Maes, para los que andan un poco perdidos con la última hablada del Volcán Poás, siéntense un toque que les hago el resumen. Diay, resulta que nuestro vecino ruidoso de Alajuela decidió que la semana estaba muy aburrida y se mandó con una erupción que hasta los sismógrafos del OVSICORI deben haber pegado un brinco. Pero la vara no es solo la columna de ceniza de 500 metros, que ya de por sí es un espectáculo, sino el despiche que se armó por dentro. Esto no es un simple berrinche; el coloso está mostrando señas de que algo más serio se está cocinando en sus entrañas.
El martes, a media mañana, el Poás se jaló la erupción más carga desde las que vimos hace unos meses, lanzando chunches y piedras a más de 300 metros. ¡Imagínense el susto! Pero el verdadero chisme empezó horas antes, en la madrugada, con un sismo que no fue cualquier temblorcito. Según los que saben, ese movimiento fue la crónica de una pared anunciada: la que separaba la laguna del cráter (la Boca C) de la ventilación principal súper caliente (la Boca A). En tico: una pared interna se fue al traste y ¡pum!, el agua se le metió al rancho a la boca más caliente del volcán, donde las temperaturas andan por los 800 °C. ¡Qué sal! Una combinación que, como se imaginarán, no es para nada tranquila.
Y aquí es donde la vara se pone más tensa. Geoffroy Avard, que es un carga en vulcanología del Ovsicori, nos tiró la hablada clara: esta interacción entre el agua fría de la laguna y el calor infernal de abajo tiene al volcán súper inestable. Es como ponerle un tapón a una olla de presión hirviendo. El agua ahora está obstruyendo la salida de gases, lo que podría estar aumentando la presión interna. El volcán, que ya venía dando avisos con emisiones de ceniza débiles por los baldazos de los últimos días, ahora está en una etapa mucho más impredecible. Esto demuestra que no se anda con juegos y que la situación es delicada.
Para complicar más el panorama, los científicos notaron algo que a simple vista parece bueno, pero no lo es: la salida de gas dióxido de azufre (SO₂) bajó de 600 a 100 toneladas diarias en un par de días. ¿La razón? El gas no es que desapareció, sino que se está disolviendo en el agua de la laguna que ahora ocupa el cráter principal. Esto, sumado a un leve levantamiento del terreno y otras señales sísmicas, sugiere que hay una perturbación de magma más abajo. O sea, el volcán está como aguantando la respiración, y todos sabemos que después de eso, lo que viene es un grito bien fuerte.
Al final del día, el brete del OVSICORI es mantenernos a salvo, y por eso mantienen la alerta en Nivel 2. ¿Qué significa eso? Que en cualquier momento puede haber explosiones freáticas repentinas que lancen chorros de agua, lodo y gases a más de 50 metros, o incluso bombazos más serios que tiren rocas a las zonas de visitación. En resumen, no se la juegue. Las autoridades lo dicen claro: cualquier fase de actividad implica un riesgo, y aunque la tentación de ir a ver el espectáculo es grande, la prudencia es mejor que salir en las noticias de sucesos. Diay, ¿qué opinan ustedes? ¿Creen que es un despiche temporal o el inicio de una vara más seria? ¿Y los más fiebres, se la jugarían a ir a ver con todo y alerta?
El martes, a media mañana, el Poás se jaló la erupción más carga desde las que vimos hace unos meses, lanzando chunches y piedras a más de 300 metros. ¡Imagínense el susto! Pero el verdadero chisme empezó horas antes, en la madrugada, con un sismo que no fue cualquier temblorcito. Según los que saben, ese movimiento fue la crónica de una pared anunciada: la que separaba la laguna del cráter (la Boca C) de la ventilación principal súper caliente (la Boca A). En tico: una pared interna se fue al traste y ¡pum!, el agua se le metió al rancho a la boca más caliente del volcán, donde las temperaturas andan por los 800 °C. ¡Qué sal! Una combinación que, como se imaginarán, no es para nada tranquila.
Y aquí es donde la vara se pone más tensa. Geoffroy Avard, que es un carga en vulcanología del Ovsicori, nos tiró la hablada clara: esta interacción entre el agua fría de la laguna y el calor infernal de abajo tiene al volcán súper inestable. Es como ponerle un tapón a una olla de presión hirviendo. El agua ahora está obstruyendo la salida de gases, lo que podría estar aumentando la presión interna. El volcán, que ya venía dando avisos con emisiones de ceniza débiles por los baldazos de los últimos días, ahora está en una etapa mucho más impredecible. Esto demuestra que no se anda con juegos y que la situación es delicada.
Para complicar más el panorama, los científicos notaron algo que a simple vista parece bueno, pero no lo es: la salida de gas dióxido de azufre (SO₂) bajó de 600 a 100 toneladas diarias en un par de días. ¿La razón? El gas no es que desapareció, sino que se está disolviendo en el agua de la laguna que ahora ocupa el cráter principal. Esto, sumado a un leve levantamiento del terreno y otras señales sísmicas, sugiere que hay una perturbación de magma más abajo. O sea, el volcán está como aguantando la respiración, y todos sabemos que después de eso, lo que viene es un grito bien fuerte.
Al final del día, el brete del OVSICORI es mantenernos a salvo, y por eso mantienen la alerta en Nivel 2. ¿Qué significa eso? Que en cualquier momento puede haber explosiones freáticas repentinas que lancen chorros de agua, lodo y gases a más de 50 metros, o incluso bombazos más serios que tiren rocas a las zonas de visitación. En resumen, no se la juegue. Las autoridades lo dicen claro: cualquier fase de actividad implica un riesgo, y aunque la tentación de ir a ver el espectáculo es grande, la prudencia es mejor que salir en las noticias de sucesos. Diay, ¿qué opinan ustedes? ¿Creen que es un despiche temporal o el inicio de una vara más seria? ¿Y los más fiebres, se la jugarían a ir a ver con todo y alerta?