¡Ay, Dios mío! La cosa está rara con el dólar aquí en Costa Rica. Parece que nos quiere jugar una vaca, porque los precios se van para arriba y el bolsillo ya está gritando 'basta'. Después de meses de ver el billete verde bajito, ahora anda dando brincos y los comerciantes ya están ajustando los precios de todo, desde el pan hasta el gallo pinto.
Como bien sabemos, después de que la gente se gasta los aguinaldos –y ahí sí que se nota el poder adquisitivo–, el mercado cambario tiende a secarse un poquito. Eso es normal, dicen los expertos del Banco Central. Luego, cuando toca declarar el impuesto sobre la renta en marzo, la cosa cambia y entra una lluvia de dólares al mercado. Las empresas transnacionales tienen que traer la plata para pagarle al gobierno, y eso infla la oferta de divisas. Pero parece que este año la cosa va diferente, como si el patrón se hubiera ido al diablo.
Róger Madrigal, el jefe del Banco Central, me comentó que ya no es tan fácil predecir cómo va a moverse el dólar. Dice que desde que cambiamos el año fiscal y concentramos todos los pagos de impuestos en marzo, vemos esas sobreofertas de dólares más fuertes de lo normal. Antes, el flujo era más distribuido durante el año, pero ahora todo llega de golpe. A veces uno se queda pensando qué estará pasando realmente detrás de bambalinas… mándale duro al café para entenderlo, ¡idiay!
Y ni hablar de la temporada alta del turismo, que siempre trae su propia dinamita al asunto. Desde noviembre hasta Semana Santa, miles de extranjeros llegan buscando sol, playas y aventura, y gastan sus dólares alegremente. Eso también ayuda a mantener el dólar abajo, porque hay mucha demanda de la moneda extranjera. Pero este año, parece que la situación internacional está jugando un papel más importante, afectando la forma en que las empresas manejan sus finanzas.
Madrigal asegura que él esperaba este movimiento, que el dólar se mantuviera por debajo de los ¢500 la mayoría de los días desde noviembre. Según él, desde octubre estaban avisando que el mundo se iba a adaptar a esas amenazas comerciales que tenemos por ahí, y que muchas empresas adelantaron sus importaciones para evitar problemas. Como nosotros somos un país exportador, eso significó que entró más dinero al país. Pero la verdad, a muchos nos quedó la boca abierta al ver cómo el dólar se movió tan rápido. Uno pensaría que con toda la información, lo tendrían controlado, ¿no?
Ahora, hablando de números fríos, el lunes 22 de diciembre el dólar promedió en Monex en ¢496,64. En las ventanillas bancarias, te venden el dólar entre ¢502 y ¢508, y te lo compran entre ¢474 y ¢490. ¡Una diferencia considerable! Y los datos récords que rompimos recientemente tampoco ayudan a tranquilizarnos. El 4 de diciembre vimos un tipo de cambio promedio ponderado de ¢488,06, el más bajo en casi 20 años. Además, el Banco Central tuvo que comprar 114,9 millones de dólares en un solo día, ¡una cifra impresionante! Claramente, hay mucha plata circulando, pero no sé si estamos entendiendo bien dónde viene todo eso.
El Estado de la Nación ya levantó la bandera roja, advirtiendo que esta depreciación del dólar podría estar perjudicando al sector externo, nuestro principal motor económico. Sí, es cierto que abarata las compras de afuera, pero a la vez hace que nuestros productos sean más caros para otros países. El Observatorio Económico y Social de la UCR también expresó su preocupación, diciendo que si esto sigue así, podríamos tener problemas de estabilidad financiera en varias empresas y afectar la producción y el empleo. Dicen que deberían pedir a los bancos que registren mejor de dónde viene todo ese dinero... ¡qué vara!
Así que, mi gente, la pregunta es: ¿Estamos ante una corrección temporal del mercado, o deberíamos preocuparnos por una tendencia a largo plazo que pueda afectar nuestras economías personales y empresariales? ¿Ustedes creen que el Banco Central tiene el control de la situación o necesitamos medidas más contundentes para estabilizar el tipo de cambio y proteger nuestros ahorros?
