Bueno, mi gente, ya estamos otra vez en esto. Con el paso del cambio de mando actual, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ya anda echando humo preparando el terreno para las elecciones de 2026. Y sí, sé lo que piensan: ‘Otra campaña, otro relajo’. Pero esperen unito, que este tema va más allá de los discursos bonitos y las promesas vacías. Se trata de nuestro futuro, del brete que vamos a dejarle a los mocosos y de la pura vida que queremos mantener.
Como bien recordaba Erick Guzmán en el artículo de Diario Extra, este es un momento crucial. Ya tuvimos un bailecito con el pasado reciente, vimos cómo se complicaron las cosas y ahora tenemos la oportunidad de corregir el rumbo. No se trata de atacar entre hermanos, como dice él mismo, sino de ponerle atención a lo que realmente importa: quiénes quieren dirigirnos y, sobre todo, qué tienen entre manos. Porque verlos debatir en televisión es pan comido, pero analizar sus propuestas y entender cómo afectarán a nuestras vidas… ahí está el detalle.
Y hablando de detalles, hay que darle caña al asunto de la fiscalización. Muchos se la echan a caldo, dicen que el sistema está podrido, que “eso no me toca”. ¡Pero díganme!, ¿quién va a defender nuestra democracia si no somos nosotros mismos? Recordé cuando el tipo ese gringo, que andaba dando charlas por acá, dijo que hablar de elecciones en Costa Rica era como dar misa en el Vaticano. Sí, tenemos un sistema robusto, blindado como él mismo lo explica, con miles de personas trabajando incansablemente para que todo salga bien. Pero ese blindaje necesita nuestra ayuda, nuestra mirada crítica y nuestra participación activa.
No podemos andar confiados, creyendo que todo se soluciona con un voto rápido y sin pensar. Hay que investigar, comparar, cuestionar... Analizar los planes de gobierno, entender cuáles son sus fortalezas y debilidades, y evaluar si realmente responden a las necesidades del país. Y ojo, no solo a las necesidades inmediatas, sino a las del largo plazo. ¿Cómo van a abordar el problema del desempleo juvenil? ¿Qué medidas van a implementar para combatir el narcotráfico? ¿Cómo planean garantizar el acceso a la salud y la educación de calidad para todos los costarricenses?
Porque, seamos claros, este país tiene problemas. El crimen organizado nos está mordiendo la cola, la economía no despega, la inseguridad ciudadana nos roba la tranquilidad, y la brecha social sigue siendo enorme. Y nadie va a venir a solucionarlos mágicamente, nadie va a bajar del cielo con una varita mágica. Necesitamos líderes comprometidos, capaces de trabajar juntos, de tender puentes y de buscar soluciones innovadoras, aunque no sean populares. Líderes con visión de futuro y con corazón tico, que pongan los intereses del país por encima de sus ambiciones personales.
Eso sí, hay que evitar caer en las trampas de la polarización y el discurso fácil. Escuchar a los que piensan diferente, respetar sus ideas, incluso si no las compartimos. Recordemos que la democracia se construye con diálogo, negociación y consenso. Y que el respeto mutuo es fundamental para avanzar. Hagamos como nos enseñaron en la escuela, como nos enseñó nuestra abuela: ponerse los zapatos del otro, tratar de entender su perspectiva y buscar puntos en común.
Me viene a la mente aquel dicho de que “el que no arriesga, no gana”. Y es cierto. Participar en política, involucrarse en el proceso electoral, requiere valentía, compromiso y sacrificio. Pero también puede ser increíblemente gratificante. Porque al final del día, estamos construyendo un mejor futuro para nuestros hijos, para nuestros nietos y para las generaciones venideras. Estamos protegiendo el legado de aquellos que lucharon por la libertad y la democracia en este país. Y eso, mi gente, vale oro.
Así que ya saben, pongámonle corazón al voto. Busquemos información, comparemos propuestas, debatamos con nuestros amigos y familiares, y elijamos con responsabilidad. Porque el futuro de Costa Rica está en nuestras manos. Ahora dime tú, ¿crees que los partidos políticos actuales están abordando los temas clave que preocupan a la mayoría de los costarricenses, o necesitamos un cambio radical en la manera de hacer política?
	
