Diay, maes, seamos honestos: a veces en este país hay que tener una paciencia de santo para ver que las cosas se hagan. Y si no, que se lo pregunten a la gente de Guadalupe de Cartago, que llevaban la módica suma de nueve años esperando que le metieran mano a la Escuela Carlos J. Peralta. Un centro educativo con 139 años de historia que, para qué mentir, ya se estaba cayendo a pedazos. Pero parece que la espera terminó. ¡Y qué tuanis que así sea! Porque después de tanto tiempo en vilo, por fin se dio luz verde para construir un edificio completamente nuevo para 750 güilas.
Y ojo, no estamos hablando de una manita de gato o de un arreglito por aquí y por allá. La vara es en serio. La inversión supera los ₡3.482 millones, un platal que viene del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). El nuevo chunche va a ser un edificio de tres pisos con 27 aulas, dos laboratorios de cómputo, biblioteca, comedor, cancha techada y hasta un aula de música. ¡Qué nivel! Se acabaron los tiempos del hacinamiento y de las clases en condiciones que dejaban mucho que desear. Ahora los chiquillos van a tener un espacio a cachete para aprender, con todas las de ley, como debe ser.
Claro, como en todo acto de primera piedra, no podían faltar los discursos. El presidente Rodrigo Chaves y el ministro de Educación, Leonardo Sánchez, se dejaron ver por allá. El ministro habló de honrar la visión de los fundadores de hace más de un siglo, y el presi le tiró más al hecho de que, ¡por fin!, se está resolviendo un problema que tenía una orden sanitaria de cierre encima. Y sí, en eso tiene toda la razón. Porque una cosa es que un edificio sea viejo y otra muy distinta es que sea un riesgo para los estudiantes y los profes. Que se haya llegado a ese punto es, sin duda, una señal de que el brete se dejó botado por demasiado tiempo.
Hablemos de esa torta. Nueve años, maes. ¡Nueve! Para resolver una situación que a gritos pedía una solución urgente. Durante casi una década, la comunidad educativa de Guadalupe tuvo que lidiar con la incertidumbre, el deterioro y la frustración de ver cómo el único centro educativo del distrito se venía abajo. Mientras la población crecía, la escuela se hacía más y más pequeña e inadecuada. Esa procesión que se llevaron por dentro los padres de familia y los docentes no fue jugando. Este nuevo edificio no es solo cemento y varilla; es un símbolo de que se está pagando una deuda social que ya estaba más que vencida.
Ahora la mirada está puesta en el 2026, que es cuando se supone que entregarán la obra terminada. Ojalá que no haya atrasos y que todo marche sobre ruedas. Esta inversión es un gane para Cartago y un recordatorio de que la educación no puede ser un tema de segunda. Se demuestra que cuando se quiere, se puede. Esperemos que este sea el primero de muchos proyectos para rescatar la infraestructura educativa que tanto lo necesita en todo el país. Ahora, la pregunta queda en el aire para ustedes, maes del foro...
Aparte de esta escuela en Guada, ¿qué otro proyecto de infraestructura educativa urgente creen ustedes que el MEP tiene completamente botado por ahí y que ya es hora de que le pongan bonito?
Y ojo, no estamos hablando de una manita de gato o de un arreglito por aquí y por allá. La vara es en serio. La inversión supera los ₡3.482 millones, un platal que viene del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). El nuevo chunche va a ser un edificio de tres pisos con 27 aulas, dos laboratorios de cómputo, biblioteca, comedor, cancha techada y hasta un aula de música. ¡Qué nivel! Se acabaron los tiempos del hacinamiento y de las clases en condiciones que dejaban mucho que desear. Ahora los chiquillos van a tener un espacio a cachete para aprender, con todas las de ley, como debe ser.
Claro, como en todo acto de primera piedra, no podían faltar los discursos. El presidente Rodrigo Chaves y el ministro de Educación, Leonardo Sánchez, se dejaron ver por allá. El ministro habló de honrar la visión de los fundadores de hace más de un siglo, y el presi le tiró más al hecho de que, ¡por fin!, se está resolviendo un problema que tenía una orden sanitaria de cierre encima. Y sí, en eso tiene toda la razón. Porque una cosa es que un edificio sea viejo y otra muy distinta es que sea un riesgo para los estudiantes y los profes. Que se haya llegado a ese punto es, sin duda, una señal de que el brete se dejó botado por demasiado tiempo.
Hablemos de esa torta. Nueve años, maes. ¡Nueve! Para resolver una situación que a gritos pedía una solución urgente. Durante casi una década, la comunidad educativa de Guadalupe tuvo que lidiar con la incertidumbre, el deterioro y la frustración de ver cómo el único centro educativo del distrito se venía abajo. Mientras la población crecía, la escuela se hacía más y más pequeña e inadecuada. Esa procesión que se llevaron por dentro los padres de familia y los docentes no fue jugando. Este nuevo edificio no es solo cemento y varilla; es un símbolo de que se está pagando una deuda social que ya estaba más que vencida.
Ahora la mirada está puesta en el 2026, que es cuando se supone que entregarán la obra terminada. Ojalá que no haya atrasos y que todo marche sobre ruedas. Esta inversión es un gane para Cartago y un recordatorio de que la educación no puede ser un tema de segunda. Se demuestra que cuando se quiere, se puede. Esperemos que este sea el primero de muchos proyectos para rescatar la infraestructura educativa que tanto lo necesita en todo el país. Ahora, la pregunta queda en el aire para ustedes, maes del foro...
Aparte de esta escuela en Guada, ¿qué otro proyecto de infraestructura educativa urgente creen ustedes que el MEP tiene completamente botado por ahí y que ya es hora de que le pongan bonito?