Como bien sabemos, después de que la gente se gasta los aguinaldos –y ahí sí que se nota el poder adquisitivo–, el mercado cambario tiende a secarse un poquito. Eso es normal, dicen los expertos del Banco Central. Luego, cuando toca declarar el impuesto sobre la renta en marzo, la cosa cambia y entra una lluvia de dólares al mercado. Las empresas transnacionales tienen que traer la plata para pagarle al gobierno, y eso infla la oferta de divisas. Pero parece que este año la cosa va diferente, como si el patrón se hubiera ido al diablo.
Róger Madrigal, el jefe del Banco Central, me comentó que ya no es tan fácil predecir cómo va a moverse el dólar. Dice que desde que cambiamos el año fiscal y concentramos todos los pagos de impuestos en marzo, vemos esas sobreofertas de dólares más fuertes de lo normal. Antes, el flujo era más distribuido durante el año, pero ahora todo llega de golpe. A veces uno se queda pensando qué estará pasando realmente detrás de bambalinas… mándale duro al café para entenderlo, ¡idiay!
Y ni hablar de la temporada alta del turismo, que siempre trae su propia dinamita al asunto. Desde noviembre hasta Semana Santa, miles de extranjeros llegan buscando sol, playas y aventura, y gastan sus dólares alegremente. Eso también ayuda a mantener el dólar abajo, porque hay mucha demanda de la moneda extranjera. Pero este año, parece que la situación internacional está jugando un papel más importante, afectando la forma en que las empresas manejan sus finanzas.
Madrigal asegura que él esperaba este movimiento, que el dólar se mantuviera por debajo de los ¢500 la mayoría de los días desde noviembre. Según él, desde octubre estaban avisando que el mundo se iba a adaptar a esas amenazas comerciales que tenemos por ahí, y que muchas empresas adelantaron sus importaciones para evitar problemas. Como nosotros somos un país exportador, eso significó que entró más dinero al país. Pero la verdad, a muchos nos quedó la boca abierta al ver cómo el dólar se movió tan rápido. Uno pensaría que con toda la información, lo tendrían controlado, ¿no?
Ahora, hablando de números fríos, el lunes 22 de diciembre el dólar promedió en Monex en ¢496,64. En las ventanillas bancarias, te venden el dólar entre ¢502 y ¢508, y te lo compran entre ¢474 y ¢490. ¡Una diferencia considerable! Y los datos récords que rompimos recientemente tampoco ayudan a tranquilizarnos. El 4 de diciembre vimos un tipo de cambio promedio ponderado de ¢488,06, el más bajo en casi 20 años. Además, el Banco Central tuvo que comprar 114,9 millones de dólares en un solo día, ¡una cifra impresionante! Claramente, hay mucha plata circulando, pero no sé si estamos entendiendo bien dónde viene todo eso.
El Estado de la Nación ya levantó la bandera roja, advirtiendo que esta depreciación del dólar podría estar perjudicando al sector externo, nuestro principal motor económico. Sí, es cierto que abarata las compras de afuera, pero a la vez hace que nuestros productos sean más caros para otros países. El Observatorio Económico y Social de la UCR también expresó su preocupación, diciendo que si esto sigue así, podríamos tener problemas de estabilidad financiera en varias empresas y afectar la producción y el empleo. Dicen que deberían pedir a los bancos que registren mejor de dónde viene todo ese dinero... ¡qué vara!
Así que, mi gente, la pregunta es: ¿Estamos ante una corrección temporal del mercado, o deberíamos preocuparnos por una tendencia a largo plazo que pueda afectar nuestras economías personales y empresariales? ¿Ustedes creen que el Banco Central tiene el control de la situación o necesitamos medidas más contundentes para estabilizar el tipo de cambio y proteger nuestros ahorros?