Maes, paren todo un toque porque el ajedrez político del finde ya tiene su primera reina coronada, y la vara viene con historia. Resulta que la vicealcaldesa de San Carlos, Diana Murillo, se dejó el primer puestito en la papeleta de diputados del PLN por Alajuela. Con 196 votos de los asambleístas verdiblancos, la sancarleña se aseguró un campo que, seamos honestos, es de los más codiciados del país. A primera vista, uno diría: "¡Tuanis! Sangre nueva, figura municipal fuerte...". Pero como en toda buena serie de política tica, el capítulo anterior dejó un clímax que no se puede ignorar.
Y aquí es donde el asunto se pone más denso que un tamal de cerdo. Para los que tienen memoria corta, o para los que simplemente andaban en otras, recordemos el brete anterior de Murillo. Fue la gerente general del INDER, el Instituto de Desarrollo Rural. Suena bien, ¿verdad? El problema es que de ahí no salió con una fiesta de despedida y un queque. No, señor. A ella la destituyeron en el 2020 por "pérdida de confianza". ¡Boom! Una frase que en política es el equivalente a un "no eres tú, soy yo", pero con consecuencias legales y un manchón en el currículum. Un despiche en toda regla.
Claro, la historia tiene dos lados. En su momento, Murillo no se quedó callada y alegó que todo ese novelón de la "pérdida de confianza" fue una pasada de factura. ¿La razón? Una denuncia que ella misma interpuso contra el mero mero del INDER por un supuesto caso de acoso laboral. Entonces, la pregunta del millón queda flotando en el aire: ¿estamos ante una víctima de la vieja política que ahora busca revancha desde una curul? ¿O es una figura con un pasado controversial que el PLN decide poner al frente, cruzando los dedos para que la gente no se acuerde? Es un cálculo político de alto riesgo, porque en campaña, cualquier chisme del pasado se convierte en munición para los rivales.
Mientras tanto, el PLN sigue moviendo sus fichas en el resto del país como si estuviera jugando Monopoly. Ya confirmaron a Janice Sandí por Cartago, a Ronald Campos por Guanacaste y a Álvaro Ramírez por San José. Son nombres que empiezan a sonar y que van a conformar la cara del partido para las elecciones que vienen. Cada uno con su propia historia y su propio nivel de equipaje. Pero seamos claros, el nombramiento de Murillo en una provincia tan peleada como Alajuela es, por mucho, el que más tela que cortar le da a la prensa y a los foros como este. Es la combinación perfecta de poder local, ambición legislativa y un conflicto pasado que todavía huele a pólvora.
Así que, diay, la mesa está servida. El PLN de Alajuela tiene a su candidata estrella, una mujer que demostró tener el apoyo interno para ganar la asamblea, pero que carga con un fantasma que no es nada fácil de exorcizar. Ahora les tiro la bola a ustedes, maes. ¿Qué opinan de esta jugada? ¿Es un borrón y cuenta nueva para Murillo y un fichaje de lujo para Liberación, o ese capítulo del INDER le va a terminar pasando una factura carísima en las urnas? ¿Creen que la gente vota por la propuesta o se deja llevar por el escándalo del pasado?
Y aquí es donde el asunto se pone más denso que un tamal de cerdo. Para los que tienen memoria corta, o para los que simplemente andaban en otras, recordemos el brete anterior de Murillo. Fue la gerente general del INDER, el Instituto de Desarrollo Rural. Suena bien, ¿verdad? El problema es que de ahí no salió con una fiesta de despedida y un queque. No, señor. A ella la destituyeron en el 2020 por "pérdida de confianza". ¡Boom! Una frase que en política es el equivalente a un "no eres tú, soy yo", pero con consecuencias legales y un manchón en el currículum. Un despiche en toda regla.
Claro, la historia tiene dos lados. En su momento, Murillo no se quedó callada y alegó que todo ese novelón de la "pérdida de confianza" fue una pasada de factura. ¿La razón? Una denuncia que ella misma interpuso contra el mero mero del INDER por un supuesto caso de acoso laboral. Entonces, la pregunta del millón queda flotando en el aire: ¿estamos ante una víctima de la vieja política que ahora busca revancha desde una curul? ¿O es una figura con un pasado controversial que el PLN decide poner al frente, cruzando los dedos para que la gente no se acuerde? Es un cálculo político de alto riesgo, porque en campaña, cualquier chisme del pasado se convierte en munición para los rivales.
Mientras tanto, el PLN sigue moviendo sus fichas en el resto del país como si estuviera jugando Monopoly. Ya confirmaron a Janice Sandí por Cartago, a Ronald Campos por Guanacaste y a Álvaro Ramírez por San José. Son nombres que empiezan a sonar y que van a conformar la cara del partido para las elecciones que vienen. Cada uno con su propia historia y su propio nivel de equipaje. Pero seamos claros, el nombramiento de Murillo en una provincia tan peleada como Alajuela es, por mucho, el que más tela que cortar le da a la prensa y a los foros como este. Es la combinación perfecta de poder local, ambición legislativa y un conflicto pasado que todavía huele a pólvora.
Así que, diay, la mesa está servida. El PLN de Alajuela tiene a su candidata estrella, una mujer que demostró tener el apoyo interno para ganar la asamblea, pero que carga con un fantasma que no es nada fácil de exorcizar. Ahora les tiro la bola a ustedes, maes. ¿Qué opinan de esta jugada? ¿Es un borrón y cuenta nueva para Murillo y un fichaje de lujo para Liberación, o ese capítulo del INDER le va a terminar pasando una factura carísima en las urnas? ¿Creen que la gente vota por la propuesta o se deja llevar por el escándalo del pasado?
