¡Ay, Dios mío! Esto del arroz sigue dando qué hablar. Resulta que la jefa de la fracción oficialista, Pilar Cisneros, le ha echado agua fría al proyecto Fonarroz, esa iniciativa que quería darle un empujón a nuestros arroceros. Parece que no le va ni un pelo a la idea de crear un fondo de ayuda, porque dice que eso terminaría saliendo caro para el bolsillo de todos nosotros, especialmente pa’ los más necesitados. ¡Imagínate! Un nuevo impuesto para poder comprar un plato de gallo pinto.
Cisneros, con toda la energía del mundo, sentenció que nunca podrían aprobar un proyecto así. No es que no quieran echarle la mano a los productores, claro que no, pero enfatizó que cualquier ayuda no puede venir a incrementar el precio de la comida. Varios arroceros estaban afuera del Congreso haciendo sus pataletas, protestando por la situación, pero parece que la diputada no se dejó amedrentar por esas muestras de descontento.
Pero ahí no quedó la cosa, porque Cisneros metió duro diciendo que la crisis del sector no es culpa de la “ruta del arroz”, esa polémica política de apertura comercial que implementó el gobierno de Chaves. Según ella, el verdadero problema es mucho más profundo: no somos competitivos, ¡qué vara! Nos lleva a pensar que hay algo muy estructurado que impide que podamos competir en igualdad de condiciones con otros países productores de arroz.
Y para dejarlo bien claro, puso algunos datos contundentes: Mientras que en otros lados cosechan entre 10 y 14 toneladas de arroz por hectárea, aquí apenas llegamos a 3 ó 4. ¡Qué diferencia tan abismal! Eso demuestra, según la diputada, que tenemos muchísimo que mejorar en términos de productividad y eficiencia.
Además, la diputada no se cortó ni un pelo al criticar a Conarroz, la Corporación Arrocera Nacional. Dijo que el dinero que gastan en operar (¡una colosal suma de 1.600 millones de colones al año!) podría repartirse directamente entre los productores, quienes realmente lo necesitan. Con esos recursos, podrían invertir en mejorar sus técnicas de cultivo, adquirir nuevos equipos o, sencillamente, aliviar un poco su economía.
El ambiente en la Asamblea Legislativa estaba bastante tenso, pues la fracción de gobierno ya había preparado un arsenal de mociones de fondo para bloquear el avance del Fonarroz. Se espera un debate largo y reñido, con Daniela Rojas sumándose a la jugada con otras 18 mociones. ¡Esto pinta para un buen espectáculo legislativo, vamos a ver cómo se desarrolla!
La situación del sector arrocero es compleja y multifactorial. Hay que tener en cuenta factores como el cambio climático, la disponibilidad de tierras aptas para el cultivo, el acceso a financiamiento y la competencia internacional. No es fácil encontrar soluciones rápidas y efectivas, pero es fundamental buscar alternativas que permitan garantizar la seguridad alimentaria del país y proteger a los pequeños productores, que son quienes realmente sostienen esta actividad.
En fin, esta polémica del Fonarroz deja varias preguntas en el aire. ¿Será posible encontrar un punto medio que satisfaga tanto a los arroceros como a los consumidores? ¿Deberíamos enfocarnos más en mejorar la productividad interna o seguir apostando por la importación de arroz? ¿Y cuál debería ser el papel del Estado en este mercado? Dígame usted, ¿cree que el gobierno debería priorizar el apoyo a los productores nacionales o asegurar el menor precio posible para el consumidor final?
Cisneros, con toda la energía del mundo, sentenció que nunca podrían aprobar un proyecto así. No es que no quieran echarle la mano a los productores, claro que no, pero enfatizó que cualquier ayuda no puede venir a incrementar el precio de la comida. Varios arroceros estaban afuera del Congreso haciendo sus pataletas, protestando por la situación, pero parece que la diputada no se dejó amedrentar por esas muestras de descontento.
Pero ahí no quedó la cosa, porque Cisneros metió duro diciendo que la crisis del sector no es culpa de la “ruta del arroz”, esa polémica política de apertura comercial que implementó el gobierno de Chaves. Según ella, el verdadero problema es mucho más profundo: no somos competitivos, ¡qué vara! Nos lleva a pensar que hay algo muy estructurado que impide que podamos competir en igualdad de condiciones con otros países productores de arroz.
Y para dejarlo bien claro, puso algunos datos contundentes: Mientras que en otros lados cosechan entre 10 y 14 toneladas de arroz por hectárea, aquí apenas llegamos a 3 ó 4. ¡Qué diferencia tan abismal! Eso demuestra, según la diputada, que tenemos muchísimo que mejorar en términos de productividad y eficiencia.
Además, la diputada no se cortó ni un pelo al criticar a Conarroz, la Corporación Arrocera Nacional. Dijo que el dinero que gastan en operar (¡una colosal suma de 1.600 millones de colones al año!) podría repartirse directamente entre los productores, quienes realmente lo necesitan. Con esos recursos, podrían invertir en mejorar sus técnicas de cultivo, adquirir nuevos equipos o, sencillamente, aliviar un poco su economía.
El ambiente en la Asamblea Legislativa estaba bastante tenso, pues la fracción de gobierno ya había preparado un arsenal de mociones de fondo para bloquear el avance del Fonarroz. Se espera un debate largo y reñido, con Daniela Rojas sumándose a la jugada con otras 18 mociones. ¡Esto pinta para un buen espectáculo legislativo, vamos a ver cómo se desarrolla!
La situación del sector arrocero es compleja y multifactorial. Hay que tener en cuenta factores como el cambio climático, la disponibilidad de tierras aptas para el cultivo, el acceso a financiamiento y la competencia internacional. No es fácil encontrar soluciones rápidas y efectivas, pero es fundamental buscar alternativas que permitan garantizar la seguridad alimentaria del país y proteger a los pequeños productores, que son quienes realmente sostienen esta actividad.
En fin, esta polémica del Fonarroz deja varias preguntas en el aire. ¿Será posible encontrar un punto medio que satisfaga tanto a los arroceros como a los consumidores? ¿Deberíamos enfocarnos más en mejorar la productividad interna o seguir apostando por la importación de arroz? ¿Y cuál debería ser el papel del Estado en este mercado? Dígame usted, ¿cree que el gobierno debería priorizar el apoyo a los productores nacionales o asegurar el menor precio posible para el consumidor final?