		
			
		
		
	
				
			Como bien recordaba Erick Guzmán en el artículo de Diario Extra, este es un momento crucial. Ya tuvimos un bailecito con el pasado reciente, vimos cómo se complicaron las cosas y ahora tenemos la oportunidad de corregir el rumbo. No se trata de atacar entre hermanos, como dice él mismo, sino de ponerle atención a lo que realmente importa: quiénes quieren dirigirnos y, sobre todo, qué tienen entre manos. Porque verlos debatir en televisión es pan comido, pero analizar sus propuestas y entender cómo afectarán a nuestras vidas… ahí está el detalle.
Y hablando de detalles, hay que darle caña al asunto de la fiscalización. Muchos se la echan a caldo, dicen que el sistema está podrido, que “eso no me toca”. ¡Pero díganme!, ¿quién va a defender nuestra democracia si no somos nosotros mismos? Recordé cuando el tipo ese gringo, que andaba dando charlas por acá, dijo que hablar de elecciones en Costa Rica era como dar misa en el Vaticano. Sí, tenemos un sistema robusto, blindado como él mismo lo explica, con miles de personas trabajando incansablemente para que todo salga bien. Pero ese blindaje necesita nuestra ayuda, nuestra mirada crítica y nuestra participación activa.
No podemos andar confiados, creyendo que todo se soluciona con un voto rápido y sin pensar. Hay que investigar, comparar, cuestionar... Analizar los planes de gobierno, entender cuáles son sus fortalezas y debilidades, y evaluar si realmente responden a las necesidades del país. Y ojo, no solo a las necesidades inmediatas, sino a las del largo plazo. ¿Cómo van a abordar el problema del desempleo juvenil? ¿Qué medidas van a implementar para combatir el narcotráfico? ¿Cómo planean garantizar el acceso a la salud y la educación de calidad para todos los costarricenses?
Porque, seamos claros, este país tiene problemas. El crimen organizado nos está mordiendo la cola, la economía no despega, la inseguridad ciudadana nos roba la tranquilidad, y la brecha social sigue siendo enorme. Y nadie va a venir a solucionarlos mágicamente, nadie va a bajar del cielo con una varita mágica. Necesitamos líderes comprometidos, capaces de trabajar juntos, de tender puentes y de buscar soluciones innovadoras, aunque no sean populares. Líderes con visión de futuro y con corazón tico, que pongan los intereses del país por encima de sus ambiciones personales.
Eso sí, hay que evitar caer en las trampas de la polarización y el discurso fácil. Escuchar a los que piensan diferente, respetar sus ideas, incluso si no las compartimos. Recordemos que la democracia se construye con diálogo, negociación y consenso. Y que el respeto mutuo es fundamental para avanzar. Hagamos como nos enseñaron en la escuela, como nos enseñó nuestra abuela: ponerse los zapatos del otro, tratar de entender su perspectiva y buscar puntos en común.
Me viene a la mente aquel dicho de que “el que no arriesga, no gana”. Y es cierto. Participar en política, involucrarse en el proceso electoral, requiere valentía, compromiso y sacrificio. Pero también puede ser increíblemente gratificante. Porque al final del día, estamos construyendo un mejor futuro para nuestros hijos, para nuestros nietos y para las generaciones venideras. Estamos protegiendo el legado de aquellos que lucharon por la libertad y la democracia en este país. Y eso, mi gente, vale oro.
Así que ya saben, pongámonle corazón al voto. Busquemos información, comparemos propuestas, debatamos con nuestros amigos y familiares, y elijamos con responsabilidad. Porque el futuro de Costa Rica está en nuestras manos. Ahora dime tú, ¿crees que los partidos políticos actuales están abordando los temas clave que preocupan a la mayoría de los costarricenses, o necesitamos un cambio radical en la manera de hacer política?
 
	 
 
		 
  
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
  
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		