Maes, hay que hablar del novelón que se tienen montado en la Asamblea Legislativa. ¡Qué despiche! En serio, parece que en Cuesta de Moras se pusieron de acuerdo para que no pase absolutamente nada productivo, y la manzana de la discordia, el chunche que tiene a todo el mundo de los pelos, es el famoso proyecto de las jornadas 4x3. La vara está tan trabada que ya ni se sabe si es una discusión legislativa o el guion de una serie de Netflix sobre cómo llevar un país al límite de la paciencia. Y como en toda buena trama, tenemos a los protagonistas tirándose hasta con el balde del agua sucia.
El que salió a tirar con todo esta semana fue Fabricio Alvarado. El mae de Nueva República está que echa chispas y acusa al Frente Amplio de tener, literal, "secuestrado" el Plenario. Según él, la fracción frenteamplista se ha dedicado a "mentir y manipular" para que la gente le agarre idea al proyecto. Alvarado desempolvó su "greatest hit" y soltó la frase de que "la ideología de izquierda es lo peor que le puede pasar a un país", rematando con que al FA, "como buenos comunistas, les incomoda la democracia". Una declaración con la sutileza de un elefante en una cristalería, pero que deja clarísima la guerra ideológica que hay de fondo.
Pero, ¿con qué se defiende el Frente Amplio? Diay, aquí es donde la cosa se pone interesante y, para ser honestos, un poco frustrante. El arma secreta del FA en esta guerra no son los discursos, sino un filibusterismo a la tica que ha puesto a prueba la paciencia de medio Congreso. Estamos hablando de casi ¡DOS MIL QUINIENTAS! mociones. Sí, leyeron bien: 2,500. Cada una tiene que ser leída, discutida (aunque sea por un segundo) y votada. A este ritmo, es más probable que veamos a la Sele ganar un mundial a que este proyecto se vote antes de las elecciones de febrero. Para el FA, la justificación es clara: el proyecto es un clavo para los trabajadores, un portillo para precarizar el brete, afectar la salud y eliminar las extras. Su lógica es: si no nos escuchan, entonces nadie avanza.
El problema es que, mientras estos dos bandos se agarran del pelo, todo el plan de sacar adelante esta reforma se podría ir al traste. El oficialismo y otros diputados que apoyan la iniciativa ven con desesperación cómo el reloj avanza y el Plenario se convierte en un campo de batalla donde se gana tiempo, pero se pierde el rumbo. La estrategia de Alvarado es pintar al FA como el villano que odia el progreso y el trabajo, mientras que la del FA es posicionarse como el último bastión de defensa de los derechos laborales. En el medio, un país entero que escucha hablar de jornadas 4x3 desde hace meses y solo ve un pleito de güilas que no llega a ningún lado.
Al final, la jugada se siente como un diálogo de sordos con consecuencias para todos. Por un lado, tenés un sector que dice que esta flexibilidad es clave para atraer inversión y generar empleo. Por otro, tenés a un grupo que advierte que esa "flexibilidad" es solo un eufemismo para explotación moderna. Y mientras tanto, la Asamblea Legislativa se gana a pulso, una vez más, la fama de ser un enredo burocrático donde las verdaderas discusiones de fondo se pierden en el show político. Así que, abro el debate en el foro: Más allá del show, ¿quién creen que tiene la razón de fondo? ¿Es el FA un simple obstáculo, como dice Alvarado, o de verdad están defendiendo a los trabajadores de una vara que podría ser un clavo a futuro? ¿O es que ya a estas alturas del partido, todo es pura politiquería pensando en las elecciones? ¡Los leo, maes!
El que salió a tirar con todo esta semana fue Fabricio Alvarado. El mae de Nueva República está que echa chispas y acusa al Frente Amplio de tener, literal, "secuestrado" el Plenario. Según él, la fracción frenteamplista se ha dedicado a "mentir y manipular" para que la gente le agarre idea al proyecto. Alvarado desempolvó su "greatest hit" y soltó la frase de que "la ideología de izquierda es lo peor que le puede pasar a un país", rematando con que al FA, "como buenos comunistas, les incomoda la democracia". Una declaración con la sutileza de un elefante en una cristalería, pero que deja clarísima la guerra ideológica que hay de fondo.
Pero, ¿con qué se defiende el Frente Amplio? Diay, aquí es donde la cosa se pone interesante y, para ser honestos, un poco frustrante. El arma secreta del FA en esta guerra no son los discursos, sino un filibusterismo a la tica que ha puesto a prueba la paciencia de medio Congreso. Estamos hablando de casi ¡DOS MIL QUINIENTAS! mociones. Sí, leyeron bien: 2,500. Cada una tiene que ser leída, discutida (aunque sea por un segundo) y votada. A este ritmo, es más probable que veamos a la Sele ganar un mundial a que este proyecto se vote antes de las elecciones de febrero. Para el FA, la justificación es clara: el proyecto es un clavo para los trabajadores, un portillo para precarizar el brete, afectar la salud y eliminar las extras. Su lógica es: si no nos escuchan, entonces nadie avanza.
El problema es que, mientras estos dos bandos se agarran del pelo, todo el plan de sacar adelante esta reforma se podría ir al traste. El oficialismo y otros diputados que apoyan la iniciativa ven con desesperación cómo el reloj avanza y el Plenario se convierte en un campo de batalla donde se gana tiempo, pero se pierde el rumbo. La estrategia de Alvarado es pintar al FA como el villano que odia el progreso y el trabajo, mientras que la del FA es posicionarse como el último bastión de defensa de los derechos laborales. En el medio, un país entero que escucha hablar de jornadas 4x3 desde hace meses y solo ve un pleito de güilas que no llega a ningún lado.
Al final, la jugada se siente como un diálogo de sordos con consecuencias para todos. Por un lado, tenés un sector que dice que esta flexibilidad es clave para atraer inversión y generar empleo. Por otro, tenés a un grupo que advierte que esa "flexibilidad" es solo un eufemismo para explotación moderna. Y mientras tanto, la Asamblea Legislativa se gana a pulso, una vez más, la fama de ser un enredo burocrático donde las verdaderas discusiones de fondo se pierden en el show político. Así que, abro el debate en el foro: Más allá del show, ¿quién creen que tiene la razón de fondo? ¿Es el FA un simple obstáculo, como dice Alvarado, o de verdad están defendiendo a los trabajadores de una vara que podría ser un clavo a futuro? ¿O es que ya a estas alturas del partido, todo es pura politiquería pensando en las elecciones? ¡Los leo, maes!