depositarcios no garantizados pudieron recuperar cerca del 75.58% de su dinero, ¡una buena pana considerando la situación!
Pa’ ponerlo más claro, digamos que usted tenía ¢10 millones guardados ahí. Ahora mismo, ya tiene unos ¢9 millones en el bolsillo, y puede que recupere más por la vía judicial. No es el cien por ciento, obvio, pero en tiempos de crisis como los que hemos vivido, agarrrarse a lo que se pueda siempre es bueno. Esto demuestra que el Fondo de Garantía de Depósitos funciona, al menos un poquito, ¿eh?
Pero no todo es miel sobre hojuelas. Las autoridades del Conassif, Yin Leng Hong Monteverde a la cabeza, enfatizan que el cierre de Desyfin nos deja valiosas lecciones. Según ellos, no basta con tener leyes bonitas y regulaciones estrictas. También necesitamos honestidad, transparencia y un buen manejo de los negocios en las instituciones financieras. Porque si no, la cosa se va al traste, diay.
Han recalcado la importancia de la Ley 9816, la cual supuestamente agilizó el proceso y ayudó a recuperar más valor en menos tiempo. Pero vamos a ser sinceros, mientras los peces gordos siguen haciendo sus macanas, ¿cómo podemos estar seguros de que esto no volverá a pasar? ¿Cuántos bancos más tienen que irse al garete para que aprendamos la lección de una vez por todas?
Ahora, el juzgado tomará el relevo en el proceso concursal, y los acreedores tendrán que formalizar sus reclamos. Así que todavía hay algunos bretes por delante. El caso Desyfin ha sido un duro golpe para la confianza en el sistema financiero, pero también una oportunidad para reflexionar sobre nuestras debilidades y fortalecer nuestros mecanismos de control. Se necesita más vigilancia y menos corrupción, pues.
Después de todo este rollo, la pregunta que me hago es: ¿Hemos hecho lo suficiente para evitar que situaciones como Desyfin vuelvan a ocurrir? ¿Deberíamos exigir más transparencia y responsabilidad a las entidades financieras y a los organismos reguladores? Déjenme saber sus opiniones en los comentarios, porque este tema sigue dando mucho de qué hablar, ¡ustedes díganme qué piensan!
Para refrescarle la memoria al que se le haya olvidado entre tanto chunche, Desyfin se fue al piso hace poco más de un año, dejando a miles de gente con la mosca en la oreja y sin saber qué iba a pasar con su plata. Entre pataletas, procesos legales y un montón de papeleo, el Conassif se puso manos a la obra para intentar rescatar lo que se pudiera. La idea era simple: vender activos, buscar fondos y repartir el pastel entre los afectados.
Y vaya que le metieron pila. Según datos oficiales, han logrado recaudar alrededor de $126.75 millones en un fideicomiso manejado por el Banco Improsa. Eso, sumado a las ventas de cartera y otras cosas raras que hacen estos funcionarios, les permitió hacer una última distribución de ¢2.623 millones, lo que representa un 2.26% extra. Al final, los depositarcios no garantizados pudieron recuperar cerca del 75.58% de su dinero, ¡una buena pana considerando la situación!
Pa’ ponerlo más claro, digamos que usted tenía ¢10 millones guardados ahí. Ahora mismo, ya tiene unos ¢9 millones en el bolsillo, y puede que recupere más por la vía judicial. No es el cien por ciento, obvio, pero en tiempos de crisis como los que hemos vivido, agarrrarse a lo que se pueda siempre es bueno. Esto demuestra que el Fondo de Garantía de Depósitos funciona, al menos un poquito, ¿eh?
Pero no todo es miel sobre hojuelas. Las autoridades del Conassif, Yin Leng Hong Monteverde a la cabeza, enfatizan que el cierre de Desyfin nos deja valiosas lecciones. Según ellos, no basta con tener leyes bonitas y regulaciones estrictas. También necesitamos honestidad, transparencia y un buen manejo de los negocios en las instituciones financieras. Porque si no, la cosa se va al traste, diay.
Han recalcado la importancia de la Ley 9816, la cual supuestamente agilizó el proceso y ayudó a recuperar más valor en menos tiempo. Pero vamos a ser sinceros, mientras los peces gordos siguen haciendo sus macanas, ¿cómo podemos estar seguros de que esto no volverá a pasar? ¿Cuántos bancos más tienen que irse al garete para que aprendamos la lección de una vez por todas?
Ahora, el juzgado tomará el relevo en el proceso concursal, y los acreedores tendrán que formalizar sus reclamos. Así que todavía hay algunos bretes por delante. El caso Desyfin ha sido un duro golpe para la confianza en el sistema financiero, pero también una oportunidad para reflexionar sobre nuestras debilidades y fortalecer nuestros mecanismos de control. Se necesita más vigilancia y menos corrupción, pues.
Después de todo este rollo, la pregunta que me hago es: ¿Hemos hecho lo suficiente para evitar que situaciones como Desyfin vuelvan a ocurrir? ¿Deberíamos exigir más transparencia y responsabilidad a las entidades financieras y a los organismos reguladores? Déjenme saber sus opiniones en los comentarios, porque este tema sigue dando mucho de qué hablar, ¡ustedes díganme qué piensan!