Maes, ¿alguien más siente que nos están haciendo un truco de magia con el recibo de la luz? Porque la vara está como para sentarse a analizarla con calma. Resulta que la Cámara de Industrias de Costa Rica (la CICR) pegó el grito en el cielo, y con toda la razón del mundo, por los anuncios que está haciendo el ICE sobre las tarifas eléctricas que se vienen para el 2026. Todos esperábamos una rebaja bonita, porque este año no se gastó casi nada quemando combustibles caros para generar electricidad y, para más cachete, hasta nos dimos el lujo de exportar un montón. La lógica pura y dura decía: "mae, el recibo tiene que bajar bastante". Pero no.
Aquí es donde empieza el enredo y, para ser sinceros, el despiche. El ICE sale a decir que la rebaja va a ser de un pírrico 2,6%. Uno se queda pensando, ¿diay, y todo el ahorro y las ganancias por exportar, a dónde se fueron? Pues la CICR destapó la olla: al mismo tiempo que nos anuncian esa rebajita de panadería, el ICE está pidiendo por debajo de la mesa un aumento salvaje del 37,27% en sus "tarifas ordinarias". Para que nos entendamos, esas tarifas son sus costos fijos, los salarios, el mantenimiento, su "brete" del día a día. Básicamente, la rebaja que nos tocaba por un lado se la están comiendo casi toda con un aumento por el otro. Es el clásico "le doy con una mano para quitarle con la otra".
La jugada es esta: la tarifa que pagamos tiene dos componentes grandes. Uno es el Costo Variable de Generación (el famoso CVG), que es donde se refleja si se usaron plantas térmicas (caro) o no (barato). Este año, ese costo bajó un montón, ¡qué nivel! El otro componente son esos costos fijos del ICE. Lo que está pasando es que la enorme disminución del CVG, que debería haberse traducido en un alivio real para nuestros bolsillos, queda casi neutralizada por la tremenda subida que quieren meterle a sus costos ordinarios. La CICR calcula que la rebaja real, si todo fuera transparente, debería andar por el 13%, no por un miserable 2,6%. La diferencia es abismal.
Y aquí es donde la cosa se pone color de hormiga, porque no es solo una cuestión de si pagamos unos rojos más o menos en la casa. Sergio Capón, el presidente de la Cámara de Industrias, lo dijo clarito: en un momento en que el país está ahogado por la apreciación del colón y la competencia internacional está durísima, pedir un aumento de esa magnitud es un golpe directo a la competitividad. Para las empresas, la electricidad es un costo gigante. Si se dispara, los productos ticos se vuelven más caros, es más difícil competir y, al final, eso afecta el empleo. Desde la perspectiva de ellos, el ICE se está jalando una torta monumental al no entender el contexto económico del país.
Al final del día, esto nos deja a todos con una sensación amarga. Tuvimos un año hidrológicamente buenísimo, se generó energía limpia y barata, se exportó y se hicieron buenos negocios, pero el beneficio real no llega al consumidor como debería. La CICR ya dijo que va a meter la cuchara y presentarle sus quejas a la ARESEP, que es la que tiene la última palabra. Pero mientras tanto, la incertidumbre queda. Nos vendieron la idea de un alivio y nos están dando un contentillo que esconde un problemón de fondo. Es una vara que frustra, porque las cuentas simplemente no dan.
¿Ustedes qué opinan, maes? ¿Es justo que nos 'maquillen' los números así, o el ICE de verdad necesita esa plata para no irse al traste? ¿Y la ARESEP qué papel juega en todo este enredo? Abro el debate.
Aquí es donde empieza el enredo y, para ser sinceros, el despiche. El ICE sale a decir que la rebaja va a ser de un pírrico 2,6%. Uno se queda pensando, ¿diay, y todo el ahorro y las ganancias por exportar, a dónde se fueron? Pues la CICR destapó la olla: al mismo tiempo que nos anuncian esa rebajita de panadería, el ICE está pidiendo por debajo de la mesa un aumento salvaje del 37,27% en sus "tarifas ordinarias". Para que nos entendamos, esas tarifas son sus costos fijos, los salarios, el mantenimiento, su "brete" del día a día. Básicamente, la rebaja que nos tocaba por un lado se la están comiendo casi toda con un aumento por el otro. Es el clásico "le doy con una mano para quitarle con la otra".
La jugada es esta: la tarifa que pagamos tiene dos componentes grandes. Uno es el Costo Variable de Generación (el famoso CVG), que es donde se refleja si se usaron plantas térmicas (caro) o no (barato). Este año, ese costo bajó un montón, ¡qué nivel! El otro componente son esos costos fijos del ICE. Lo que está pasando es que la enorme disminución del CVG, que debería haberse traducido en un alivio real para nuestros bolsillos, queda casi neutralizada por la tremenda subida que quieren meterle a sus costos ordinarios. La CICR calcula que la rebaja real, si todo fuera transparente, debería andar por el 13%, no por un miserable 2,6%. La diferencia es abismal.
Y aquí es donde la cosa se pone color de hormiga, porque no es solo una cuestión de si pagamos unos rojos más o menos en la casa. Sergio Capón, el presidente de la Cámara de Industrias, lo dijo clarito: en un momento en que el país está ahogado por la apreciación del colón y la competencia internacional está durísima, pedir un aumento de esa magnitud es un golpe directo a la competitividad. Para las empresas, la electricidad es un costo gigante. Si se dispara, los productos ticos se vuelven más caros, es más difícil competir y, al final, eso afecta el empleo. Desde la perspectiva de ellos, el ICE se está jalando una torta monumental al no entender el contexto económico del país.
Al final del día, esto nos deja a todos con una sensación amarga. Tuvimos un año hidrológicamente buenísimo, se generó energía limpia y barata, se exportó y se hicieron buenos negocios, pero el beneficio real no llega al consumidor como debería. La CICR ya dijo que va a meter la cuchara y presentarle sus quejas a la ARESEP, que es la que tiene la última palabra. Pero mientras tanto, la incertidumbre queda. Nos vendieron la idea de un alivio y nos están dando un contentillo que esconde un problemón de fondo. Es una vara que frustra, porque las cuentas simplemente no dan.
¿Ustedes qué opinan, maes? ¿Es justo que nos 'maquillen' los números así, o el ICE de verdad necesita esa plata para no irse al traste? ¿Y la ARESEP qué papel juega en todo este enredo? Abro el debate.