¡Ay, Dios mío! Este fin de semana dejó un saborcito amargo en la boca a todos los ticos. Parece que las carreteras decidieron armarse de nervios y nos dieron una ráfaga de accidentes y situaciones bien feas que terminaron dejando saldo negro y muchísima preocupación en el país. La Cruz Roja no tuvo ni un respiro, despachándose a 13 incidentes distintos desde el sábado en la tarde hasta el domingo en la mañana.
La estadística es escalofriante: seis personas perdieron la vida y catorce resultaron heridas, algunas de gravedad. No hablamos de accidentes menores, sino de tragedias que involucraron motocicletas, vehículos livianos e incluso ataques directos con armas de fuego. Un panorama bien gris que nos hace reflexionar sobre la seguridad vial y la violencia que azota nuestras comunidades.
Todo empezó el sábado a eso de las seis de la tarde en la ruta 27, cerca de Atenas, donde una moto atropelló a dos tipos. Ambos tuvieron que correr al hospital en condiciones urgentes. Desde ahí, la cosa no paró. El reporte siguiente llegó desde Sámara, Guanacaste, donde encontraron a un joven entre 21 y 30 años con heridas de bala, un ataque bien cobarde que le costó la vida. ¡Qué sal!
Palmira de Zarcero también sumó su parte de drama con un hombre de 34 años atacado con arma blanca en el pecho y el hombro. Luego, en Limón, una moto se fue de viaje sin conductor, dejando a su piloto luchando por su vida. Y como si fuera poco, en Patarrá de Desamparados, un choque entre un carro y una moto dejó a un joven de 25 años en estado crítico.
La noche siguió tejiendo escenas de pesadilla. En Pavones de Bejuco, unos matones le abrieron fuego a un tipo entre 21 y 30 años, dejándolo sin vida en el lugar. En Liberia, encontraron a un hombre de 32 años golpeado con algo pesado, otra muestra de la creciente inseguridad que vivimos. Y la carretera 27, en el sector de Caldera, volvió a ser protagonista con un choque entre dos carros que dejó a seis personas lesionadas y lamentablemente, otra víctima mortal.
No paramos ahí. Una moto se estrelló en Santa Rita de Río Cuarto, dejando a un señor de 63 años muy mal, mientras que en La Tigra de San Carlos, otro motociclista sufrió un vuelco que lo puso en peligro de muerte. Más adelante, en San Gabriel de Aserrí, otro choque entre un carro y una moto dejó a dos jóvenes heridos. Y para cerrar con broche de tristeza, un hombre fue asesinado a tiros en Hatillo Centro, y otro falleció tras un choque de moto y carro en el centro de Puntarenas.
Este cúmulo de desgracias nos obliga a preguntarnos: ¿Hasta cuándo vamos a seguir viendo estas tragedias repetirse en nuestras calles? ¿Será que necesitamos medidas más drásticas en cuanto a control de tráfico, seguridad ciudadana e incluso políticas sociales que ataquen las causas profundas de la violencia? ¡Qué torta! Esta cadena de fatalidades nos deja pensando qué estará pasando realmente con nuestro país y cómo podemos evitar que esto siga sucediendo.
Y ahora dime, vos, ¿qué crees que es lo más urgente que debemos hacer como sociedad para frenar esta espiral de violencia y mejorar la seguridad en nuestras carreteras?
La estadística es escalofriante: seis personas perdieron la vida y catorce resultaron heridas, algunas de gravedad. No hablamos de accidentes menores, sino de tragedias que involucraron motocicletas, vehículos livianos e incluso ataques directos con armas de fuego. Un panorama bien gris que nos hace reflexionar sobre la seguridad vial y la violencia que azota nuestras comunidades.
Todo empezó el sábado a eso de las seis de la tarde en la ruta 27, cerca de Atenas, donde una moto atropelló a dos tipos. Ambos tuvieron que correr al hospital en condiciones urgentes. Desde ahí, la cosa no paró. El reporte siguiente llegó desde Sámara, Guanacaste, donde encontraron a un joven entre 21 y 30 años con heridas de bala, un ataque bien cobarde que le costó la vida. ¡Qué sal!
Palmira de Zarcero también sumó su parte de drama con un hombre de 34 años atacado con arma blanca en el pecho y el hombro. Luego, en Limón, una moto se fue de viaje sin conductor, dejando a su piloto luchando por su vida. Y como si fuera poco, en Patarrá de Desamparados, un choque entre un carro y una moto dejó a un joven de 25 años en estado crítico.
La noche siguió tejiendo escenas de pesadilla. En Pavones de Bejuco, unos matones le abrieron fuego a un tipo entre 21 y 30 años, dejándolo sin vida en el lugar. En Liberia, encontraron a un hombre de 32 años golpeado con algo pesado, otra muestra de la creciente inseguridad que vivimos. Y la carretera 27, en el sector de Caldera, volvió a ser protagonista con un choque entre dos carros que dejó a seis personas lesionadas y lamentablemente, otra víctima mortal.
No paramos ahí. Una moto se estrelló en Santa Rita de Río Cuarto, dejando a un señor de 63 años muy mal, mientras que en La Tigra de San Carlos, otro motociclista sufrió un vuelco que lo puso en peligro de muerte. Más adelante, en San Gabriel de Aserrí, otro choque entre un carro y una moto dejó a dos jóvenes heridos. Y para cerrar con broche de tristeza, un hombre fue asesinado a tiros en Hatillo Centro, y otro falleció tras un choque de moto y carro en el centro de Puntarenas.
Este cúmulo de desgracias nos obliga a preguntarnos: ¿Hasta cuándo vamos a seguir viendo estas tragedias repetirse en nuestras calles? ¿Será que necesitamos medidas más drásticas en cuanto a control de tráfico, seguridad ciudadana e incluso políticas sociales que ataquen las causas profundas de la violencia? ¡Qué torta! Esta cadena de fatalidades nos deja pensando qué estará pasando realmente con nuestro país y cómo podemos evitar que esto siga sucediendo.
Y ahora dime, vos, ¿qué crees que es lo más urgente que debemos hacer como sociedad para frenar esta espiral de violencia y mejorar la seguridad en nuestras carreteras?