Okay, maes, seamos honestos. Cada vez que una empresa grande saca pecho hablando de "responsabilidad social empresarial", a uno como que se le activa el detector de humo. Generalmente, la vara se queda en plantar tres arbolitos para la foto o en una donación que les sirve más a ellos para bajar impuestos que a la causa que supuestamente apoyan. Por eso, cuando me topé con la noticia del "Mercadito de Sueños" que se va a armar este finde en San Sebastián, mi primera reacción fue de escepticismo. Pero diay, leyendo los detalles, parece que esta vez la cosa va en serio y es, de hecho, una idea brillante.
Para los que no están enterados del chisme, les resumo el brete: La Repa de Sueños y Dorma Colchonería van a montar una feria para más de 15 emprendimientos ticos. ¿La parte tuanis? Que a los emprendedores no les van a cobrar ni un cinco por el espacio. Cero. Niente. Nada. Cualquiera que haya intentado vender sus chunches en una feria sabe el dolor de cabeza que es esto. Entre el costo del stand, que fácil se te va en 100 o 200 rojos, los permisos, la logística y la incertidumbre de si vas a vender lo suficiente para al menos salir tablas, la experiencia puede ser un verdadero calvario. Muchas buenas ideas se van al traste precisamente por esa barrera de entrada. Que una empresa consolidada diga: "Mae, venga, use mi campo, aproveche mi gente y no me pague nada", es algo que simplemente no se ve todos los días.
Aquí es donde la iniciativa se pone todavía más interesante. Según cuentan los organizadores, la idea no nació de un focus group con consultores de marketing. ¡Qué va! Se dieron cuenta de una vara súper simple y a la vez genial: los sábados, la tienda de ellos en San Sebas se revienta de gente. Es un hervidero. Entonces, en lugar de pensar en cómo sacarle más plata a ese gentío, se preguntaron cómo podían compartirlo. ¡Qué carga la gente de La Repa! Aprovecharon que tienen una fábrica grande y bajo techo para montar un espacio seguro y gratuito. Es una jugada maestra: ellos le dan una razón más a la gente para que los visite, los emprendedores venden sin arriesgar el pellejo y el público tiene acceso a productos locales en un solo lugar. Ganan todos. Un modelo que está, como dirían los abuelos, a cachete.
La oferta de este primer Mercadito suena bastante variada. Habrá desde repostería y joyería hasta cosmética natural y accesorios para las mascotas, que ahora son los verdaderos dueños de la casa. Y seamos claros, esto es más que una simple feria. Es la oportunidad de ponerle cara y nombre a lo que compramos. Es hablar con la persona que horneó ese queque, diseñó ese collar o preparó esa crema. Es inyectarle plata directamente a la economía local, a la vecina que se la está jugando con su sueño, en lugar de que nuestro dinero se diluya en la cadena de una corporación multinacional. Además, con parqueo gratis y espacio para toda la familia, se convierte en un plan de fin de semana redondo.
Al final del día, el Mercadito de Sueños deja una lección importante. Demuestra que el apoyo a las pymes puede ir más allá de un post en redes sociales o de un discurso político vacío. Se trata de acciones concretas, de entender las verdaderas necesidades de los que empiezan y de usar los recursos que uno tiene para abrir puertas. Ojalá que esta iniciativa no solo sea un éxito rotundo este fin de semana, sino que le vuele la cabeza a otros empresarios con colmillo y los inspire a replicar el modelo. Porque si algo necesita este país, son más espacios donde los sueños no tengan que pagar peaje para poder mostrarse.
En fin, ahí les dejo la recomendación. Yo probablemente me dé una vuelta. Ahora les pregunto a ustedes, comunidad del Foro: Más allá de las ferias, ¿qué otras ideas así de prácticas y realistas se les ocurren para que las empresas grandes puedan de verdad echarle el hombro a los emprendedores en Costa Rica?
Para los que no están enterados del chisme, les resumo el brete: La Repa de Sueños y Dorma Colchonería van a montar una feria para más de 15 emprendimientos ticos. ¿La parte tuanis? Que a los emprendedores no les van a cobrar ni un cinco por el espacio. Cero. Niente. Nada. Cualquiera que haya intentado vender sus chunches en una feria sabe el dolor de cabeza que es esto. Entre el costo del stand, que fácil se te va en 100 o 200 rojos, los permisos, la logística y la incertidumbre de si vas a vender lo suficiente para al menos salir tablas, la experiencia puede ser un verdadero calvario. Muchas buenas ideas se van al traste precisamente por esa barrera de entrada. Que una empresa consolidada diga: "Mae, venga, use mi campo, aproveche mi gente y no me pague nada", es algo que simplemente no se ve todos los días.
Aquí es donde la iniciativa se pone todavía más interesante. Según cuentan los organizadores, la idea no nació de un focus group con consultores de marketing. ¡Qué va! Se dieron cuenta de una vara súper simple y a la vez genial: los sábados, la tienda de ellos en San Sebas se revienta de gente. Es un hervidero. Entonces, en lugar de pensar en cómo sacarle más plata a ese gentío, se preguntaron cómo podían compartirlo. ¡Qué carga la gente de La Repa! Aprovecharon que tienen una fábrica grande y bajo techo para montar un espacio seguro y gratuito. Es una jugada maestra: ellos le dan una razón más a la gente para que los visite, los emprendedores venden sin arriesgar el pellejo y el público tiene acceso a productos locales en un solo lugar. Ganan todos. Un modelo que está, como dirían los abuelos, a cachete.
La oferta de este primer Mercadito suena bastante variada. Habrá desde repostería y joyería hasta cosmética natural y accesorios para las mascotas, que ahora son los verdaderos dueños de la casa. Y seamos claros, esto es más que una simple feria. Es la oportunidad de ponerle cara y nombre a lo que compramos. Es hablar con la persona que horneó ese queque, diseñó ese collar o preparó esa crema. Es inyectarle plata directamente a la economía local, a la vecina que se la está jugando con su sueño, en lugar de que nuestro dinero se diluya en la cadena de una corporación multinacional. Además, con parqueo gratis y espacio para toda la familia, se convierte en un plan de fin de semana redondo.
Al final del día, el Mercadito de Sueños deja una lección importante. Demuestra que el apoyo a las pymes puede ir más allá de un post en redes sociales o de un discurso político vacío. Se trata de acciones concretas, de entender las verdaderas necesidades de los que empiezan y de usar los recursos que uno tiene para abrir puertas. Ojalá que esta iniciativa no solo sea un éxito rotundo este fin de semana, sino que le vuele la cabeza a otros empresarios con colmillo y los inspire a replicar el modelo. Porque si algo necesita este país, son más espacios donde los sueños no tengan que pagar peaje para poder mostrarse.
En fin, ahí les dejo la recomendación. Yo probablemente me dé una vuelta. Ahora les pregunto a ustedes, comunidad del Foro: Más allá de las ferias, ¿qué otras ideas así de prácticas y realistas se les ocurren para que las empresas grandes puedan de verdad echarle el hombro a los emprendedores en Costa Rica?