Seamos honestos, maes: nos habíamos acostumbrado al veranito del dólar barato. Verlo bajar y bajar nos sacaba una sonrisa al comprar chunches por internet o planear un viaje. Pero como todo lo bueno, parece que la fiesta podría estar llegando a su fin, y no por cualquier cosa. La culpa la tendrían unos aranceles que Estados Unidos anda cocinando y que, según el expresidente del Banco Central, Rodrigo Cubero, podrían significar un ajuste importante en el tipo de cambio. En resumen, la torta que se nos podría venir es que el colón vuelva a perder terreno, y rápido.
Para entender la vara, hay que ver de dónde sale tanto dólar. En los últimos años, a Costa Rica le han llovido billetes verdes por todo lado: el turismo postpandemia que está a reventar, la inversión extranjera y, sobre todo, nuestras zonas francas con esas empresas de dispositivos médicos que son unas cargas exportando a más no poder. Todo ese chorro de dólares inundó el mercado y, por pura ley de oferta y demanda, hizo que su precio (el tipo de cambio) bajara. El problema es que los nuevos aranceles gringos le pegarían directo a esas exportaciones. Menos exportación significa menos dólares entrando al país y, diay, cuando algo se vuelve escaso, se pone más caro.
Aquí es donde la cosa se pone interesante. La primera reacción de cualquiera sería pensar: "¡Qué despiche! ¡Que el Banco Central intervenga y no deje que suba!". Pero Cubero, en un foro reciente, planteó una idea que a muchos les podría volar la cabeza: la mejor jugada del BCCR sería, precisamente, no hacer nada. O más bien, dejar que el mercado actúe. Según su análisis, la reacción natural de la economía ante este "choque externo negativo" es que el tipo de cambio se ajuste al alza. Intentar frenarlo a la fuerza, por miedo a la inflación, sería un error garrafal, especialmente cuando la inflación ha estado tan controlada. Para Cubero, el tipo de cambio no es el problema, sino el mecanismo que nos podría salvar el pellejo.
Póngale mente a este ejemplo para que la idea quede más clara, porque aquí está el corazón del asunto. Imagínese un exportador de café tico que compite de tú a tú con uno de Colombia. De pronto, a Costa Rica le clavan un arancel del 15% para entrar a EE.UU., mientras que al colombiano solo le cobran el 10%. Nuestro productor, de la nada, está en una desventaja de 5%. Para no perder a sus clientes, tendría que "comerse" esa pérdida, sacrificando sus ganancias. ¡Estaría saladísimo! Aquí es donde entra el "salvavidas" del tipo de cambio. Si el BCCR deja que el colón se deprecie, digamos, un 5%, ¿qué pasa? Que por cada dólar que nuestro exportador recibe, ahora le dan un 5% más de colones. ¡Pum! Esa ganancia extra en colones le ayuda a compensar el costo adicional del arancel. Queda tablas y puede seguir compitiendo.
Entonces, ¿en qué quedamos? Estamos frente a una encrucijada con cara de pocos amigos. Por un lado, tenemos a miles de ticos cuyo brete depende de que las exportaciones sigan siendo rentables. Para ellos, un dólar más caro es oxígeno puro. Por otro lado, estamos el resto de nosotros, que vemos cómo un dólar más caro nos encarece desde la gasolina hasta el teléfono nuevo. El análisis de Cubero nos pone sobre la mesa una decisión incómoda: ¿dejamos que el tipo de cambio se ajuste para proteger un motor clave de nuestra economía, aunque nos duela un poco en el bolsillo a corto plazo? ¿O le ponemos un bozal al dólar y nos arriesgamos a que a nuestros productores se les vaya el negocio al traste? No hay una respuesta fácil.
La pregunta del millón, foreros: ¿Team Cubero y que el mercado haga lo suyo, o Team BCCR y que le pongan un freno a la vara? ¿Cuál creen que es el mal menor para el país? ¡Los leo!
Para entender la vara, hay que ver de dónde sale tanto dólar. En los últimos años, a Costa Rica le han llovido billetes verdes por todo lado: el turismo postpandemia que está a reventar, la inversión extranjera y, sobre todo, nuestras zonas francas con esas empresas de dispositivos médicos que son unas cargas exportando a más no poder. Todo ese chorro de dólares inundó el mercado y, por pura ley de oferta y demanda, hizo que su precio (el tipo de cambio) bajara. El problema es que los nuevos aranceles gringos le pegarían directo a esas exportaciones. Menos exportación significa menos dólares entrando al país y, diay, cuando algo se vuelve escaso, se pone más caro.
Aquí es donde la cosa se pone interesante. La primera reacción de cualquiera sería pensar: "¡Qué despiche! ¡Que el Banco Central intervenga y no deje que suba!". Pero Cubero, en un foro reciente, planteó una idea que a muchos les podría volar la cabeza: la mejor jugada del BCCR sería, precisamente, no hacer nada. O más bien, dejar que el mercado actúe. Según su análisis, la reacción natural de la economía ante este "choque externo negativo" es que el tipo de cambio se ajuste al alza. Intentar frenarlo a la fuerza, por miedo a la inflación, sería un error garrafal, especialmente cuando la inflación ha estado tan controlada. Para Cubero, el tipo de cambio no es el problema, sino el mecanismo que nos podría salvar el pellejo.
Póngale mente a este ejemplo para que la idea quede más clara, porque aquí está el corazón del asunto. Imagínese un exportador de café tico que compite de tú a tú con uno de Colombia. De pronto, a Costa Rica le clavan un arancel del 15% para entrar a EE.UU., mientras que al colombiano solo le cobran el 10%. Nuestro productor, de la nada, está en una desventaja de 5%. Para no perder a sus clientes, tendría que "comerse" esa pérdida, sacrificando sus ganancias. ¡Estaría saladísimo! Aquí es donde entra el "salvavidas" del tipo de cambio. Si el BCCR deja que el colón se deprecie, digamos, un 5%, ¿qué pasa? Que por cada dólar que nuestro exportador recibe, ahora le dan un 5% más de colones. ¡Pum! Esa ganancia extra en colones le ayuda a compensar el costo adicional del arancel. Queda tablas y puede seguir compitiendo.
Entonces, ¿en qué quedamos? Estamos frente a una encrucijada con cara de pocos amigos. Por un lado, tenemos a miles de ticos cuyo brete depende de que las exportaciones sigan siendo rentables. Para ellos, un dólar más caro es oxígeno puro. Por otro lado, estamos el resto de nosotros, que vemos cómo un dólar más caro nos encarece desde la gasolina hasta el teléfono nuevo. El análisis de Cubero nos pone sobre la mesa una decisión incómoda: ¿dejamos que el tipo de cambio se ajuste para proteger un motor clave de nuestra economía, aunque nos duela un poco en el bolsillo a corto plazo? ¿O le ponemos un bozal al dólar y nos arriesgamos a que a nuestros productores se les vaya el negocio al traste? No hay una respuesta fácil.
La pregunta del millón, foreros: ¿Team Cubero y que el mercado haga lo suyo, o Team BCCR y que le pongan un freno a la vara? ¿Cuál creen que es el mal menor para el país? ¡Los leo!