Maes, si ustedes pensaban que el fin de semana iba a estar tranquilo, déjenme decirles que en el Partido Liberación Nacional (PLN) se encargaron de ponerle picante a la política criolla. Lo que se suponía era una Asamblea Nacional para definir candidaturas y proyectar unidad, terminó pareciendo el capítulo de una novela de las buenas, con vetos familiares, declaraciones cruzadas y jugadas de poder que dejan a más de uno con cara de “¿diay?”. La noticia bomba, sin duda, fue que Miguel Guillén, el mismísimo secretario general del partido, se quedó sin campo en la papeleta de diputados por Alajuela. Así como lo oyen, el mandamás administrativo del partido quedó viendo para el ciprés. ¡Qué torta!
Aquí es donde la vara se pone buena. Según el propio Guillén, esto no fue un simple “no había campito para usted”. ¡Para nada! Él soltó la bomba y apuntó directamente a su primo hermano, Nixon Ureña (exalcalde de San Ramón), de haberle metido el pie. Aparentemente, Ureña le habría pedido “expresamente” al candidato presidencial, Álvaro Ramos, que dejara a Guillén por fuera de la jugada. Imagínense la escena familiar en el próximo tamal. Guillén, con una resignación que casi se podía palpar, dijo que no iba a presentar su nombre porque, sencillamente, Ramos no lo consideró para su equipo. O sea, el secretario general del PLN quedó más salado que almuerzo de peón, y todo por un supuesto feudo político-familiar que, aunque él insiste en que “se respetan y aprecian”, huele a traición desde aquí hasta Guanacaste.
Por supuesto, como en todo buen despiche político, la otra parte tiene una versión completamente diferente. Nixon Ureña le dijo a la prensa que naranjas, que él no había vetado a nadie. Y Álvaro Ramos, con esa diplomacia que a veces suena a casete, manifestó que Guillén podía aspirar si quería, pero que “cuando se ensambló la papeleta de Alajuela, el secretario general no tenía espacio en ese equipo”. Una forma muy elegante de decir “gracias por participar”. La verdad es que, entre el “sí lo sé” de Guillén y el “eso no es cierto” de Ureña, la procesión va por dentro. Lo que sí queda claro es que la imagen de unidad del partido se fue al traste con este episodio, demostrando que las divisiones internas están a la orden del día.
Mientras este drama se desarrollaba, Álvaro Ramos no perdió el tiempo y movió sus fichas como un maestro de ajedrez. Usando la potestad que le dan los estatutos del partido, anunció a su jefe de campaña, Álvaro Ramírez, como el primer lugar por San José, el famoso candidato “a dedo”. Y hay que decirlo, el mae es un carga en su campo: economista de la UCR, maestría del London School of Economics, breteó en la OIT… un currículum de peso pesado. Esta jugada consolida el círculo de confianza de Ramos y manda un mensaje claro: él está armando un equipo de leales, le guste a quien le guste. A esto se le suma la presentación de su fórmula presidencial, con dos mujeres de perfiles muy técnicos: Karen Segura, experta en seguridad, y Xinia Chaves, una figura de renombre en el sector cafetalero y exviceministra de Agricultura.
Al final del día, el panorama en Liberación Nacional es un claroscuro. Por un lado, Ramos presenta una fórmula presidencial y un candidato estrella con credenciales impecables, intentando proyectar una imagen de solidez y capacidad. Pero por el otro, el conflicto con su propio secretario general deja un reguero de dudas y un ambiente enrarecido. La exclusión de Guillén, más allá del chisme familiar, es un síntoma de que la procesión interna en el PLN está lejos de ser pacífica. La gran pregunta es si estas movidas le alcanzarán a Ramos para unificar un partido que parece más fragmentado que nunca.
Maes, ¿qué opinan ustedes de toda esta vara? ¿Es una jugada maestra de Ramos para limpiar la casa y rodearse de su gente, o un error garrafal que le va a pasar una factura carísima al PLN de cara al 2026? ¿A quién le creen en este enredo familiar? ¡Los leo en los comentarios!
Aquí es donde la vara se pone buena. Según el propio Guillén, esto no fue un simple “no había campito para usted”. ¡Para nada! Él soltó la bomba y apuntó directamente a su primo hermano, Nixon Ureña (exalcalde de San Ramón), de haberle metido el pie. Aparentemente, Ureña le habría pedido “expresamente” al candidato presidencial, Álvaro Ramos, que dejara a Guillén por fuera de la jugada. Imagínense la escena familiar en el próximo tamal. Guillén, con una resignación que casi se podía palpar, dijo que no iba a presentar su nombre porque, sencillamente, Ramos no lo consideró para su equipo. O sea, el secretario general del PLN quedó más salado que almuerzo de peón, y todo por un supuesto feudo político-familiar que, aunque él insiste en que “se respetan y aprecian”, huele a traición desde aquí hasta Guanacaste.
Por supuesto, como en todo buen despiche político, la otra parte tiene una versión completamente diferente. Nixon Ureña le dijo a la prensa que naranjas, que él no había vetado a nadie. Y Álvaro Ramos, con esa diplomacia que a veces suena a casete, manifestó que Guillén podía aspirar si quería, pero que “cuando se ensambló la papeleta de Alajuela, el secretario general no tenía espacio en ese equipo”. Una forma muy elegante de decir “gracias por participar”. La verdad es que, entre el “sí lo sé” de Guillén y el “eso no es cierto” de Ureña, la procesión va por dentro. Lo que sí queda claro es que la imagen de unidad del partido se fue al traste con este episodio, demostrando que las divisiones internas están a la orden del día.
Mientras este drama se desarrollaba, Álvaro Ramos no perdió el tiempo y movió sus fichas como un maestro de ajedrez. Usando la potestad que le dan los estatutos del partido, anunció a su jefe de campaña, Álvaro Ramírez, como el primer lugar por San José, el famoso candidato “a dedo”. Y hay que decirlo, el mae es un carga en su campo: economista de la UCR, maestría del London School of Economics, breteó en la OIT… un currículum de peso pesado. Esta jugada consolida el círculo de confianza de Ramos y manda un mensaje claro: él está armando un equipo de leales, le guste a quien le guste. A esto se le suma la presentación de su fórmula presidencial, con dos mujeres de perfiles muy técnicos: Karen Segura, experta en seguridad, y Xinia Chaves, una figura de renombre en el sector cafetalero y exviceministra de Agricultura.
Al final del día, el panorama en Liberación Nacional es un claroscuro. Por un lado, Ramos presenta una fórmula presidencial y un candidato estrella con credenciales impecables, intentando proyectar una imagen de solidez y capacidad. Pero por el otro, el conflicto con su propio secretario general deja un reguero de dudas y un ambiente enrarecido. La exclusión de Guillén, más allá del chisme familiar, es un síntoma de que la procesión interna en el PLN está lejos de ser pacífica. La gran pregunta es si estas movidas le alcanzarán a Ramos para unificar un partido que parece más fragmentado que nunca.
Maes, ¿qué opinan ustedes de toda esta vara? ¿Es una jugada maestra de Ramos para limpiar la casa y rodearse de su gente, o un error garrafal que le va a pasar una factura carísima al PLN de cara al 2026? ¿A quién le creen en este enredo familiar? ¡Los leo en los comentarios!
